Sí se puede: lo dicen sus miradas
La afición del Córdoba acompañó al equipo en Huesca y demostró que no se rinde | La peña Sangre Blanquiverde viajó desde Barcelona para reforzar la ilusión por el ascenso
El desánimo no vence. Jamás. Quizá en un momento dado pueda golpear. Lo hace de manera leve, pues nunca cobra tanta fuerza como para obtener el triunfo. Quien sólo sabe de constancia, de fidelidad, aparta de sí de un simple pero certero manotazo la desazón. Porque siempre queda camino por recorrer. Ése se hace al andar, al andar y sin volver la vista atrás. Importa todo cuanto está por suceder, no lo que ya ocurrió y no se puede cambiar. A la carretera se lanza si es necesario aquel que cree, que es latido de un equipo que, en la cima o en las profundidades, cuenta con su apoyo. La soledad es imposible para el Córdoba, cuya afición está presente allá donde juegue. A la carretera se lanza con una mochila cargada de ilusión. Es el mejor alimento para el que, como los miembros de Sangre Blanquiverde, decide que los baches están para ser superados.
Contra viento y marea, como afirma la expresión, los seguidores del Córdoba sacuden el polvo de la caída de su equipo y continúan a su lado. Es lo que hicieron también en Huesca. No eran 175, como tampoco lo fueron -ya que el número entonces era mayor- cuando el conjunto blanquiverde saltó a Segunda A en ese mismo estadio. En aquel fondo de El Alcoraz, tras la portería en la que marcara Dani, se volvieron a alojar los valientes que viajaron para acompañar a la escuadra que dirige José Luis Oltra. En el olvido habían caído desde tiempo antes el tropiezo ante el Albacete, las cinco jornadas sin ganar, las seis derrotas en El Arcángel, los goles en contra… la salida de la zona del play off. El técnico y los jugadores mantienen su apuesta por el ascenso y la afición también. Lo demostraron quienes llegaron a tierras aragonesas desde Cataluña y los que lo hicieron desde otros puntos. Porque también hubo, aunque en menor medida, quien se desplazó desde la Ciudad de los Califas, por ejemplo.
Muy temprano, a primera hora de la mañana, iniciaron los integrantes de la peña Sangre Blanquiverde su viaje. Partían desde Barcelona y en el maletero del microbús además de pancartas y demás objetos guardaban grandes dosis de esperanza. La expedición buscaba el triunfo y éste llegó. En efecto, tras la tempestad siempre existe calma. Ellos lo saben y no saltan del barco. Los goles de Xisco y Florin fueron esta vez más que suficientes, también porque la portería volvió a quedar a cero, para festejar la suma de tres puntos que devuelven la más valiosa de las creencias a los que saltan al verde y a los que observan desde la grada. El entrenador y el equipo agradecieron a los seguidores esa nueva muestra de compromiso gratuito. Porque a cambio nada suelen pedir los cordobesistas, cuyos rostros hablaban por sí solos tras el encuentro. El reto es complicado, pero no inalcanzable. Sí se puede: lo dicen sus miradas.
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