De la senda de Juanín al estreno de León
No es uno de los más asiduos en El Arcángel. Aunque tampoco es un desconocido por estos lares. Mucho menos tras el retorno a Segunda A en la temporada 1998-99. Tras el Cartagenazo, el Córdoba acumula hasta diez enfrentamientos con el Albacete en el coliseo ribereño. El estadio que el sábado (18:00) va a acoger un nuevo partido entre los dos equipos albergó ya antes un total de 14, de los que seis terminaron con triunfo blanquiverde y cinco con victoria de los manchegos. El equilibrio apenas lo rompen los locales, por tanto, que tuvieron que esperar a la tercera contienda con el conjunto del Carlos Belmonte para celebrar su primera alegría. Tuvo que ser de la mano de la que es mayor leyenda del club, un Juanín que entonces ejercía de entrenador.
El de Nerva se hizo cargo del equipo la temporada 1986-87 después de que Escalante y Vavá no pudieran mantener su rumbo. El Córdoba militaba aquella campaña en el Grupo II -había dos y no cuatro- de Segunda B. Fue el segundo partido que dirigió el onubense desde el banquillo y lo zanjó con triunfo por la mínima. Los califales lograron ganar por 3-2 con goles de Luna Eslava, López Murga y Tello. De esta forma, Juanín marcó la senda del triunfo ante un Albacete que ya había arrancado dos empates en sus primeras comparecencias en El Arcángel. El primero, con 1-1 en el marcador, se produjo el curso 1961-62, que con Roque Olsen al frente acabó con el primer ascenso de los blanquiverdes a Primera. El segundo, éste con 0-0, llegó en el 1983-84, con las dos escuadras en Segunda B. Este encuentro fue el penúltimo de un campeonato que acabó con el descenso de los cordobesistas a Tercera.
Ambos equipos se vieron siempre las caras en Segunda, excepto las temporadas ya mencionadas y la 1989-90. Entonces fue el Albacete el que se llevó el triunfo gracias a un tanto de Antonio (0-1). La balanza se había vuelto a equilibrar y después apenas osciló hacia un lado o el otro. Lo hizo a favor del Córdoba en el siguiente encuentro en El Arcángel entre los dos conjuntos. Hubieron de transcurrir dos décadas, puesto que mientras el cuadro califal caminaba por el largo desierto de Segunda B los manchegos se convertían en aquel mito conocido como el queso mecánico. Ocurrió en la campaña 1999-2000, al regreso de los califales a la categoría de plata, cuando de nuevo sus caminos se cruzaron. Ese reencuentro finalizó con un 3-2 con dianas de Arnau y Diego Ribera, que marcó dos.
Tras aquel partido, el Albacete se impuso en dos ocasiones. Una de ellas, que fue la más dolorosa de todas, lo consiguió en la 2000-01. Venció por 1-4 en la penúltima jornada de un campeonato que cerraron Juan Verdugo y Rafael Jaén en el banquillo blanquiverde. La otra victoria visitante se produjo en la 2002-03 -con 0-2 final-, en la que el cuadro del Carlos Belmonte retornó a Primera. Entre medias, el Córdoba ganó por 3-1 con goles de Manolo, Platero y Montenegro en un choque en el que anotó el peñarriblense Toril para los visitantes. En la 2007-08, con el conjunto califal de vuelta tras un corto período en Segunda B, el electrónico reflejó un 1-1 a la conclusión de un duelo que concluyó de manera abrupta por lanzamiento de objetos desde la grada.
De ese precedente a cuatro posteriores en los que la balanza se inclinó una vez hacia un lado y la siguiente hacia el otro. El mejor resultado para el Córdoba en esta última etapa y en general fue el obtenido en la campaña 2010-11, con Lucas Alcaraz en su segundo año competitivo en el banquillo. Aquella temporada el cuadro califal ganó por 5-1 en el tramo final del campeonato. Pero más significativo que ese duelo resultó el más reciente que ambos equipos disputaron en El Arcángel. Éste tuvo lugar el 20 de enero de 2018 y el conjunto blanquiverde consiguió una victoria trascendente por 1-0. Sergi Guardiola dio los tres puntos a un equipo en ese momento dirigido por Jorge Romero en una jornada que marcó un hito para la entidad. Ese choque suponía el estreno oficial de Jesús León como propietario y presidente del club, un debut que por fortuna fue positivo. Aunque después hubo que remar sin descanso y contra aguas a veces demasiado turbulentas -a nivel clasificatorio- para lograr la salvación.
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