Antonia Parrado: “Apostamos por la unidad y el que se suelte, allá él”
Antonia Parrado (Bujalance, 1944) es una mujer que no puede estar quieta. Apenas unos meses después de jubilarse, ha decidido regresar a la primera línea de la política con todas sus consecuencias. De manera inesperada, pero rotunda, ganó las primarias abiertas (podía votar quien quisiese) convocadas por lo que entonces se llamaba Ahora en Común, la fórmula ideada por Izquierda Unida para unir sus fuerzas con Podemos. Las negociaciones fracasaron y Ahora en Común se llama Unidad Popular.
Antonia Parrado fue concejala del Ayuntamiento entre 1999 y 2003, cuando dirigió los Servicios Sociales. Ese año, en abril, sufrió uno de los mayores golpes de su vida con la muerte de su hijo, Julio A. Parrado, cuando cubría informativamente la guerra de Iraq. Regresó en 2005 al Ayuntamiento, en donde permaneció como concejala hasta 2007. Desde entonces, ha seguido trabajando en la educación como inspectora. Hasta que a principios de este año se jubiló.
Abuela, profesora, madre, Parrado quiere ser ahora diputada. Sabe que no va a ser fácil. IU lleva dos legislaturas sin obtener escaño por la provincia de Córdoba y el próximo 20 de diciembre tendrá nuevos competidores, como Podemos o Ciudadanos. Para conseguirlo, Antonia Parrado ha vuelto a estudiar. Cada día, le resta horas al sueño para prepararse para una campaña electoral que empieza en un par de semanas.
PREGUNTA. ¿Dónde se ha metido?
RESPUESTA. Pues mira, me he metido en algo con un compromiso moral clarísimo. Mi preocupación está clara: este mundo hay que cambiarlo. Es una frase que no paro de repetir con mi hermana. Esto no puede ser, esto hay que cambiarlo. Desde las políticas que se han hecho desde el bipartidismo hasta el grado de corrupción o paro alcanzados, esta situación hay que cambiarla. Meto a mi hermana porque ella y yo somos bastante peleonas. La cuestión es que me jubilé, estaba tranquila y pensaba que iba a estar relajada. Pero fue empezar las asambleas de Ahora en Común y pensé que había que participar. Se nos llena la boca de que hay que hacer, hay que hacer, hay que hacer... y no hacemos. Así que decidí participar. Me metí en las asambleas, me eligieron como enlace de Ahora en Común a nivel andaluz e iba a las reuniones que se celebraron en Antequera, Córdoba... Al principio no pensé en absoluto en ser candidata, pero fueron las jóvenes las que me pusieron este reto. Al ver que se abría el plazo de candidatura y que había pocas mujeres, me preocupé. Empecé a decirles a las jóvenes que tenían que estar. Aquellas jóvenes me dijeron: “Y tú que estás jubilada, ¿por qué no?”. Creyendo que estaba animando a las jóvenes y que por mi edad la gente iba a tener más sentido común (risas) pues me presenté. Mi sorpresa fue que salí en las primarias. Antes, en asambleas, se planteó que la candidata en Córdoba tenía que ser una mujer. Pero aquí se cumplió como yo quería que ocurriera: por el voto de la gente. Creo en la igualdad total, aunque hayan hecho falta políticas positivas para que las mujeres se pudieran visibilizar. Pero creo también en la democracia del voto. Así que salió esto y aquí estoy.
Al ver que se abría el plazo de candidatura y que había pocas mujeres, me preocupé. Empecé a decirle a las jóvenes que tenían que estar. Aquellas jóvenes me dijeron: "Y tú que estás jubilada, ¿por qué no?"
P. Esta entrevista saldrá el domingo, pero la estamos haciendo hoy jueves, cuando se cumplen 82 años del día en que la mujer pudo votar por primera vez en España.
R. Fíjate. Además, con las reticencias que hubo en algunas mujeres, precisamente, sobre el derecho al voto. Pero bueno, gracias a mujeres muy comprometidas salió adelante. En esos años se tenía la idea de que las mujeres iban a estar condicionadas por la Iglesia, por ambientes más conservadores o porque la tradición pesa mucho e iban a hacer caso a lo que se dijera en su casa. Pero hubo sentido común y triunfó el que la mujer votara. Es que lo otro no se sostenía (risas).
Siempre me he visto más como trabajadora social que realmente como inspectora de Educación
P. Entonces, ¿volvió en septiembre con las asambleas de Ahora en Común?
R. Bueno, me jubilé y a primeros de julio ya me había ido de Córdoba a la playa. Pero me llegaron unos correos electrónicos pidiéndome que entrara en grupos de trabajo. Y yo, que soy del ramo de la educación, siempre me implico en grupos de derechos y servicios sociales. Y entré. Siempre me he visto más como trabajadora social que realmente como inspectora de Educación [Antonia Parrado fue primero profesora y posteriormente inspectora]. En verdad, siempre he trabajado con problemas sociales, de las familias, entre padres e hijos, y con la sociedad. Muchos problemas curiosamente me venían de colegios concertados y a veces de la Iglesia. Hay un problema con muchos padres, que efectivamente escogen libremente y tienen derecho a decidir su colegio. Pero cuando se quejaban de cómo se las gastaban en el colegio les decía: “Usted no sabía dónde se metía”. No podemos exigir que tengan un trato de igualdad o de potenciar determinados conocimientos si eres de clase menos favorecida como los que reciben los de clase más favorecida. En la idiosincracia de esos centros eso no va. Ellos van a potenciar inteligencias y si vienen de una familia adinerada más aún. Por tanto, sabían dónde se metían.
Cualquier alumno tiene capacidad de aprender. Pero hay que enseñarle y facilitar su aprendizaje y no excluir a nadie
P. Colegios que dejan a mucha gente atrás.
R. Claro. El niño que por desgracia no tiene capacidad suficiente para hacer un curso normal a veces ponen a los padres en una situación para que abandonen y se vayan a otros centros. Eso es algo que teníamos muy claro en el colegio de San Lorenzo, de donde fui directora. En la EGB nos venían rebotados niños de colegios concertados de las proximidades. Cuando los niños llegaban a octavo y tenían que repetir, allí no se quedaban con ningún repetidor. Hablaban con los padres para que enviaran a sus hijos a los centros públicos. A mí me parece que no tienen conciencia de que cualquier alumno tiene capacidad de aprender. Pero hay que enseñarle y facilitar su aprendizaje y no excluir a nadie. En algunos de esos centros la exclusión se potencia.
¿Qué confianza le damos a los padres si nosotros mismos llevamos a nuestros hijos a la privada?
P. Una de las propuestas de Unidad Popular-IU es acabar con la educación concertada.
R. Sí. Pero es algo que no puede ser inminente. Hay que potenciar la pública. Soy una defensora absoluta de la educación pública. En la familia hemos sido consecuentes. Nuestros hijos han estado en la pública, cerca de nuestra casa, en un barrio obrero. La enseñanza universitaria también ha sido pública. Es que si nosotros somos defensores de la educación pública no podemos llevar a nuestros hijos a la privada. He sido a veces crítica con compañeros que siendo ellos profesores de la pública han llevado a sus hijos a la privada. He llegado a decirles claramente: “Oye, si los llevas a la privada es porque no confías en la educación que das en la pública. Eres maestra aquí. ¿No confías en lo que estás haciendo?”. Qué confianza le damos a los padres si nosotros mismos llevamos a nuestros hijos a la privada. En cuanto al programa electoral me parece una apuesta muy importante. Desde la pública normalmente consideramos que todos los alumnos tienen una capacidad que hay que potenciar y sacar adelante. Y si tenemos que darle apoyo se lo vamos a dar. Ese alumno tiene que conseguir los objetivos. No digo que en la privada no los vayan a conseguir, pero el alumno que no es capaz normalmente se queda atrás. Y se queda atrás y de alguna forma se le invita a que se vaya a un centro público, porque ellos quieren resultados.
Hay padres que vienen de un mundo de trabajadores y obreros que apuestan por la privada concertada... Me cuesta trabajo entenderlo
P. ¿La concertada es la educación de los ricos o de los que se creen nuevos ricos, y la pública la de los pobres?
R. Hombre, quieren resultados para ir a las mejores universidades. Hay padres que vienen de un mundo de trabajadores y obreros que apuestan por la privada concertada... Me cuesta trabajo entenderlo. Eso sí, mi respeto hacia los padres y que elijan el centro que consideren oportuno. Y que luego deduzcan qué es lo que pasa ahí. Luego vienen quejándose. Aunque yo he favorecido el paso atrás cuando he visto a los niños pasando dificultades, la pública no puede dejar a nadie atrás, siempre les digo que abran los ojos.
A los que apuestan por este sistema capitalista salvaje les interesan personas que no piensen
P. Usted fue directora de la EGB. Ése fue mi sistema educativo. Quizás tengo una visión nostálgica de la EGB, pero la sensación es que las sucesivas reformas educativas han empeorado el sistema. Las humanidades, la filosofía, están dando un paso atrás.
R. Es una lástima lo que está pasando con la filosofía, por ejemplo. Yo creo en una filosofía que enseñe al alumno a pensar. Fui víctima como alumna de una filosofía que lo único que te enseñaba era a aprenderse de memoria la vida y obra de los filósofos de turno, pero no se profundizaba en su pensamiento. Entiendo de que los que hayan tenido suerte de tener un profesor o profesora de Filosofía que haya podido reconducir su pensamiento es afortunado. Quitar la filosofía es una barbaridad. El que elimine a la filosofía del sistema educativo es porque no quiere a personas que piensen. Estoy segura de que los que apuestan por este sistema capitalista salvaje les interesan personas que no piensen. Son consecuentes. Para no pensar le quitan esa herramienta que tienen, que es la filosofía.
La religión, fuera de la escuela
P. ¿Y qué hacemos con la Religión en las escuelas?
R. En eso soy clara y tajante. La religión fuera de la escuela. Respeto al creyente. Es más, le pido al creyente que sea tan respetuoso conmigo como yo soy con él. Tienes unas creencias que te sirven para sobrevivir e incluso para ser mejor, bien. Lo que no entiendo es que a mí me impongan un tipo de creencias y que obligatoriamente en este Estado nuestro se ve todavía en los centros escolares. No entiendo que se llene la boca en las escuelas poniéndolas como espacios de paz y metamos a distintas religiones que al fin y al cabo son fundamentalistas. Ahora decimos que la más fundamentalista es el Islam, pero también lo ha sido el catolicismo. No nos olvidemos de la Inquisición. Por tanto, ¿qué hacemos en las escuelas, en esos espacios de paz, dejando las religiones dentro? Es incomprensible. La Religión fuera del colegio. Por supuesto que tengan sus espacios, y que no se apoderen de ellos como nos han hecho con la Mezquita, y que allí preparen a sus creyentes. Pero que no nos lo impongan en la escuela para nada. Quiero una escuela laica.
Nunca entenderé que un maestro o un profesor pueda decir que es apolítico
P. Volvemos a la política...
R. ¡Esto es política también!
P. Sí, es cierto. La educación tiene que ser la máxima prioridad para un político, que es formar a sus ciudadanos.
R. Totalmente. Nunca entenderé que un maestro o un profesor pueda decir que es apolítico. He llegado a decirles: “Polis es ciudad, y tú eres un ciudadano. Por tanto, si eres un ciudadano tienes que ser político”. Es que si no eres político no estás cumpliendo la función social que de ti se espera, que es participar en la vida de tu ciudad. Por supuesto. Que luego seas de este o del otro partido, o cercano de ellos, me da igual. Pero decir que eres apolítico... No entiendo que eso se vea con orgullo. Creo que se trata de un tic del franquismo. La gente de mi generación que nacimos a los pocos años de terminar la Guerra Civil no podíamos decir que éramos políticos. Estaba mal visto ser de ideas. Eso vosotros ya no lo conocéis. Pero en los pueblos se decía mucho: fulanito es de ideas. Fíjate, con lo importante que es tener ideas y se desprestigiaba. Vamos, ¿tan malo es ser de ideas, que significa que piensas? Pues nada. Eso estaba desprestigiado.
P. ¿Se imagina en el Congreso de los Diputados?
R. Sí. Eso significaría que Unidad Popular-Izquierda Unida tendría un buen resultado. IU lleva dos legislaturas que por Córdoba no se ha sacado diputado. Eso significaría que hemos crecido y vamos a tener presencia para ver si podemos contrarrestar las políticas de derechas.
Que no nos pidan a nosotros cuentas de que la izquierda no se une. Yo me he unido y estoy aquí
P. Se antoja difícil, ¿no? Hasta el propio nombre del partido, Unidad Popular, aún no ha calado entre la gente.
R. Bueno, se han dado unos pasos. El hecho de ir a unas primarias abiertas es un paso. A las asambleas y elecciones se podía presentar cualquiera. ¿Que no se haya conseguido al final que muchos estén? Bueno, pues ellos serán los responsables. La responsabilidad es de ellos, no nuestra. Hemos apostado por la unidad y el que se haya soltado, allá ellos. Que no nos pidan a nosotros cuentas de que la izquierda no se une. Yo me he unido y estoy aquí.
P. ¿Le da pena?
R. Hombre, es una pena. La unión hace la fuerza. Pero bueno, caminito. Esto es un camino largo y no es utópico para nada.
P. ¿Se marca como rival las políticas de derechas y al PP?
R. Voy a hablar francamente. El PSOE con sus políticas es también mi rival. Y tengo muy buenos amigos en el PSOE, y saben cómo pienso. A mí me aceptan cómo pienso. A ellos, concretamente a ellos, les tengo mucho respeto. Pero no entiendo que no vean cómo ha actuado el partido al que pertenecen. Que crean ellos que son de izquierdas con las políticas que han llevado cuando han estado en el poder es algo que me desconcierta. Ahora, así estoy. Anoche mismo estuve hablando con una amiga [del PSOE] y le dije: ya sabes cómo pienso. Pero los sitúo donde los sitúo, y ellos lo saben. Aunque se llamen de izquierdas han hecho políticas de derechas.
Yo fui a las manifestaciones en contra de la OTAN con mi hijo de la mano
P. Hay muchos militantes del PSOE también críticos, ¿no?
R. A ver si es cierto y esto da un cambio. Pero empezaron con engaños y ya difícilmente lo van a arreglar. Como yo soy muy vieja me acuerdo de la OTAN. Aquello fue un desastre. Yo iba con mi hijo de la mano a las manifestaciones. Luego cuando pasó lo que pasó me decía: fíjate que yo fui a las manifestaciones en contra de la guerra con mi hijo de la mano [se refiere a su hijo Julio Anguita Parrado, fallecido en Irak en 2003 cuando cubría informativamente la guerra]. Era chiquito. Tenía una profesora muy conservadora que cuando se enteró de que el padre del niño era lo que era [el padre es Julio Anguita, que en esa época ya era secretario general del PCE], empezó a decirme: “Hasta sueño que vais a las manifestaciones”. A la de la OTAN fue al único sitio al que lo llevé. Bueno, lo que decía. En la OTAN nos metieron el primer gol. Por ejemplo, ¿está justificado que Felipe González después de tantos años de mayorías absolutas no sacara la Religión de la escuela?
P. O que mantuviera el Concordato con la Santa Sede.
R. O que lo mantuviera. Eso es impensable, pero eso fue así. Entonces, ahí estamos.
Jamás he tenido el carnet. Sería por el ejemplo que tenía al lado, pero pensaba que una militancia activa suponía una dedicación total
P. Aún no se ha presentado oficialmente su candidatura. Pero sí hubo una oficiosa, cuando vino el coordinador federal de IU, Cayo Lara. Allí usted dijo que era independiente.
R. Sigo siendo independiente. Mucha gente no se lo imagina. Jamás he tenido el carnet. Sería por el ejemplo que tenía al lado, pero pensaba que una militancia activa suponía una dedicación total. En ese trabajo yo veía que el abandono de la familia... Se exigía una dedicación plena. Compaginar una cosa y otra es difícil. Como yo no tenía tiempo para dedicarle a esto lo que le tenía que dedicarle no tuve el carnet. Un carnet, para tenerlo colgado, pues no. Si es verdad que simpatizante he sido siempre. Está claro. No lo puedo ocultar.
P. ¿Fue independiente también cuando era concejala?
R. Sí, claro, me llamaron como independiente. Eso fue otra cosa por casualidad. Acepté dentro del compromiso que te empezaba a decir antes. Sobre todo el compromiso como mujer. Creo tanto que la mujer participe de modo activo en la política... Vuelvo a la educación. Al ser 25 años inspectora yo he fomentado mucho que las mujeres asumieran las direcciones de los colegios. Bueno, reconozco que las circunstancias familiares frenan mucho porque somos muy responsables las mujeres. Creemos que estos cargos de responsabilidad no los vamos a poder llevar porque no podemos dedicarle todo el tiempo que quisiéramos. Pero tenemos que estar dentro. No podemos quedarnos atrás. Nadie va a luchar por nuestros derechos si no lo hacemos nosotras mismas. Siempre digo que la clase obrera fue la que consiguió, con sus mártires, los derechos que lograron. Por tanto, las mujeres igual. Y no es porque se tengan que dar codazos. Lo más importante es que creamos, tanto unos como otros, en la igualdad. La mujer no se tiene que sentir inferior para nada. Ni dependiente. Yo siempre abogo por la independencia económica, que es lo primero que te da la libertad. Una mujer no debe dejar el trabajo por nada del mundo, aunque sea precario. Como te desenganches del mundo laboral puede llegar el momento que el regreso sea dificilísimo. Y para que tu compañero se acostumbre a que lo que hay es que compartir tareas. Y que la mujer no diga nunca eso de que “mi marido me ayuda”. Por Dios. O el marido que dice que ayuda, cuando los dos trabajan igual tiempo en la calle. Además, es que los hombres disfrutan mucho por ejemplo en la crianza de los hijos. Muchos muchachos jóvenes lo están disfrutando desde la hora en que asisten al parto con sus compañeras. Los que lo comparten, lo disfrutan.
Reconozco que las circunstancias familiares frenan mucho porque somos muy responsables las mujeres
P. ¿Hay machismo en la izquierda?
R. ¿Cómo no va a haberlo? Son personas. La izquierda la conforman personas. Aunque teóricamente lo tengan muy claro, esas actitudes y esos comportamientos heredados están ahí. Algunos hacen un esfuerzo infinito, pero a veces se les va un poco. Mira, a veces el Consejo Local de IU se queja. El tratamiento que he tenido con los hombres de IU ha sido respetuoso. Nunca me he sentido infravalorada. Pero reconozco que mi contacto no ha sido asiduo ni constante. Pero seguramente se darán algunos casos. Está claro que un hombre de izquierdas lucha por todos los medios de erradicar de su vida cotidiana cualquier tic machista que le quede. Además, sabe que no es justo. Si luchamos por la justicia social, ahí también está.
¿Cómo no va a haber machismo en la izquierda? Son personas
P. Permítame una pregunta personal. ¿Entró en política tarde porque estaba más volcada en el trabajo y en la familia?
R. Bueno, sí. Te lo puedo decir porque efectivamente cuando tuve los hijos, que entonces se tenían pronto y además trabajando, te ves con una gran responsabilidad. Como los padres de hoy. Ahora se tienen a los treintaitantos y antes los teníamos a los veintitantos. Esa responsabilidad tan grande la de cuidar a tus hijos junto al trabajo te hacía imposible entrar en política. Quizás no fui excesivamente valiente. Pero habría tenido que recurrir a personas extrañas para que cuidaran a mis hijos. Y ésa no fue la opción, evidentemente.
P. ¿Echa de menos su vida como concejala?
R. No, no. Yo le temía mucho a la jubilación. Pero mira, la estoy sobrellevando bien (risas).
P. No para.
R. Y ahora con esta tarea tengo una jubilación activa. La etapa de concejala no la echo de menos. Creo que fue una experiencia buena y muy positiva, sobre todo para saber cómo funciona el Ayuntamiento y también para conocer cómo funcionan las personas. Fue una experiencia muy buena, pero no la echo de menos.
P. En todos estos años, incluso por circunstancias personales, ha estado quizás muy alejada de la política.
R. He estado en mi trabajo porque sí es verdad que a lo mejor soy monolítica en el sentido de que cuando estoy en una cosa me dedico a ello exclusivamente. Pero me llevaba muchísimo tiempo [su época de concejala]. El trabajo no acababa en el despacho sino que me lo llevaba a casa. Las cosas más burocráticas como informes las hacía en casa... No le dediqué lo que algunas personas, que entraban a las 8:00 y salía a las 15:00. Yo no, no paraba. Desde entonces ha habido encuentros, conferencias, mítines, en los que he estado. Pero no he estado activa. Este verano me propusieron lo del grupo social y dije que sí, porque ahora mismo le podía dedicar tiempo. Y es que esto requiere bastante tiempo. Eso es así.
P. Que no puede estar quieta, vamos.
R. No es que no pueda estar quieta, es que a la fuerza ahorcan. Hay que hacer las cosas e intentarlo, pero lo mejor posible.
Si los mayores quieren participar y los jóvenes creen que pueden contar con ellos y entender que algo positivo puedan añadir a la política, es bueno también
P. Ahora se habla mucho de la nueva política. Pero mucha de la gente que está haciendo nueva política es mayor. Ahí está el caso de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que es abuela como usted.
R. Fíjate. Ha sido un momento histórico. Hay gente que ha pensado que la experiencia acumulada, como la de Carmena con una trayectoria profesional tan importante, tenía que ser aprovechada y podría, desde luego, responder incluso a las expectativas de la gente joven. Y ella ha estado ahí. Si los mayores quieren participar y los jóvenes creen que pueden contar con ellos y entender que algo positivo puedan añadir a la política, es bueno también.
P. Hay mayores que hablan como deberían hacerlo los jóvenes, y jóvenes que lo hacen como los mayores.
R. Eso ha pasado toda la vida. Hay jóvenes que parecen unos viejos. Y hay viejos que siguen con espíritu joven, porque creen que mientras vivan tienen que estar ahí. Tienen que estar en la vida y querer estar. Y para querer estar te tienes que sentir joven.
Es un problema que esta sociedad haya llegado a ver como normal que nuestros hijos o sobrinos emigren para trabajar
P. Y el candidato de Unidad Popular, Alberto Garzón, es el más joven de todos, que acaba de cumplir los 30 años.
R. Eso me encanta. Y que los jóvenes se comprometan en política. Aportan frescura. Nosotros podemos tener un cliché a fuerza de lo que hemos vivido. Los jóvenes tienen otra visión del mundo y, sobre todo, mucha formación. No hay que despreciar a los jóvenes. Pero es una lástima que toda esta formación y todos estos cerebros se nos vayan al extranjero porque no encuentren aquí un hueco laboral y que sean en otros lugares donde se está aprovechando lo que se ha generado aquí. Eso es una lástima. Desde que empezaron a irse los jóvenes al extranjero decía: es un problema que esta sociedad haya llegado a ver como normal que nuestros hijos o sobrinos emigren para trabajar. Parece que no nos da la lástima que nos daba en los años sesenta cuando los veíamos marcharse con la maletilla. Será porque ya no se van con la maletilla. Ahora se marchan en aviones. Pero es una lástima que no se aproveche para beneficio del país el producto de estas personas. Tenemos que revertir esta situación. El programa de Unidad Popular hace una apuesta por el trabajo de los jóvenes, y para mí es fundamental.
Estos defensores de España, de verdad, cómo no se les cae la cara de vergüenza. Es que no la tienen. Son capaces de llevarse el dinero a otro país
P. ¿Y eso cómo se hace? ¿Cómo evitamos que la gente se nos vaya?
R. Creando trabajo. Lo que no puede ser es que tengamos un modelo productivo basado en una economía especulativa. Tenemos que cambiar el modelo productivo para que nos dé una seguridad en el trabajo y que esté generalizado, para que este país pueda crecer y no se quede en un país de servicios. Aquí estamos los abandonados del Sur y desperdiciando las inteligencias jóvenes. Tenemos que ir al pleno empleo de esta juventud. Eso pasa por otro modelo financiero y productivo. Pero se contemplan esas propuestas. Estoy contenta cuando empecé a ver cómo se elaboraba el programa electoral y cómo se daban soluciones. Se han propuesto 100 medidas que están muy bien perfiladas. Son exactas y claras de cómo se pueden financiar. Estudiado está. Tenemos un equipo económico muy bien preparado. Todo se ha hecho con un estudio financiero, no como las leyes que han sacado PSOE y PP. Este bipartidismo ha sacado leyes que ha sido imposible de cumplir porque no tenían financiación. Es como cuando hablamos de las deficiencias que tenía nuestra Logse. Yo fui una gran defensora de la Logse. Sí que creía que era una ley avanzada y que daba un paso. Pero la ley de acompañamiento financiero fue un fracaso. Hacía falta dinero. ¿No se saca para armas? ¿No se saca hasta para llevárselo a Suiza o a esos paraísos fiscales? (Risas).
Yo me considero una española y quiero a mi país. Pero quiero a mi país con los corruptos fuera
P. ¿Qué barbaridad de corrupción, no?
R. Sí, es una barbaridad. Estos defensores de España, de verdad, cómo no se les cae la cara de vergüenza. Es que no la tienen. Son capaces de llevarse el dinero a otro país, coger empresas porque les han pasado unos buenos paquetes... Hacer obras que eran innecesarias... Las barbaridades que aquí se han hecho. ¿Y esos se llaman españoles? Pero bueno, de verdad que me indigna. ¿Cómo es que no abren los ojos la gente de la calle? ¿Cómo pueden coger la banderita? Esa bandera también es mía. Yo me considero una española y quiero a mi país. Pero quiero a mi país con los corruptos fuera. Desde luego con un gobierno que apueste por las personas y no con este rescate a la banca, con dinero público, y que sea incapaz de rescatar a una persona, a la que dejan en la calle. Que la población no se movilice activamente ante lo que está pasando... Pero dentro de un espectro de izquierdas... Una cosa tengo clara: esto no lo va a solucionar la derecha ni una semiizquierda o como quieran llamarse. Vamos a ver qué pasa en la calle. Es que de verdad, la apuesta educativa es muy importante. Al alumno hay que hacerle pensar, hay que tener alumnos críticos. Y es lo que hablábamos, que quitan la Filosofía de las aulas. No interesa que la gente piense.
P. Sigue viviendo donde siempre.
R. Sí, aquí entre San Lorenzo y San Andrés.
P. ¿Cómo ha cambiado el barrio con la crisis? ¿Y sobre todo esos vecinos a los que se les pide que se movilicen?
R. Cuando vas a los sitios de las compras la gente empieza a quejarse de cómo está o no. Pero a día de hoy no veo a la población como para rebelarse. Aunque anoche me llevé una sorpresa muy agradable en el encuentro vecinal que hubo en la Federación de Vecinos. Estaba el salón totalmente lleno. Expresaban el problema de los ascensores. Hoy me decía una vecina, con un marido en un segundo piso encamado, que habían dado el dinero y firmado un contrato, en el que la Junta se comprometía con un tanto por ciento a financiar la obra. Y ahora le han rebajado la bonificación prevista y que aún no le han dado ni fecha de cuándo lo van a hacer. Yo le hacía recapacitar sobre una cosa: esto es lo que hemos sufrido estos años. A los contratistas y a los constructores no se le exigían años atrás unos servicios básicos mínimos para las viviendas. Venga a hacer pisos y sin exigencias. Claro, ahora lo estamos sufriendo. Pero a estas familias les urge que la Administración acelere el mecanismo. De los problemas puntuales, de los hijos parados hablamos siempre. Casi todas las familias tienen algún familiar en el paro que hoy por hoy se están sosteniendo por las pensiones, que ahora mismo nos las mantienen. Ahora mismo (risas). Vamos, menos mal que las familias están funcionando.
Desde la cuna he tenido estos principios de lucha por la igualdad. Todos somos iguales, todos somos iguales. Eso es lo que me inculcó mi padre
P. Le veo muy indignada.
R. Porque me lo creo. Porque de verdad me lo creo. Digo que tengo poco mérito porque tuve la suerte de ser hija de un luchador. Tuve un padre excelente y consecuente. Para mí fue un ejemplo de vida. Él en su momento fue un joven que no tuvo que hacer la mili, pero cuando vio que la República tenía que defenderse se levantó. Nos lo contaba en la cama cuando éramos pequeños y nos decía: “Franco se levantó contra un gobierno legalmente constituido”. Yo entonces no sabía ni lo que significaba. Esa indignación que mi padre sufrió durante el franquismo, con esa represión tan fuerte, me la transmitió. En otras casas no estaba permitido hablar de política. En la mía no fue ese el caso. Mi padre fue un obrero al que no le dejaron progresar por su lucha. Las matemáticas que sé me las enseñó mi padre. Pero como era muy reivindicativo en la Electromecánica, aunque se presentase para exámenes e ir progresando, jamás lo lograba. Pero mi padre era tan verdadero, que cuando estaba en la fábrica y veía a un compañero que a lo mejor se escaqueaba, se le acercaba y le decía: “Si no sirves para trabajar cómo vas a servir para reivindicar tus derechos”. Con esa educación, no tengo mérito. Desde la cuna he tenido estos principios de lucha por la igualdad. Todos somos iguales, todos somos iguales. Eso es lo que me inculcó mi padre.
La lucha no es cómoda. Pero si queremos dejarle un mundo mejor a nuestros nietos y a las generaciones futuras no tenemos más remedio
P. ¿Y sufrir, sufre mucho?
R. Claro que sufro. Cuando la gente dice que esto es imposible... A ver, cómodo no es. La lucha no es cómoda. Pero si queremos dejarle un mundo mejor a nuestros nietos y a las generaciones futuras no tenemos más remedio. Es un momento histórico el que vivimos. O vamos a un cambio de verdad o esto se puede eternizar y quedarnos en un país tercermundista. Pero a ver qué hacemos entre todos. A ver si tenemos capacidad de subir mientras más personas mejor a este carro para luchar por un país mejor. Que no se quede solo en una lucha por los ascensores, que también, sino que se quede en una lucha por muchísimas más cosas: por el vecino que no tiene empleo, por la persona a la que no le ha llegado la ley de la dependencia, y por un largo etcétera. Es que lo que pedimos son derechos que contempla la Constitución. Es alucinante. Pero como el dinero se lo dan a los bancos en vez de a las personas, así estamos.
IU lo paga todo un poquito caro, siempre
P. Y el Ayuntamiento, ¿cómo lo ve?
R. Me sorprendió que con el trabajo que ha hecho la gente de IU ese resultado. Gracias a IU las políticas sociales han estado garantizadas. Que hubiera ese bajón da que pensar. Que la falta de un liderazgo claro hiciera que IU perdiera tantos concejales me dolió. Pensé en todo el trabajo. Y ahora con cuatro concejales vemos que están trabajando como leones. Quizás ha habido unos años en los que nos hemos perdido con otras historias y no se ha hecho una labor pedagógica. La pedagogía de poner a la gente en el conocimiento y de contar lo que se puede y no hacer es fundamental. Hay que enseñar a la gente a ser solidarios a la hora de priorizar. Quizás eso se dejó en ciertos momentos. Pero es que IU lo paga todo un poquito caro, siempre. Me duele aunque no tenga el carnet. IU no se merece esos resultados electorales. Pero bueno, ahora mismo hay cuatro en el Ayuntamiento y creo que el equipo está trabajando bien. Pero estamos para gobernar y para hacerlo bien. Y ahí están.
P. Y el mundo mientras, fatal.
R. Fatal, el mundo está fatal.
La solución contra el terrorismo no la veo en una guerra, en una invasión como la de Iraq
P. Lo que acaba de ocurrir en Francia es terrible.
R. Todavía tengo en la mesita de noche mi No a la guerra. Desde luego la solución contra el terrorismo no la veo en una guerra, en una invasión como la de Iraq. Hay que eliminar el terrorismo pero no por la vía del bombardeo.
P. ¿Todavía tiene el No a la guerra en su mesita de noche? ¿Desde antes de lo que pasó?
R. Sí, desde antes de lo que pasó. Yo iba a las manifestaciones y me hice un No a la guerra casero. Lo tengo en un traje que no me he vuelto a poner y lo tengo todavía colgado. Y allí está en mi mesita, todavía colgado. Es que de verdad, creo que las soluciones bélicas siempre traen muchas muertes. Siempre he estado convencida y no por lo que luego pasó. Yo no podía imaginar aquello. Sino porque aquello es que fue una barbaridad, una barbaridad.
P. Hay que ver. Que todo venga desde aquella maldita guerra.
R. Todo lo que estamos sufriendo viene de donde viene.
Las soluciones bélicas siempre traen muchas muertes. Siempre he estado convencida y no por lo que luego pasó
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