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Antonio José: “La vida es de los valientes”

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Alejandra Luque

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Sentado en uno de los salones del hotel Hospes Palacio del Bailío, Antonio José Sánchez Mazuecos (Palma del Río, 1995) espera a Cordópolis. Son las cuatro de la tarde de un 22 de junio. En Córdoba. El calor aprieta con fuerza e intensidad, al igual que la irrupción de Antonio José en la música. Pero este rinconcito, alejado de curiosos, se convierte en un oasis donde respirar tranquilidad.

A veces, las oportunidades llegan cuando menos te lo esperas. Y eso es lo que le ha ocurrido a Antonio José. Lo ha revolucionado todo. Hace justo un año, el cordobés se convirtió en el ganador de la tercera edición de La Voz. Y, a raíz de ahí, vino todo. Su viaje. Más de 60 conciertos en un año. Más de 100.000 personas cantando a voz en grito sus canciones. Doble disco de platino con su primer disco, El Viaje. Y el 8 de julio saldrá a la venta su segundo álbum, Sentidos.

Hechas las presentaciones y frente a frente, se aferra a un cojín del que no se separará durante toda la entrevista. Lo mueve de un lado a otro, pero siempre pegado a él. Al igual que su sueño de ser alguien en la música, como más tarde responderá a una de las preguntas. No mira al suelo ni al techo. La timidez la dejó atrás, nada más pasar el zaguán del hotel. Ahora mira a los ojos de quien tiene enfrente. Sonríe. Se acomoda en el sofá. “¿Listo?”. “Adelante”.

PREGUNTA. ¿Ha tardado mucho en llegar este momento?

RESPUESTA. No sé si ha tardado mucho porque nunca me he obsesionado con que llegase. Siempre he trabajado y he pensado que para mí, el fin no justifica los medios para llegar. Siempre me he centrado en intentar hacer lo que ese día tocaba: trabajar duro para que, algún día, pudiera conseguir grandes cosas. Este momento es algo increíble, en el que estoy muy feliz por todo lo que estoy viviendo y, a veces, estoy que no quepo ni en mí. Tener ya la experiencia de haber sacado un disco y haber sido Doble Platino es una locura. Todo eso se lo debo a mis fans, que son lo más maravilloso del mundo.

P. ¿Qué fue antes: el fútbol o la música?

R. Primero fue el fútbol. Dicen por ahí las lenguas que yo, desde muy chico, ya jaleaba. Con cuatro años ya empecé a jugar al fútbol y desde muy pequeño, toda cosa que veía en el suelo, me ponía a darle patadas como si fuera un balón. Pero, después de esto, llega un momento en tu vida en el que te planteas las cosas. Es decir, en el fútbol, o con 17 o 18 ya estás jugando a nivel top o plantéate la situación. Es así. Tienes que tener mucha suerte. Pero desde primera hora me di cuenta de que lo que realmente estaba para mí era mi música, el intentar ser alguien en este mundo. Empecé a trabajar sobre ello, a tocar mi guitarra por mi cuenta, a juntarme con flamencos y con gente con mucho arte porque siempre me ha gustado mucho el flamenco y rodearme de gente con talento. A partir de ahí, me pica el gusanillo y esa curiosidad por ir formándome y aprender cosas nuevas. Y de ahí nacen las ganas de Antonio José. Y, sobre todo, gracias a mi madre; ella era cantante y yo siempre la escuchaba cantar y siempre que tenía un ratito, echaba con ella unos cantes.

Nunca me he obsesionado con que llegase este momento

P. Con 10 años fuiste subcampeón de España con la selección andaluz de fútbol sala. ¿Es en ese momento cuando empiezas a colgar las botas y a interesarte por la música?

R. No es que ése fuera el momento en el que yo quise colgar las botas. Qué va. Yo estuve jugando a fútbol hasta los 15 años, edad en la que yo creía que podría comer del fútbol. Lo creía y lo quería. Yo me preparaba para poder jugar en un equipo de Primera División. Ése era mi sueño como cualquier otro niño que juega a fútbol. Pero bueno, luego te das cuenta de que la vida no es tan color de rosa o como a veces uno se la cree. Llega un momento en mi vida en el que la música se interpone. Es como cuando estás muy enamorado de tu pareja pero llega una persona en tu vida que te gusta más y dices: “Madre mía”. Y te replanteas las cosas. Así me llegó la música. Yo siempre la tenía ahí. Me llegó y dije: “Esto qué es”. A partir de ahí yo tenía claro que quería dedicarme a esto. No lo dudé en ningún momento.

P. Cuando hablas de tus comienzos en la música, dices que no querías “ser lo que el mundo decidiera que fueras”. ¿Querían crear un producto de Antonio José?

R. No tiene que ver con el aspecto de que a mí me quisieran llevar por un lado u otro. Nunca me han gustado las personas que siempre tienen en la boca eso de “el no ya lo tienes”. Es verdad. Pero lo difícil está en conseguir que te digan: “Sí”. Siempre he sido una persona que si me han dicho “no” he seguido, he seguido, una y otra vez. Llega un punto en el que te desilusionas, ¿no? Pero para nada fui capaz de tirar la toalla. A eso me refiero. Nadie tiene que ser nadie para decirte a ti que tú no puedes. Gracias a Dios, las cosas siempre las he decidido yo y como me han salido del corazón.

P. Hoy la música es tu pasión, pero estuviste a punto de dejarla.

R. Yo estuve a punto de tirar la toalla. A esto (y se señala la punta de su dedo índice). Ahí dije: “Mira, sigo con mis estudios y me preparo para profesor de Educación Física y punto”. Pero tenía una intuición de que tenía que trabajar y saber qué iba a pasar con la música. Mi cuerpo me lo pedía. Yo estaba en clase con mis auriculares puestos, estudiaba con música, me quedo durmiendo con música y me despierto escuchando música. No podía dejarla yo de lado porque “ese algo” es lo que a mí me daba ganas de vivir.

Llega un momento en mi vida en el que la música se interpone

P. ¿Qué ha pasado durante estos años en los que Antonio José no salía en los medios de comunicación ni llenaba conciertos?

R. Gracias a Dios tengo dos padres que son los pilares de mi vida. Ellos se impusieron ante muchas cosas y han tratado que yo me criase con mis amigos y mi familia. Que tuviera una infancia feliz y como la de cualquier otro chiquillo. Que no estuviera fuera de su casa durante mucho tiempo y que siguiera formándose con sus estudios. Por eso, mis padres decidieron dejar un poco apartado el tema de la música. Cuando eres un niño con 10 años, tú realmente vas a donde te dicen. Eres una marioneta, por mucho que tú te impongas. Con esa edad, no tienes poder de palabra. Mis padres, gracias a Dios, se impusieron. No digo que eso fuera malo, para nada, en absoluto. Ellos prefirieron que yo tuviera mi infancia, mis amigos y que tuviera mis vivencias con ellos.

P. Que no te perdieras determinados momentos.

R. Exactamente. Gracias a Dios, y por no perderme esas “ciertas cosas”, hoy soy lo que soy.

P. Pero tus padres siempre te han apoyado en la música, ¿no?

R. Siempre. A mí, mis padres nunca me han dicho: “No”. Jamás. Siempre me han apoyado y estaban ahí con un: “Antonio José, ¿qué quieres?; Antonio José, ¿qué piensas?; Antonio José, ¿qué vas a hacer?”. Y jamás me han dicho: “Pues no, tú vas a hacer esto y esto”. Nunca. Desde su posición de padres siempre me han aconsejado y jamás se han interpuesto. Sí es verdad que yo nunca he sido muy manioso.

P. Y, a día de hoy, ¿te siguen acompañando a los conciertos?

R. Por supuesto. Cada vez que ellos pueden, vienen conmigo.

Gracias a Dios, las cosas siempre las he decidido yo y como me han salido del corazón

P. ¿Te aporta seguridad su presencia?

R. Por supuesto. Son mis padres. Me da seguridad que estén ellos, mi familia, mi gente, la que realmente sabe cómo soy. Ésa es la gente que me hace bien y por la que me palpita el corazón. Y que me dure toda la vida.

P. ¿Por qué no querías apuntarte a La Voz? De hecho, tu madre lo hizo por ti.

R. (Risas) Yo estaba con mi guitarra, en mi cuarto, subía mis vídeos a Youtube y tampoco tenía yo ganas. No sentía que fuera el momento de salir. Hay veces que tú no ves el momento y que otras personas sí lo ven. Mi madre siempre ha estado ahí, siempre me ha apoyado y siempre me ha dicho: “Antonio José, tú vales para esto”. Y yo decía: “Sí, mamá, pero que yo ahora mismo no tengo ganas. Yo estoy bien aquí en mi pueblo, con mis amigos y mis cosas”. En ese momento, yo estaba en Sevilla estudiando. Y yo siempre decía que no. Con mi guitarrita y punto. Yo no tenía ganas ni de jaleo ni de presentarme a ningún lado (Risas). Y me decía: “Pues ya está. Siempre tienes que ganar tú”.

P. Pero esta vez ganó ella.

R. (Risas) Sí. Un día me llamó por la mañana y me dijo que venía un tío mío de Menorca. Me dijo: “Ha venido tu tío y nos vamos a ir a Sevilla que quiere comprarse algo de ropa. Ya de paso, también compramos nosotros algo”. Claro, cuando yo me voy a Sevilla, mi madre me lleva a Triana. Ahí le dije: “¿A qué tienda vamos de Triana a comprar ropa? Aquí está el hotel y poco más”. Y me dice: “Es que venimos aquí al hotel porque quiero que me hagas un favor. Te lo pido. Te he traído al casting de La Voz porque envié tu vídeo y me han llamado. Te han seleccionado para que hagas el segundo casting y quiero que entres ahí y lo hagas por mí”. En ese momento se lo dije claro: “Ni mijita” (Risas). Yo no me había preparado nada ni tenía canción ni nada. Ella, corriendo, me dijo: “No te preocupes, yo te pongo el móvil y te aprendes las dos canciones que tienes que cantar”. Al final, entré al casting sin saber lo que la vida me iba a deparar. Con un sueño que lo llevaba conmigo, yo iba con él por delante, pero un poco desganado. Nunca he dejado mi sueño apartado. Siempre lo he llevado por delante de mí. Protegido. Ahí mi madre no se equivocó. Las mujeres y las madres siempre ganan (Risas). Ella me ha dado la fuerza otra vez y las ganas de hacer lo que verdaderamente me motiva hacer: el estar viviendo este momento en el que estoy feliz, contento y emocionado…. Son muchos adjetivos que te podría decir. Me siento un privilegiado por estar haciendo lo que más me gusta hacer, que hoy en día es complicado.

Si Antonio Orozco no se hubiera dado la vuelta en las audiciones a ciegas, yo hubiera seguido en mi pueblo tan tranquilo, con mi guitarra y mis amigos

P. Desde que saliste del programa te han preguntado hasta la saciedad si todo este éxito te cambiará. Tú dices que no. Que serás siempre el mismo. Pero, ¿cómo es Antonio José? ¿Cómo es cuando llega a Palma del Río?

R. Es muy fácil. Esta pregunta sí te la puedo contestar muy fácil. Antonio José es un chaval que se ha criado en una calle de pueblo, en un patio de vecinos, con sus padres y sus abuelos. Que tiene a sus amigos de toda la vida. Un chiquillo que ama lo que hace. Un chaval al que nunca lo han metido por donde él no ha querido. Y un chaval que tiene un sueño muy grande y que todas las personas que están hoy a su lado espera que puedan seguir viéndolo siempre.

P. ¿Qué hubiera pasado si Antonio Orozco no se hubiera dado la vuelta en las audiciones a ciegas? ¿Hubieras seguido apostando por la música?

R. Pues nada, que a otra cosa mariposa. Yo hubiera seguido en mi pueblo tan tranquilo, con mi guitarra y mis amigos. En la audiciones a ciegas, me acuerdo que mi madre me dijo: “¿Y si ahora no se da nadie la vuelta? ¿Qué va a decir la gente?”. Y le dije: “Mamá, tú sola me has metido en el lío este. ¿Ahora me vas a decir que si no se dan la vuelta, que qué va a decir la gente? Pues que diga lo que quiera”. Hay que tener valor y tenerlos bien puestos para ponerse delante de cuatro artistas a cantar. Es que hay que tenerlos muy bien puestos. Pero para todo en la vida, ¿eh?.

P. En ese sentido, Orozco siempre ha alabado tu capacidad para subirte a un escenario nuevo y tener la situación controlada al instante. ¿Es la percepción de Orozco o es una realidad?

R. Antonio (Orozco) me tiene mucho cariño y es un fenómeno. Se ha convertido en un gran amigo mío y en un padre en esto de la música. Antonio es un buenazo. Intenta siempre ayudar a todo el mundo y siempre está dispuesto a apoyarte, pero también a decirte cuatro verdades. Y creo que en este mundo es difícil encontrar a alguien que te hable con tanta verdad como hace Antonio. Yo siempre se lo he dicho: “Tú eres manteca colorá. Vas con la verdad por delante”. Y que te lo diga un artista que realmente sabe lo que es este mundo, es de alabar más aún.

P. ¿Preferías que te eligiera Orozco antes que otro?

R. Siempre. Cuando entré lo dije: “Si tenía que irme con alguien, tenía que ser con Antonio y con nadie más”. Había cuatro pedazos de artistas allí, pero es que yo me he criado con la música de Antonio.

Si tenía que irme con alguien, tenía que ser con Antonio Orozco y con nadie más

P. En tu paso por el programa, elegiste canciones que no se caracterizan precisamente por su sencillez: Ya lo sabes, Aprendiz, Amiga mía…¿Mejor siempre apuntar alto?

R. Yo creo que en la vida, si quieres ser alguien, hay que apuntar alto. Hay que ser valiente. La vida es de los valientes. Cada vez que sales a la calle, tienes que salir con la mentalidad de creer en ti. Si sales a la calle y no crees en ti, la gente no lo va a hacer. Ni va a creer en ti, ni en lo que haces ni en lo que dices. Siempre tienes que salir con una mentalidad positiva y sabiendo lo que eres y de donde vienes. No perdiendo nunca el norte, ni el sur, ni el este, ni el oeste. Tú tienes que estar ahí, en tu sitio, como has sido siempre.

P. Y tú, ¿te quedarás en el sur?

R. Si tú me quitas del sur, es como si a un pez lo sacas del agua: se ahoga. Pues lo mismo. Si tú a mí me quitas Córdoba, Palma del Río y Sevilla, me ahogo. Es como mi hábitat natural. Pero es verdad y es normal que en este mundo de la música tienes que viajar muchísimo y asentarte en un sitio. Hoy en día, en España, ese sitio es Madrid, Barcelona o Sevilla. Pero todo el cotarro está en Madrid y es ahí donde están las oportunidades. Siempre ha sido así y siempre lo será. Pero, mientras pueda, me voy a esperar un poquito más en mi Andalucía, que me encanta y cada vez que puedo, me escapo entre alguna de sus provincias. Voy a esperar un poco hasta que ya no pueda más y tenga que salir. O hasta que mi música me diga: “Oye, necesito que me enseñes por otros lados. Ya tendrás tiempo de venir a tu casa y venir a tu tierra”.

P. Hablando de viajes, vueltas y regresos, hace justo un año, y a las pocas horas de convertirte en el ganador de La Voz, vuelves a Córdoba y miles de personas van a la estación a recibirte. ¿Cómo fue esa primera toma de contacto con las que ya eran tus fans?

R. Aquello fue algo… No sé decirte. Llegar a tu tierra y que tu gente, tus paisanos, esté ahí esperándote... Es algo maravilloso.

Si sales a la calle y no crees en ti, la gente no lo va a hacer

P. ¿Impresiona?

R. Mira, te lo iba a decir. Tengo ahora mismo el vello de punta (y se señala el brazo). Me impresionó muchísimo cómo estaba la estación. Es que no me lo imaginaba en absoluto. Luego, ya no es eso. Cuando vine a cantar aquí al Teatro de La Axerquía. Cuando yo vine y vi a mi Córdoba en frente…

P. ¿Cómo fue ese primer concierto?

R. Yo tenía muchísimas ganas. Recuerdo que ése fue una tirada de cinco conciertos. Venía de Castellón y sin voz. Había tenido un resfriado de mil demonios, nunca se me olvidará. Entonces mi tour manager me dijo: “Antonio, no te preocupes que todo va a salir bien. Si tenemos que suspender, se suspenderá”. Y dije: “No, no, no. Ni mijita. Aquí no se suspende nada de los cinco conciertos. Yo conozco mi voz y lo que necesito es un poquito de descanso”. Entonces, di con una clave que hasta el día que yo me muera me acompañará. Y es el jengibre puro. Fue mano de santo. Le vino muy bien a mi garganta. Compré el jengibre, que está muy malo. Es una raíz a la que le pegas un bocao, la masticas y te la tragas. Así que yo, durante todo el viaje de Castellón a Córdoba, dormí tres horas y las demás estuve a bocaos con un trozo de raíz para intentar que mi voz se despertara y se le quitara la ronquera. Y fue gloria. En ese concierto invité a Pablo López y se lo dije: “Tío, estoy partío. Vengo de Castellón de hacer un concierto, hoy Córdoba y tengo cinco conciertos seguidos”. Me preguntó que cómo estaba y yo le dije que bien. Cuando yo empecé a cantar la primera canción dije: “Esto se cae hoy”. Y es que encima de todo, el teatro, aparte de ser bonito, tiene una de las mejores imágenes que yo he visto a lo largo de mi vida. Te lo estoy diciendo y tengo el vello de punta. Salir a cantar y tener la suerte de ver la Mezquita iluminada… Yo me santigüe tres veces, siempre lo hago, y rezo mis oraciones antes de salir al escenario.

P. ¿Eres creyente?

R. Mucho. Muy creyente. Así que cuando vi la Mezquita iluminada, miré para arriba y tenía la luna llena. Entonces, ya se me cayeron los palos del sombrajo. Yo salí que no era Antonio José. Yo estaba envuelto en el corazón de no sé quién. Bueno, sí lo sé, en el corazón de las 5.000 personas que había allí. Aquello fue un día inolvidable. Y si me tengo que quedar con algo, me quedo con ese momento. Y espero que llegue el día en el que pueda encontrarme en un tú a tú con mi tierra en la Plaza de Toros. Para mí, ese momento será el más bonito y el más importante de mi vida.

El concierto en el Teatro de La Axerquía fue algo impresionante

P. Si te impresionó tu llegada a la estación de Córdoba, cuando llegaste a Palma del Río, ¿qué?

R. (Risas) Es difícil ser profeta en tu tierra. Pero, gracias a Dios, estoy muy agradecido a mi pueblo. Le tengo muchísimo cariño y allí es donde yo me he criado y donde me han visto realmente. La gente que verdaderamente me conoce está allí, y la que sabe cuál es mi manera de pensar y mi manera de ser. Llegar a tu pueblo y ver a tantísima gente en la plaza en la que tú has pegado tantísimos balonazos es un sueño. Aquello yo lo viví pero no era consciente realmente. Lo fui cuando ya pasaron los días.

P. A comienzos de este año, el Ayuntamiento de Palma del Río te otorgó la Medalla de la Ciudad.

R. Eso para mí también es un privilegio.

P. ¿Sigues buscando allí tus refugios para la soledad?

R. Por supuesto. Tengo mi sitio y cada vez que puedo, me voy a correr o cojo mi bicicleta y allí me despejo. Pego mis gritos y le cuento mis penas al aire.

P. ¿Te es posible pasear por Palma del Río con normalidad?

R. Según el momento. Pero la gente está acostumbrada. Me he criado allí toda mi vida. Es un pueblo grande pero es muy normal verme pasear por allí. Además, me tienen ya muy visto y más aborrecío (Risas).

P. ¿Cuánto tiempo pasa desde que asimilas que has ganado La Voz hasta que empiezas a grabar el disco?

R. Ha sido rápido porque iba con los tiempos del programa. Pero ahí, una vez más, me encuentro con un pedazo de equipo que sigo teniéndolo y espero que sea así durante mucho tiempo. Son Antonio (Orozco), las personas que me he encontrado en Clipper’s y en Universal Music. Han apostado por mí desde el principio. Pero también porque han visto materia prima, todo hay que decirlo (Risas). Si no hay, no apuestan. Pero ellos lo han hecho. Se hicieron las cosas como se debían pero se consiguió algo muy importante y que muy pocas veces pasa: el salir con un disco que no fuera completo de versiones. Para el disco El Viaje había que meter cuatro versiones porque el programa lo exigía. Pero más de la mitad del disco era de temas inéditos. Eso es algo maravilloso y algo que costó mucho. Pero bueno, gracias a Dios tuve la suerte de que apostaran todos desde el principio. Y, mira por dónde, El Viaje ha sido uno de los discos más vendidos de este país gracias a toda la gente que quiere y siente mi música.

La música es capaz de mover lo inamovible. Es capaz de hacer levantar lo que ya se creía que no se podía

P. ¿Y cómo fueron las primeras firmas de discos? Todo aquello era nuevo para ti.

R. Bueno, nuevo y no nuevo. De pequeño ya algo había vivido. Eso sí, no con ese fervor, ni muchísimo menos. Pero sí había hecho firmas de discos, aunque no con esta responsabilidad ni con este cariño. Espero que sigamos teniendo esa misma fortuna. Encontrarte con tantas personas que te cuentan que les has ayudado con tu música es algo emocionante. Si por algo hago música, es por eso. La música es capaz de mover lo inamovible. Es capaz de hacer levantar lo que ya se creía que no se podía. La música lo mueve todo. Es algo que pocas cosas de este mundo pueden conseguir.

P. En algunas firmas se veía a la gente llorar al verte.

R. Sí, sí. Y eso es algo que te estremece el alma. He vivido muestras de cariño de diferentes formas. Hay personas que vienen con una depresión y tú las ayudas con tú música. Luego, hay otras a las que se les ha muerto un familiar… Hay mil historias que encogen el alma y te las cuentan. De ellas están hechas mis canciones. Y de historias de la gente que va conmigo. Intento hacer canciones llenas de vida y de un “sí se puede”. Las canciones tienen que contar algo. Si no hablan de nada, no hay alma. Lo importante de este mundo es que cuando juegas con los sentimientos tienes una responsabilidad. No puedes contar cosas que no tienen sentido. Sólo con fundamento para que otras personas puedan interpretarlas a su manera.

P. En octubre vuelves a actuar en Córdoba, de nuevo en La Axerquía, y con Sentidos, tu último disco. ¿Ha sido un álbum más pausado?

R. Este disco vengo haciéndolo desde diciembre. Había que sacar tiempo de donde no lo había. De quitártelo a la hora de dormir, de estar con tus amigos y con tu familia y decir: “Esto es lo que toca”. Toca creer en mí para que pueda creer el mundo. Para un artista, el segundo disco es súper importante. Uno de los más, quizás. Es el piquito más grande y difícil de conseguir. Desde el primer momento he intentado poner toda la carne en el asador para que esto salga bien, para que la gente me acompañe y cante cada una de mis canciones.

Toca creer en mí para que pueda creer el mundo

P. ¿Y te planteas compatibilizar la música con tus estudios de Educación Física?

R. Ahora mismo tengo que dejarlo aparcado porque no tengo tiempo. Y si tengo que retomar algún estudio, lo haría pero de la Música. Mi piano y mi guitarra.

P. La entrevista se publicará este domingo, día de las elecciones. ¿Te atreves a hacer alguna apuesta?

R. Lo que hagan estos señores ni me importa, ni me va, ni me viene. No te puedo decir nada más. Que cada uno vote de acuerdo a su ideología.

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