Cuidado con los plebeyos
"A tomar por culo"
El pasado 13 de abril, un día antes del aniversario de la II República, la reina de España se acercó a saludar a la plebe que se agolpaba en el Bulevar del Gran Capitán. Una señora se dirigió a ella a voz en grito. Y bramó lo siguiente: “Doña Letizia. La quiero mucho a usted, a su marido y a sus hijas. El resto, a tomar por culo”.
La descarnada frase certifica que el monarquismo plebeyo ha registrado una significativa mutación en el último milenio. En lo sustancial, seguimos igual. Los monarcas continúan ejerciendo ese magnetismo taumatúrgico sobre los mortales y el pueblo llano se arremolina para rendir pleitesía a una familia que lleva la friolera de 323 años ostentando la jefatura del Estado sin haberse presentado ni a unas míseras votaciones de delegado de clase.
Hace exactamente dos siglos era peor. Los vasallos aclamaban al antepasado de Felipe VI cuando restauró el absolutismo monárquico y derogó la primera Constitución (casi) liberal de España. Entonces, gritaban vivan las cadenas y mueran las reformas democráticas del Estado moderno. Hemos tardado dos siglos para que aquella muchedumbre nostálgica del Antiguo Régimen y enemiga de la revolución liberal se haya hecho constitucionalista. Que oiga.
Hoy el monarquismo vasallo sigue amando a sus reyes mil años después. Pero ojo. El resto, a tomar por culo. ¿Y quién es el resto? Todo indica que la señora del Bulevar se refiere al rey Demérito. Ese señor al que tuvimos los bemoles de idolatrar durante cuarenta años y hoy abonamos con dinero público un exilio dorado en un país de baja tributación. Así que cuidado con los plebeyos que, como las escopetas, a veces se disparan solos.
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