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Luz en las tinieblas en la voz de Manuel Santos

Pregón de Juventud de la Semana Santa 2021.

Rafael Ávalos

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De la claridad avanza hasta la claridad. Atraviesa las tinieblas y termina por fortalecer la luz por un tiempo tenue, casi extinta. La oscuridad desaparece incluso en medio de los días en que parece cubrirlo todo. El manto negro de la Covid-19, de sus efectos y el desaliento que genera acaba por ser una llama intensa, que lo es de emociones y a la vez de compromiso. Quizá no haya procesiones en la calle pero sí que hay Semana Santa, y con ella la reflexión. Precisamente es lo que recuerda y subraya quien en esta ocasión si tiene oportunidad de ensalzar a quienes son el futuro de las hermandades. Un año después de la ausencia, Manuel Santos pronuncia un Pregón de Juventud que es esencia y significado, brillante en forma y fondo. Tal que así se le reconoce en uno de los templos más importantes de la ciudad, la Real Iglesia de San Pablo.

La céntrica parroquia fue este sábado escenario de una cita que en 2020 no se llevó a cabo con motivo de la crisis sanitaria de la Covid-19, que sigue muy presente todavía a día de hoy. A diferencia de lo habitual, tuvo lugar al mediodía y no por la noche. Una circunstancia que, en cierto modo, vino a ser vaticinio de lo dicho y escuchado. Manuel Santos, granadino de nacimiento pero cordobés de adopción y hermano de la cofradía de la Esperanza, fue el encargado de tomar la palabra para dársela a la juventud en un momento complicado. Nunca es sencillo abanderar el regreso al camino y menos si cabe entre tanta incertidumbre y no poco dolor. Él supo hacerlo con serenidad y buena letra para, tras ser presentado por Rafael Ávila, poner luz en las tinieblas en su voz.

Precisamente la luz fue el hilo conductor de un Pregón de Juventud que arrancó con la ilusión de los niños y los jóvenes, por ejemplo, y la mención a Dios. Ésta se fundió con un sueño, que era y es Córdoba. Y de ahí, surgió la Semana Santa de la capital, que el cofrade quiso recalcar se celebra igualmente. Lo que faltan son las procesiones, su perfil más popular y, en cierto modo, folclórico. Manuel Santos no obvió el problema de la pandemia, todo lo contrario, y mucho menos olvidó a quienes más directamente la sufrieron. Recordó a todas las víctimas con un poema al Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas, tras lo cual introdujo un pasaje más agradable. Casi en tono humorístico, insistió en el hecho de que los días de Pasión no dejan de producirse por medio de la historia de dos querubines curiosos. “La Semana Santa no es tanto lo externo”, señala a CORDÓPOLIS sobre un texto en que ensalzó también el valor de la amistad.

Ya después realizó un acertado recorrido por la Semana Santa de Córdoba, desde la Cuaresma hasta el Domingo de Resurrección. Como es lógico, transitó por cada uno de los días con mención a todas las hermandades. Entre la prosa y la lírica, buscó o más bien definió la luz de cada jornada. De la luminosidad del azul celeste del cielo en Domingo de Ramos -así es en el imaginario colectivo- a la alegre del momento en que todo termina y a la vez comienza en la Real Iglesia de Santa Marina de Aguas Santas. El Lunes Santo es contraste, también humano, por lo que rogó a Santa María de la Merced que rompa las cadenas de cada persona. El Martes Santo es juventud pero en madurez, como sucede con sus hermandades. Entonces quiso recordar figuras como los imagineros Luis Álvarez Duarte y Antonio Dubé de Luque o, y muy especialmente, a Fray Ricardo de Córdoba.

En forma de estación de penitencia, a mitad del Pregón, Manuel Santos confesó todo lo que le evoca Nuestro Padre Jesús de las Penas, titular de su hermandad. Una vez marchó el primer paso de la procesión, continuó con paseo por la Semana Santa de Córdoba con la luz consolidada del Miércoles Santo -con referencia a la coronación de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza-; la histórica del Jueves Santo -con un mensaje crítico a la forma actual de vivir los días de Pasión en relación a siglos anteriores-; la tenue de la Madrugada -con soneto y recuerdo a los mártires que todavía existen-; la trémula del Viernes Santo -con llamada a lo importante, como puede ser actuar por los necesitados, por delante de lo banal, lo material-, y la alegre, en efecto, del Domingo de Resurrección. En este punto invitó a los jóvenes a buscar la alegría de su fe, a tener su propia resurrección si se sienten incomprendidos. A lo largo del trayecto no faltaron otros asuntos como el conocido Decreto Trevilla: si las corporaciones volvieron a la calle entonces, también lo harán tras la pandemia. Y llegó después el palio de María Santísima de la Esperanza, a quien se entregó plenamente con un particular poema de amor.

Por supuesto, el epílogo sirvió para reclamar a los cofrades que sientan esta Semana Santa, de nuevo distinta por la Covid-19, de manera diferente. “Invito a vivir la que tenemos más dentro de nosotros que fuera”, expresa Manuel Santos, quien asevera que pronunciar el Pregón de Juventud “es un honor”. “Lo he afrontado con mucha ilusión, y mucha gente que me quiere también estaba muy ilusionada y deseando escucharlo. Para mí es toda una alegría”, expone después de una disertación emotiva, reivindicativa y crítica a partes casi iguales. Porque la verdad era lo que aspiraba a encontrar y alcanzó. Todo a través de un texto que también permitiera incidir en los valores de la juventud cofrade: “Su iniciativa, su ilusión, las ganas de trabajar y crecer”. “Si se les motiva de la manera correcta, los jóvenes dan muchos frutos. Creo que hay muy buena materia prima en Córdoba y que los jóvenes comprometidos están siempre al pie del cañón apoyando a sus cofradías”, destaca.

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