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A. Fresno

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Alrededor de la Semana Santa existen oficios y artesanías que encuentran en las hermandades a sus principales clientes. Talleres de orfebrería, imaginería o talla ornamental son sólo algunos ejemplos. También están otros más especiales como las floristerías, encargadas de exornar con distintas variedades de flor a las imágenes que procesionan cada año. Aunque si hay un negocio que vive casi exclusivamente para la Semana Santa son las cererías. Empresas que con la suspensión de la Semana Santa por segundo año consecutivo han visto cómo sus ingresos se han reducido casi a cero, algo que hace muy difícil su supervivencia si la situación continúa así por mucho tiempo más.

Isidoro Lama es propietario de la cerería Hermanos Lama, una empresa egabrense con más de 25 años de experiencia que se dedica a la fabricación de todo tipo de velas de cera. Un sector que ha sufrido de manera importante la llegada de la Covid-19. “Cuando llegó la pandemia, en marzo del pasado año, nos pilló con la fábrica a pleno rendimiento, ya que son en esos días previos a Semana Santa cuando comenzamos a entregar los encargos que nos realizan las hermandades. De hecho, muchos de esos pedidos -alrededor de un 30 % del total- continúan aún en nuestra fábrica a la espera de que podamos repartirlos”, señala a CORDÓPOLIS.  

Y es que todo es un problema en cadena. Al no haber procesiones de Semana Santa, las hermandades no encargan la cera necesaria para que este tipo de fábricas sean solventes. “En 2021 hemos comenzado con la producción en el mes de enero, de cara a los cultos que las hermandades celebran durante la Cuaresma. En condiciones normales el proceso de elaboración se hubiera iniciado a los pocos días de concluir la Semana Santa, de manera que pudiéramos cumplir con los encargos de todos nuestros clientes”, explica el cerero. Una reducción en la producción que también se ha visto reflejada en la pérdida de muchos puestos de trabajo. “En un año normal solemos tener una plantilla de nueve trabajadores, mientras que en la actualidad con dos personas tenemos más que suficiente”.

Aunque pueda parecer una contradicción, el hecho de ser una empresa tan especializada en un tipo de trabajo concreto -la fabricación de cera para hermandades y cofradías- ha llevado a que prácticamente no tengan margen para poder adaptarse a una situación tan especial como la actual. “Todo esto nos ha pillado un poco a contrapié. Sí que es verdad que ahora estamos procurando realizar otro tipo de productos para intentar abrirnos a otros mercados, pero es difícil reconvertir tu modelo productivo en tan poco tiempo”, comenta Isidoro. Asimismo, otro hándicap con el que cuentan este tipo de empresas es que están ubicadas en un sector un tanto especial. Es decir, administrativamente las cererías están recogidas como empresas químicas, por lo que no pueden recibir ningún tipo de ayuda por parte de las administraciones para aminorar los efectos de la pandemia en este tipo de negocios relacionados con la Semana Santa. “Nos encontramos en una situación muy delicada, ya que no tenemos ingresos, pero sí seguimos teniendo gastos”.

Si entramos en el terreno de los datos económicos las cifras son escalofriantes. “Con respecto a una campaña habitual, en estos dos años hemos perdido casi el 90 % de nuestra facturación, por lo que si todo continúa así no sabemos cuánto tiempo más vamos a poder aguantar”. La esperanza está en que la situación sanitaria mejore, permitiendo así que la Semana Santa de 2022 pueda celebrarse con normalidad. “Espero que se vayan cumpliendo los plazos y que dentro de un año ya esté vacunada la mayor parte de la población. Para nosotros sería un respiro enorme”, manifiesta Isidoro.  Ahora, sólo toca esperar. 

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