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SEMANA SANTA DE CÓRDOBA
La ‘Mananta’ de Puente Genil, historia viva y singularidad

Domingo de Resurrección en Puente Genil

Rafael Ávalos

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Sus titulares recorren las calles de la localidad igual que lo hacen en cualquiera otra. La diferencia en este sentido, en España, se establece en el formato del paso -trono en Málaga, por ejemplo-. En principio, la celebración de Semana Santa a través de las estaciones de penitencia es común al resto. Pero no es así. Puente Genil desarrolla la tradición, religiosa pero también cultural, de forma muy diferente. Así es desde hace varios siglos con la participación de las corporaciones bíblicas. O gracias a la saeta cuartelera. Elementos estos que aportan una evidente singularidad a los días de Pasión, y también a la Cuaresma, del municipio cordobés. Y que además representan un rico legado, que también es orgulloso presente y viva costumbre para el futuro.

La primera distinción de la Semana Santa pontana es, simplemente, la denominación popular que recibe. Porque en la localidad de la Campiña Sur se le llama Mananta, una palabra que procede de una deformación fonética. En realidad, este hecho es sólo anecdótico en comparación con la peculiaridad, sin ir más lejos, de las ya referidas corporaciones bíblicas. ¿Qué son éstas? Básicamente son agrupaciones civiles que, con entidad propia -es decir, externas a las hermandades-, reproducen escenas de la Biblia. Esas recreaciones tienen lugar durante los días de Pasión, pero lo cierto es que la realidad de esta manifestación va mucho más allá.

En cualquier caso, las corporaciones bíblicas no forman parte de la idiosincrasia de Puente Genil, no sólo cofrade sino social, de Puente Genil hace tres días, por decirlo así. “Las primeras documentadas son de 1664, en los libros de la cofradía de Jesús Nazareno”, resalta Javier Villafranca, vicepresidente de la Agrupación de Cofradías y Corporaciones Bíblicas de la localidad. Recuerda acto seguido que, por ejemplo, “en Córdoba también las hubo”. En la capital desaparecieron, como en el resto del orbe. Excepto en el municipio de la Campiña Sur. Por tanto, desde el siglo XVII la Mananta se desarrolla entre la salida de las imágenes de bulto, que de tal modo se llamaba a la escultura religiosa con razón procesional, y de las figuras de las Sagradas Escrituras.

Con todo, la permanencia de la tradición no fue fácil. En el siglo XVIII la entrada de la Ilustración en la curia hizo muy difícil la continuidad. “Los obispos ilustrados intentaron eliminarlas por todos los medios”, señala Villafranca. Esto sucedió, sobre todo, porque “al principio las interpretaban los clérigos y después fue la gente del pueblo, lo que dio lugar a irreverencias”. De esta forma, remarca el directivo de la Agrupación pontana, “durante el siglo XVIII casi se pierden”. “Pero ahí apareció lo que Juan Ortega Chacón -destacado miembro de la sociedad, y cofrade, del municipio- llama la Puente Genil rebelde o desobediente”, indica Villafranca. La situación: “Se mantienen un poco con la connivencia de los clérigos”.

Fue la postura intransigente del obispo Pedro Antonio de Trevilla, que a punto estuvo de acabar con las hermandades en la capital, lo que llevó al borde de su extinción a las corporaciones bíblicas. “Amenazó con la Real Chancillería de Granada -órgano judicial creado por los Reyes Católicos- y eso suponía que la gente podía ir a la cárcel”, explica Javier Villafranca. Pero los pontanos hallaron con ingenio una solución: “Se crearon corporaciones para sacarlas de las hermandades y para no deberles obediencia a la Iglesia”. La prohibición se esquivó habilidosamente. Por fortuna, ya que la Semana Santa de Puente Genil es única y lo demuestra el hecho de que sea fiesta de Interés Turístico de Andalucía.

De vuelta a la actualidad, la localidad cordobesa cuenta con unas 70 corporaciones bíblicas, cuya importancia va más allá de la celebración religiosa. “Intervienen casi todo el año: en la Cabalgata de Reyes, en las Cruces de Mayo, en la documentación histórica, con actividades. Son dinamizadores culturales de Puente Genil”, destaca Villafranca sobre estas asociaciones. Por cierto, cabe incidir en que “son realidades completamente distintas a las hermandades, aunque lógicamente hay lazos que se mantienen; hay vinculación y desfilan en las mismas procesiones”. A todo esto, las agrupaciones necesitan lugares de encuentro y estos existen físicamente y se llaman cuarteles. Una denominación que no tiene, en absoluto, nada que ver con lo militar. Proviene de la circunstancia de que “en el siglo XIX el pueblo estaba dividido en manzanas, cuarteles y distritos”, es decir, “el cuartel era una división administrativa del municipio”.

Esos cuarteles fueron en su inicio “graneros, molinos y otros edificios que cedían sus propietarios”. Sin embargo, “llegando a la mitad del siglo XX, con la posguerra ya superada, los grupos empiezan a comprar casas humildes que rehabilitan y aparecen los cuarteles estables”. Para que se entienda, dichos escenarios vienen a ser lo mismo que las casas de hermandad de las cofradías. Por otro lado, no falte un detalle más en la contextualización: las corporaciones no son cerradas al género. O dicho de otro modo, la mujer también participa de la tradición, lo que demuestra que, para nada, se produce un anquilosamiento. Hay una mixta y varias femeninas al completo, entre ellas la llamada ‘Las hijas de Salfad’, que, como destaca Villafranca, “cumple 25 años”.

La saeta cuartelera, la saeta vieja

Otro aspecto singular de la Semana Santa pontana es su forma de orar a los titulares a través del flamenco. Esto es, más sencillamente, en su saeta, que surge en las procesiones -y en los cuarteles- de una manera muy distinta a la habitual o más generalizada. No en vano, en la localidad de la Campiña Sur lo que se canta es la saeta cuartelera. ¿Y qué es? “Es una saeta vieja, pero que está viva, que cambia. El latín no evoluciona nunca, pero esto sí”, afirma Javier Villafranca, que considera este palo propio de su municipio como una expresión “casi de museo”. El vicepresidente de la Agrupación de Cofradías y Corporaciones Bíblicas de Puente Genil expone que este cante “nace a raíz de una saeta antigua, llana, con muy poca expresión y que podría venir de cantos franciscanos”.

Así es, la cuartelera es una saeta con origen en la oración musical de la orden de los Franciscanos. Esto es con un punto de partida con varios siglos, entre el XVI y el XVIII para ser más exactos. “Llega a los cuarteles de Semana Santa y en los años veinte y treinta -del siglo XX- se produce una explosión del flamenco en Puente Genil y los que tenían facultades empiezan a dotarla de otra expresividad”, narra Villanueva. El caso es que no siempre se trata de una actuación individual. “Otra característica es que es dialogada. Juan y Manuel Hierro se contestaban en un diálogo entre hermanos y eso se ha popularizado y tomado la calle”, comenta el directivo de la Agrupación pontana, que valora que la saeta cuartelera “es muy rica y está viva”.

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