Volando voy (a China)
Hay que tener valentía para defender la democracia y la libertad en Venezuela
La frase que encabeza esta pieza es impecable. Si la Venezuela de Maduro es un régimen autoritario y liberticida, que lo es, hay que tener la valentía para denunciarlo en los foros internacionales con todas sus consecuencias. Desde luego que sí. La locución salió de la trinchera del señor Moreno Bonilla la semana pasada y fue lanzada como una granada de mano contra las posiciones del presidente Sánchez.
No tendríamos nada que objetar a la invectiva del moderado Bonilla si horas después no hubiera cogido un avión con destino a China al frente de una misión comercial integrada por tres consejeros y una nube de empresarios con el maletín lleno de contratos. Cuando el señor presidente de la Junta de Andalucía descendió del avión, no se le escuchó una palabra sobre el pucherazo estructural del régimen seudocomunista chino.
Tampoco se acordó de los 48.699 presos políticos acreditados por la organización Duihua, ni de los miles de ejecutados cada año por un sistema que hace desaparecer disidentes como quien se sacude la caspa de la americana. “Nadie está a salvo en China”, certifica Amnistía Internacional en cada informe anual sobre los derechos humanos. Recuerden, si no, aquella escena tremebunda cuando en pleno Congreso del Partido Comunista Chino en octubre de 2022, se llevaron en volandas al mismísimo Hu Jintao, que hasta instantes antes había sido presidente de la primera potencia del planeta.
Moreno Bonilla bajó del avión y pisó con todo desparpajo el suelo de un país sin libertad de prensa, ni de manifestación, ni de reunión, ni de asociación, ni de sindicación, ni de conciencia, ni leche picón. Hay que tener valentía para defender la democracia y la libertad en Venezuela, dijo el señor presidente de la Junta días atrás. Desde luego que sí. Y estómago para tragarse 49.000 presos políticos, cientos de ejecutados y un sistema estrafalario que se ha convertido en la locomotora del planeta a costa de regresar al capitalismo salvaje del siglo XIX.
El señor Bonilla no tuvo tiempo para reunirse con el Edmundo González de marras ni con las organizaciones humanitarias que se parten la cara cada día para denunciar las tropelías de un sistema asfixiante. Pero sí para conceder una entrevista al órgano de propaganda gubernamental. “He visto una china muy abierta al mundo”, proclamó Juan Manuel Moreno, paladín universal del liberalismo parlamentario, sobre un régimen impenetrable y granítico como una tumba de piedra.
Con una mano, el señor Bonilla denuncia los abusos del comunismo bolivariano y con la otra se abraza al socialcapitalismo chino a cambio de una inversión multimillonaria de 2.500 millones de euros. Y para eso, queridos contribuyentes, hay que tener habilidad, cuajo y un cuarto y mitad de cinismo.
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