Blas García: “El empresariado debe ser cómplice para que los más vulnerables entren en el mercado laboral”
En 1984, hace ahora 40 años, inició su andadura en Pozoblanco (Córdoba) la actual Fundación Prode, como una organización para atender a personas con discapacidad que entonces no contaban con apenas ayudas para el desarrollo de su vida. En estas cuatro décadas, lo que en un primer momento nació para ofrecer un servicio ocupacional y de ocio para este sector de la población, ha ido ampliando sus ejes de acción hasta contar con residencias para adultos con discapacidad, centros ocupacionales, viviendas tuteladas, y sus apuestas por la formación y el empleo para usuarios de edades que van desde la infancia a la juventud, la etapa adulta y los mayores.
Blas García (Pozoblanco, 1961) cogió el testigo de su padre, tanto con su propio nombre como en la dirección de la Fundación Prode y hoy echa la vista atrás para rememorar cómo ha cambiado la atención a las personas con discapacidad en estos 40 años, pero también para desgranar las demandas que se requieren actualmente para lograr la plena integración de estas personas.
De todo ello habla en esta conversación con Cordópolis en la sede central de la Fundación Prode en Córdoba capital, representación de cómo esta organización ha extendido su idea de acción para la comunidad de personas con discapacidad y vulnerables, desde Pozoblanco hasta contar con presencia en las ocho provincias de Andalucía. Suman 27 centros y servicios para personas con discapacidad intelectual y mayores, a los que se unen 26 proyectos de emprendimiento social para una inclusión sociolaboral real.
En su horizonte de objetivos, Blas García habla de la plena autonomía, del empleo, de la vivienda y de la integración real de las personas con discapacidad. Todo ello, conjugado con el papel de las familias, de las empresas y de la administración pública, como un engranaje en el que con demasidada frecuencia falla alguna pieza cuando se trata de este sector de la población.
¿Quién es feliz sin tener un empleo?
PREGUNTA: ¿Cómo le explicaría a cualquier persona qué es Prode y cómo trabaja?
RESPUESTA: Nuestro propósito está muy claro. Se tardó un año en decidir cuál era, toda la organización. Y es acompañar a cada persona en el desarrollo de una vida con sentido basada en la búsqueda de la felicidad. Lo voy a explicar. Acompañar, ¿por qué? Porque no somos más que nadie, ni nosotros estamos mejorando a nadie, ni estamos en una situación vertical sino horizontal cien por cien con todas las personas, por eso, acompañamos. ‘A cada’, ese cada es porque todo el mundo es diferente, entonces, es un traje a medida, es la personalización lo que intentamos trabajar. Y en cuanto a ‘persona’, en el origen de la organización se comenzó con la discapacidad intelectual, pero como consecuencia de que el proyecto comenzó en el norte de la provincia, de la distancia y las comunicaciones a 90 kilómetros, pues se pasó también a atender a muchas personas que tenían discapacidad aunque no fuera intelectual, pero éramos el recurso que había de alguna manera.
En el 2006 comenzamos también, con la Ley de Atención a Personas en Situación de Dependencia, con mayores. Y posteriormente, en el quinto plan estratégico, hemos incluido también a personas en riesgo de exclusión social, personas vulnerables. ¿Por qué? Porque hay que sentirse útiles, intentar dar de alguna manera, lo que somos o lo que sabemos hacer, ponerlo al servicio de los demás. Nos dedicamos a eso, a procurar que aquello que podemos hacer por otras personas y, en concreto, por personas en riesgo de exclusión, pues lo hagamos.
El desarrollo de una vida con sentido es lo que buscamos todos, porque hacemos muchas cosas por inercia. Hacemos muchas cosas sin encontrarle el sentido y, desde aquí, hay una inquietud muy inconformista, de analizar todo, que parece que las cosas por el hecho de venir dadas ya hay que asumirlas. Pues no, porque hay cosas muy mal hechas que están impidiendo que muchas personas puedan ser felices. Entonces, vamos a buscar el sentido de cada cosa y de cada situación de la vida en todos los ámbitos.
Y eso, basado en la búsqueda de la felicidad, porque creemos que es lo que todo el mundo pretende. La gente lo que quiere, desde el momento que nace una persona, todo, todo, desde el llanto primero, lo enfoca a su felicidad. Todo el mundo entiende ese bienestar. Entonces, tengamos las cosas claras y partamos de lo que realmente queremos y vamos a luchar por ello, pero con cosas que sabemos que nos hacen felices a las personas. Prode es una organización que está intentando, en la medida de sus posibilidades, que muchas personas sean o seamos felices encontrando puntos críticos que lo están impidiendo.
P. ¿Cómo fueron los inicios? Comentaba en el vídeo que vinieron por una motivación personal, familiar, con su padre.
R. Los inicios fueron todo con voluntariado. No había recursos. Yo recuerdo cuando se comenzó gracias a una cesión de uso de unas instalaciones de la iglesia, con lo cual ahí se pudo establecer una residencia de aquella manera, habitaciones con diez o doce camas y un centro de día ocupacional. Era todo, todo, un plan de voluntariado.
No había recursos económicos y, bueno… Decimos actualmente que hay que cambiar muchas cosas, pero no podemos dejar de lado que se ha mejorado infinitamente desde aquellas situaciones vividas.
Esto fue uno de los movimientos asociativos creados a nivel nacional que quizás sea de los más potentes. Era un movimiento que veía que la discapacidad intelectual tenía unas necesidades que obligaron a que los familiares se asociasen para reivindicar un derecho.
P. ¿A qué personas atiende Prode? ¿Hay distintos perfiles y edades? ¿Quiénes son sus usuarios?
R. Con el desarrollo que hemos logrado de la organización, por responsabilidad, atiende a toda persona en riesgo de exclusión social, indistintamente de su edad. Y luego, uno de los valores de la organización es el de la universalidad. ¿Qué implica eso? Muy sencillo: que nos da igual que una persona sea del Congo, de Los Pedroches, de Córdoba o de Burgos. Es indistinto. Nosotros no entendemos de localismos ni de situaciones concretas por alguna razón, ya sea raza, sexo, edad o cualquier otra.
Las personas no pueden vivir de la caridad por tener discapacidad intelectual, tienen que vivir por derecho
P. De hecho, Prode está presente en toda Andalucía.
R. Estamos en las ocho provincias de Andalucía, sí. Es bueno saber el porqué del despliegue de esta organización. Muy sencillo. Resulta que en Los Pedroches, una zona rural, a esa distancia de la capital, muy despoblada, donde hablamos de unos 54.000 habitantes, resulta que las personas con discapacidad se han convertido allí en uno de los motores de desarrollo. Allí hay dos empresas fundamentalmente que generen mucho empleo: Covap y Fundación Prode, que ha creado allí unos 500 puestos de trabajo.
Entonces, vimos que las personas que normalmente viven en estos sitios del subsidio, de la caridad, de la beneficencia, en este caso le hemos dado un giro de 180 grados y ya no es que no vivan de eso sino que son los que mantienen al resto de la sociedad.
Entonces, dijimos, una experiencia creemos tan importante como esta, la debemos intentar exportar. Y es lo que estamos haciendo; se comenzó posteriormente con Córdoba, y de Córdoba a Sevilla y estamos ya en las ocho provincias. Es una experiencia que queremos exportar porque es algo que ha salido bien, por satisfacción también personal. Porque aquí todo está bajo el paraguas del sin ánimo de lucro. Aquí no se reparten dividendos, es por la satisfacción personal de hacer lo que sabemos hacer encontrando el bienestar para muchas personas.
P. ¿Qué les ofrece Prode a sus usuarios? ¿Qué necesidades cubre?
R. Depende, normalmente, del tipo de personas. Por ejemplo, en discapacidad intelectual, prácticamente abordamos la vida al completo, apoyo en todos los ámbitos, desde que se nace -apoyando a los padres incluso-, con centros de Atención Infantil Temprana, en educación, en ocupación, empleo, alojamiento, ocio…lo cubrimos todo, absolutamente. Es más, si no lo tuviésemos, lo inventábamos. Es lo que decía al principio, intentamos que sea un traje a medida para cada persona y si no tenemos el recurso, lo buscamos.
En otras discapacidades, sobre todo estamos muy enfocados en algo que creemos que es determinante para la felicidad de una persona: estamos hablando del empleo. Que me digan a mí ¿quién sin tener un empleo es feliz? Es imposible. Y si no puedes llegar a un empleo por la razón que sea, una ocupación, que sea una ocupación con sentido, una ocupación dentro del contexto en el que el resto de la población se mueve, sin hacer guetos, sin hacer espacios donde haya que apartar a las personas.
Lo que hemos hecho ha sido fundamentalmente eso y es donde incidimos: encontrar los ámbitos donde cualquier persona se puede desarrollar para ser feliz. Estamos hablando también del alojamiento: ¿por qué tengo que vivir yo no con quien quiera ni donde quiera y en unas circunstancias? Eso no es, en una sociedad avanzada, no debería ser así. Nosotros, por ejemplo, en ese ámbito, trabajamos no ya con la vivienda tutelada -que tenemos once viviendas tuteladas cuando en Córdoba capital para discapacidad intelectual no hay ninguna-. Para nosotros eso es un dispositivo de tránsito a otro modelo que es la vivienda autónoma, para que las personas puedan vivir con quien quieran, donde quieran y como quieran. Y, de hecho, ya tenemos a personas viviendo así en Pozoblanco.
P. ¿Cuáles son las claves de la atención a personas con distintas capacidades? Lo esencial que aportáis como eje de vuestra labor.
R. Aquí hay tres aspectos que para nosotros son determinantes. Nosotros podemos hacer cosas, pero esto no depende de nosotros. Hay un trípode que es administración pública, empresariado y entidades del tercer sector.
Claro, de qué me sirve a mí darme contra una pared si la norma no es la adecuada. Hay muchos recursos públicos que están mal orientados. Hay cosas que no están reguladas sabiendo que benefician a las personas y, sin embargo, continuamos como hace 30 años. La administración pública es determinante. Si las leyes no nos acompañan, todo lo que hagamos es baldío.
Luego está el empresariado. Toda la sostenibilidad económica que nosotros buscamos y que las personas buscan tiene que ser con actividad en el mercado. Y evidentemente el empresariado tiene que ser cómplice de que las personas más vulnerables puedan entrar en el mercado (laboral). Por lo que comentaba de que es imprescindible esa necesidad de empleo para ser útil en la vida, para tener una autonomía económica y para tener también el reconocimiento de los que tenemos al lado. Evidentemente, eso se mueve en el ámbito empresarial.
Y, por nuestra parte, por el tercer sector, creo que también hace falta bastante más inconformismo del que hay. Creo que el movimiento, muchas veces, se deja llevar, nos dejamos llevar por lo que hay. Recuerdo que hace muchos años en un congreso sobre plena inclusión en Toledo, los grupos de autogestores -que son personas con discapacidad intelectual que se reúnen para exigir lo que ellos creen que tienen derecho-, decían: ¿No os dais cuenta de que el tiempo pasa, nuestra vida pasa, y no se soluciona lo que estamos reivindicando?
La sobreprotección es un gran problema en las familias de personas con discapacidad
P. ¿Se da como bueno lo que hay y no hay un nivel de exigencia en el sector?
R. Yo creo que tendría que ser bastante más exigente.
P. Quería saber cuáles son las principales demandas que tienen para las administraciones públicas.
R. Nosotros se lo tenemos planteado a la Junta de Andalucía, a las diferentes consejerías. Hemos tenido contacto, a nivel de máxima responsabilidad, y por ejemplo, en el ámbito de los servicios sociales hemos planteado que se regule la vivienda autónoma, cosa que existe en otras comunidades pero en Andalucía no lo tenemos.
Son muchas las cuestiones que hay que plantear. Hay una cosa que no entiendo cómo no está solucionada y es que una persona con discapacidad intelectual, a los 21 años, sale del dispositivo educativo y, como tenga el grado 1, no tiene derecho a un servicio de centro de día ocupacional. La Ley de Dependencia, en el grado 1 no lo ofrece. Entonces, resulta que son personas normalmente límites, que muy difícilmente van a entrar en el mercado laboral y le cierran la puerta del centro de día ocupacional… ¿A qué se dedican esas personas? Cuando eso era una situación que hace 30 años no había ningún problema, cuando se concertaron las primeras plazas de centro de día ocupacional, la persona que tenía discapacidad intelectual con más de un 33% y edad de más de 17 años, accedía al centro. Y ahora resulta que, como tengas el grado 1 -que son habitualmente los que tienen mayores problemas psicológicos porque están en una situación que son conscientes de una realidad que no admiten en muchos casos-, no tienen derecho a estar en un centro de día ocupacional.
Es vergonzoso. No lo puedo comprender. Entonces, hagamos lo que haya que hacer. No estamos hablando tampoco de unos presupuestos ni una cuestión que suponga económicamente mucho… Son minorías que se sienten muy perjudicadas por decisiones, a mi juicio, injustísimas, porque les estamos cerrando las puertas para integrarse en los dispositivos que le puedan venir mejor a cada persona.
Esto son algunos ejemplos. Y si nos vamos al ámbito del empleo, hay una cosa muy clara, las personas con discapacidad y especialmente con discapacidad intelectual o enfermedad mental tienen especiales dificultades para integrarse en el mercado laboral y necesitan formación. Pero una formación mucho mayor que el resto de la población, porque tienen carencias que las tienes que suplir con esa formación. Y resulta que ahora, si necesitamos cursos donde esté integrada la formación para determinados aspectos que necesitan estas personas, tendremos que tener una formación especial preparada para estos casos. Y además también, tenemos que sacar convocatorias (de empleo) específicas para las personas con discapacidad y especialmente con discapacidad intelectual. Si no, es imposible que accedan.
Y también para nosotros es determinante la formación en alternancia con el empleo. Es la manera de poder acceder al empleo más fácilmente, habiendo adquirido las destrezas necesarias para desarrollar cualquier trabajo. Si nos vamos y vemos la estadística en Europa de quién tiene desarrollada la formación dual y es proporcional: quien más formación en alternancia con el empleo tiene desarrollada tiene un índice mucho más bajo de desempleo. Y a la inversa.
Para personas con discapacidad intelectual o para personas a partir de 21 años que salen del dispositivo de educación y hay muchas veces casos que no tienen la certificación profesional que se exige, una de dos: o facilitamos la manera de que estas personas accedan o los estamos condenando a que no tengan un trabajo.
Estas son algunas de las medidas que creemos imprescindibles para que puedan acceder a un empleo.
El 10% de la sociedad tiene discapacidad y eso debe abordarse transversalmente en todos los ámbitos
P. La realidad de las personas con discapacidad, ¿está suficientemente visibilizada?
R. Yo creo que no, creo que no. Mira, cuando se dice que el 50% de la población son mujeres y el 50% hombres, creo que se está haciendo una política en cuanto a ese concepto de género que es transversal, debe de serlo, en todos los ámbitos. Creo que con la discapacidad tendría que ser igual. Estamos hablando de que el 10% de la sociedad tiene discapacidad y creo que es lo suficiente como para que tenga esa transversalidad en todos los ámbitos, en la salud, en la educación, en el empleo, en todo. Y creo que esa situación no se da, esa sensibilidad y ese alcance de intentar que en toda situación que se esté analizando, a nivel legislativo, etcétera, creo que no, no hay ese concepto de la discapacidad contemplado.
P. Porque, claro, si no se visibiliza, no es posible la inclusión de algo que no se ve o no se quiere ver.
R. Lo que digo es que precisamente la muestra de que no se está visibilizando es que no se tiene en cuenta. Estamos hablando, ya digo, de un 10% de la población. Y, no es por nada, pero por ahí vamos a pasar todos, porque es cuestión de tiempo que la discapacidad llegue al ser humano.
P. Que llegue a tu vida.
R. Está clarísimo. Y, bueno, creo que es falta de conocimiento.
P. ¿Se logra una integración real en la sociedad de las personas con discapacidad?
R. Sí, sí, sí. Totalmente. Pero para eso hay que tener las cosas claras, me refiero a que no se puede especular. Nosotros tenemos ejemplos de personas que estaban en un centro de día ocupacional, en vivienda tutelada, personas huérfanas, y que lo primero que no sabían era incluso decidir. Les dabas la opción de decidir y no sabían. ¿Qué ropa te vas a poner? La que tú me digas. ¿Qué vas a hacer hoy? Donde tú me lleves. Entonces, personas en esas condiciones, hoy están en una vivienda, están con un empleo, tienen los apoyos socioeducativos que le permitan dirigir su vida por el sitio adecuado, pero tienen una autonomía.
Uno de los aspectos para que las personas sean felices es la libertad. O tú te sientes libre para poder decidir o es muy difícil que tú te sientas bien. Entonces, para tener esa libertad necesitas tener los recursos necesarios. Generemos esa libertad, generemos la posibilidad de que las personas puedan decidir por sí mismas. Y para eso evidentemente hay que dotarlas de los recursos, y hay que enseñar a comprar, y hay que enseñar a manejar el dinero, y hay que enseñar a estar en una reunión en la situación que se dé. Claro que se puede, son hechos.
P. ¿Dónde están los obstáculos, los puntos débiles para lograr esa autonomía e integración, tanto esas personas como sus familias?
R. Por parte de las familias hay un gran problema y es la sobreprotección. Normalmente, ante la discapacidad intelectual y ante tener un hijo así, en un porcentaje elevadísimo hay una sobreprotección que está impidiendo que la persona sea libre. Como consecuencia de eso no se desarrolla personalmente. Y no hay cosa peor que no tengas la posibilidad de desarrollarte. Ese es de los aspectos a mi juicio más graves que suceden normalmente por parte de las familias.
Y luego, por parte de la administración pública, creo que hacen falta personas más sensibles. Nosotros, cuando hacemos selección de personal en Fundación Prode decimos: queremos personas con valores y luego ojalá tengan talento. Evidentemente, intentamos que sea con más o menos talento, nos ajustamos a la persona. Pero sí procuramos, en la medida de lo posible, que sean personas con valores y talento. ¿Qué sucede en la administración? Pues lo mismo: nos hacen falta políticos con valores y con talento. Con valores para que evidentemente lo humano prime sobre otros aspectos y con talento porque hay que tomar muchas decisiones y hay gente que no sabe por dónde hacerlo. Y el ámbito de la discapacidad, no ha sido precisamente uno de los aspectos que más se hayan tenido en cuenta.
Hay empresariado que no contempla en absoluto contratar a personas con discapacidad
P. Hablaba antes del empresariado. ¿Son sensibles? Evidentemente miran la cuenta de resultados pero, ¿hay quien no se da cuenta todavía de que todo tipo de personas pueden ser útiles?
R. Sí, totalmente. Del empresariado te puedo contar lo mejor y te puedo contar lo peor. Que conste que nosotros hemos dado con un empresariado en Córdoba que nos ha sorprendido muy gratamente. Nosotros estamos generando mucho empleo en Córdoba precisamente porque hemos dado con empresarios muy sensibles. Recuerdo que le decía a uno de los empresarios más importantes de la ciudad: ‘Yo creía que vosotros erais todos unos tiburones y me he quedado muy sorprendido porque veo que tenéis sensibilidad’.
Por eso digo que puedo hablar de lo mejor y también de lo peor. Efectivamente vivimos en una sociedad muy competitiva, en la que o tienes la posibilidad de ser de los más fuertes o te vas saliendo de ese mercado. Entonces, evidentemente, ahí las personas con discapacidad lo tienen muy crudo. Y sí, hay sectores o empresariado que no lo contemplan en absoluto.
Y de hecho si nos vamos al empleo que se genera para personas con discapacidad en el ámbito empresarial y en los centros especiales de empleo, es que nos movemos en torno al 20% y al 80% (respectivamente). Con esos datos ya ves que evidentemente no hay la sensibilidad que debiera de haber. No obstante, ya digo, nosotros hemos encontrado aquí muchas personas con mucha fuerza en el ámbito mercantil que nos están abriendo las puertas de par en par. También es porque ven reciprocidad, ven que hay profesionalidad, que las cosas se hacen bien y que se puede apostar por las personas cuando hay apoyos y todo lo necesario.
Y es cierta también otra cuestión, muchas personas con discapacidad necesitan apoyo para poder desarrollar determinados trabajos. Y eso lógicamente en nuestro ámbito se ve normal, pero en el ámbito puramente mercantil, pues no es su labor. El objetivo de una empresa es el que es, obtener beneficios. Evidentemente en nuestro sector es otro el concepto. Hay que ser respetuosos también con esa lógica.
P. Y en el lado opuesto, ¿hay empresas que surgen para atender a estas personas sin haber tenido esa conciencia o esa sensibilización o estar especialmente preparadas? No sé si existe un riesgo de precarización de esa atención a personas discapacitadas porque surjan empresas que solo van al negocio.
R. Sí, claro que sí, claro que sí. Aquí hay una cosa importante. Está la empresa ordinaria y están los centros especiales de empleo. En la empresa ordinaria, pura y dura, a cada instante lo vemos en sectores muy precarios, como limpieza… Hay un tema también muy grave y es que las personas con discapacidad entran normalmente a trabajar en sectores o ámbitos muy precarios. No entran en ámbitos de la industria o la tecnología y la innovación. Este es uno de los propósitos de nuestra organización, procurar apostar por sectores de más importancia. Y lo digo porque, claro, resulta que normalmente en esos sectores tan precarios los márgenes de beneficio son muy inferiores. Entonces, cuando vienen las subidas salariales u otras circunstancias, si los márgenes son inferiores, ya tenemos problemas de desempleo...
Los centros especiales de empleo de iniciativa social tienen más del 50% de la propiedad de una entidad sin ánimo de lucro. Estas entidades van buscando el beneficio social. Sin embargo, los centros especiales de empleo que no son de iniciativa social, que son empresa puras y duras, van buscando el beneficio. Entonces, en muchos casos, son actividades que hacen que las personas estén -no voy a decir explotadas, pero en unas circunstancias que no son las adecuadas. En muchos casos, no son todos evidentemente.
Las personas con discapacidad entran normalmente a trabajar en sectores muy precarios
P. En cuanto a las familias, entiendo que son un pilar para las personas con discapacidad. ¿Pero qué necesitan las familias? Porque decimos que el que cuida también necesita ser cuidado.
R. Yo creo que las familias necesitan más recursos. Necesitan formación, actividades para unirse en torno a la necesidad común del colectivo. Porque normalmente esto se hace o con proyectos que presentas en determinadas instituciones o no tienes los medios. Yo soy de la opinión de que tú, antes de abordar algo, tienes que tener el conocimiento necesario sobre ello. Y más en sectores de población que muchas veces son de un índice medio-bajo.
Entonces lo primero que hacen falta son recursos para dar a las familias el conocimiento y, a partir de ahí en cada caso, hacer un itinerario personalizado para cada persona contando con la familia. Eso es imprescindible, eso es lo que estamos haciendo nosotros por ejemplo ahora en los Centros de Atención Infantil Temprana. No se trata de que los profesionales hagan con el niño o la niña un itinerario, porque luego llega al domicilio y a lo mejor no tiene que ver nada lo que se haga en casa con lo que se hace en el centro. ¿Solución? Hacerlo todo absolutamente con complicidad del proyecto, de la persona, de cómo actuar en cada sitio… Por eso digo que hace falta conocimiento y una estrategia sobre ese conocimiento para abordar la vida de las personas de manera adecuada, en todos los ámbitos, ya sea de salud, educación o la vida de mayores, por supuesto.
Y una cosa muy clara, que hemos percibido cuando empezamos en Córdoba: las personas con discapacidad intelectual, resulta que cuando están en una ocupación o en un empleo y salen, llegan a la casa y no socializan apenas. No tiene vínculos apenas. Y llega el fin de semana y están dentro de la casa. Es una demanda que hemos tenido impresionante. Evidentemente ahí tenemos que ver, con las familias, ver esa situación con el fin de ocupar todo ese tiempo que esté con la familia y todo ese tiempo que esté libre sin ella, por supuesto. Es tremendo, personas que están trabajando, en cocinas de restaurantes y que salen a las cinco de la tarde y van de su trabajo a su casa y de la casa no sabe salir.
P. No tienen vida social.
R. Ninguna, ninguna. Pero en muchos casos.
P. Quería preguntar también por dos áreas que imagino tienen una relación estrecha cuando hablamos de las personas con discapacidad. Por un lado, la sanitaria-social y por otro lado la educativa. ¿Cómo es esa relación y qué hace falta?
R. Ahí hay, a mi juicio, pero es algo histórico, descoordinación. Las personas se mueven en todos los ámbitos y, lo mismo que hablábamos antes de las familias -que tú puedes actuar en el centro profesional de una manera pero si luego en el entorno familiar no se tiene claro lo que hay que hacer, ahí no se consiguen los resultados-, pues lo mismo sucede con esto.
Si nosotros tenemos a una persona en educación, si tenemos en el ámbito sanitario, en el cultural o sea el que sea, eso es imprescindible. Nosotros en Córdoba estamos intentando, en la medida de lo posible, entablar algunos convenios con centros educativos para que estas personas cuando lleguen a la edad de 21 años, tengan ya preparado su itinerario en ocupación, o a nivel formativo, etc.
Y luego a nivel de administración, creo que lo que tiene que haber son equipo multidisciplinares que aborden la problemática. Mi problema es la persona y si tiene necesidades sanitarias, educativas y de otros sectores, vamos a ver cómo lo abordamos. Creo que es el enfoque principal. Esto es igual que en una empresa: en la empresa de qué te vale que tú hagas muy bien algo si la empresa hace aguas por otro sitio. El problema de la empresa es el problema de cada uno de los trabajadores y tenemos que tener una visión global. Yo creo que ese enfoque es muy necesario, muy necesario.
El tercer sector necesita bastante más inconformismo del que hay
P. ¿Y el problema de las listas de espera, tanto Dependencia, de Servicios Sociales, sanitarias…?
R. Eso ya no es por coordinación, sino que creo que es cuestión de recursos. Y creo que efectivamente la falta de recursos hoy en día en las delegaciones es un horror. Es un horror. Se aplazan muchas cuestiones porque no tienen recursos, así de claro. Les faltan profesionales, les faltan técnicos… Ante eso, lógicamente, hay demoras de todo tipo. Recursos, presupuesto.
P. Prode cumple 40 años en 2024. ¿Cómo ve su evolución, cómo ha sido este tiempo? Citaba al principio que había muchas cosas por hacer, pero que desde luego se ha cambiado mucho.
R. Se ha cambiado mucho, sí, porque la situación era muy, muy, muy precaria. Y, lógicamente, hoy en día, no tienen las personas con discapacidad la misma autonomía que el resto de la población, pero viven infinitamente mejor de lo que se vivía en aquellos tiempos.
En Fundación Prode, lo que he visto con mayor desarrollo en los últimos años es esa capacidad de ver y enfocar lo realmente importante. No estamos aquí por estar, lo lógico es que aportemos algo a lo que ya hay. Y eso lo hemos visto. Y algo que para nosotros ha sido determinante es el nivel de profesionalización al que se ha llegado. Lo tenemos todo absolutamente digitalizado, lo tenemos todo bajo un control extraordinario y somos una entidad muy compleja. Estamos hablando de cuarentaytantas unidades, 23 en el ámbito de lo asistencial, 21 en el ámbito mercantil, más de 900 trabajadores… Somos también veintitantas formas jurídicas diferenciadas. Eso exige un control muy, muy, muy riguroso y lógicamente eso ha implicado que nos hemos tenido que profesionalizar al máximo. Creo que podemos estar al máximo nivel que pueda estar cualquier empresa del mercado, no ya en nuestro sector.
P. Porque la innovación ha tenido que ir desde luego acompasada en el tiempo. Y enfocada al sector del que se trata.
R. Sí, sí. Además, nosotros siempre hemos ido con una mentalidad muy empresarial, no hemos ido como muchas veces se ve el ámbito del tercer sector que parece que hay que vivir de subvenciones. No, en nuestro caso no. Nosotros hemos tenido desde siempre muy claro. De hecho, antes de la crisis económica del 2008, nosotros estábamos en un 20% de actividad mercantil y en un 80% de actividad asistencial. Y ahora mismo estamos en el 50% y 50%. ¿Por qué? Porque vimos que había que diversificar. Yo no conozco a ninguna organización, ninguna, que tenga la diversidad de nosotros. Ante esa realidad, hemos tenido una necesidad imperiosa de profesionalización.
P. ¿Y cómo les afectó la pandemia?
R. A nosotros nos ha ayudado mucho a profesionalizarnos más. Nos cogió con las herramientas ya desarrollándose, con la tecnología. Estábamos, por ejemplo, con Office 365 muy implantado ya en la organización y, desde el primer momento de la pandemia, estábamos todos conectados. De alguna manera, lo que hizo fue que, en donde antes empleábamos mucho esfuerzo, con la tecnología estamos obteniendo mejores resultados y sin tanto esfuerzo. Y con eso hemos continuado. A nivel de profesionalización nos dio un empujón que nos ha venido bien.
Nos hacen falta políticos con valores y talento
P. Para este año 2024 recién iniciado, qué tiene preparado Fundación Prode por sus 40 años.
R. Creemos que tenemos que celebrar esto con todo el entorno. Hemos hecho una agenda para todo el año con diferentes iniciativas, de todo tipo, desde la edición de libros, exposiciones, celebraciones… De alguna manera es procurar visibilizar el trabajo durante cuarenta años y, sobre todo, el trabajo orientado a la dignidad de las personas, que es algo que también se va perdiendo. Como vivimos en tiempos tan convulsos, tan económicamente apretadetes, resulta que si hay menos recursos, parece que tenemos que pedir más. Con pedir más me refiero de manera benéfica. Hubo un gesto que se hizo hace ya muchos años, que lo hizo FEAPS, lo que es la Federación de Plena Inclusión ahora, y es quemar la hucha. Las personas no podían vivir de la caridad por tener discapacidad intelectual, tenían que vivir por derecho. Y de alguna manera, ahora, veo muchas iniciativas orientadas a buscar fondos de manera benéfica cuando no eso no debería de darse. Las personas no deberían de vivir de la caridad, deben de vivir de los recursos públicos que deben estar disponibles para que vivan en condiciones de igualdad. Lo contrario va contra la dignidad de la persona.
Entonces, creo que hay que saber mostrar esa imagen de la discapacidad intelectual que permita hacer ver a las personas que son uno más.
P. Para terminar, ¿un deseo para los próximos 40 años de Prode?
R. Pues que Fundación Prode no sea necesaria. Que las entidades como Prode no fueran necesarias porque las necesidades de las personas más vulnerables estén cubiertas.
¿Un deseo para los próximos 40 años de Prode? Que no sea necesaria
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