Una versión de Serrat (para cerrar el círculo en el Día del Padre)
A menudo los padres se nos parecenAsí nos dan la penúltima satisfacción;Esos que se menean con gestos heredadosEchando mano, también, a cuanto hay a su alrededor.Esos locos que se incorporanCon los ojos abiertos de par en parSin respeto a los horarios ni a la costumbresNi a quien los cuida y los saca un poco a tomar el solQue tienen poco ya por domesticar.Padre: deja ya de joderPadre dime qué he de decirQué he de hacerQué debo tocar.Cágate –si quieres- en nuestros dioses y en nuestro idiomaYa te lo merecesEn nuestros rencores, en lo que te fallé.Pareces hoy de goma, tus manos, de pergamino,Te importa un pimiento mi porvenir.Lo entiendo.Nos empeñamos en rematar sus vidasSin hacer caso a su oficio, a su vocaciónY les trasladamos nuestras vocacionesCada vez que un domingoLos sacamos al solPadre: deja ya de joderPadre dime qué he de decirQué he de hacerQué debo tocar.Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber su oficio y su vocación. Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la leche templadaCompartiendo un cigarrillo y en cada canción. Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidamos por ellos, que se equivoquen, que un día nos digan adiós.
(siempre lloro en los conciertos de Serrat. También lloro en otras circunstancias, pero eso no viene a caso. También me río en muchas otras circunstancias. La vida es así, no la he inventado yo)
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