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El precio de ser líder

Florin y Fidel se abrazan en El Arcángel | MADERO CUBERO

Paco Merino

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El Córdoba conquista con sangre la primera posición tras doblegar al Oviedo | Stankevicius, Rodas y Víctor salieron por lesión

Disfrutar de lo que nunca se tuvo es una sensación formidable, aunque hay quien apunta que existe un placer aún mayor: recuperar lo que se perdió. En ésas anda el Córdoba, reinventado y estimulado por su propio éxito en la carrera por volver a Primera. Cada semana se cose las heridas, se traga el dolor y sigue peleando con lo que tiene. Que es lo que se ve. No hay truco en esto. Ser líder cuesta. Y el Córdoba pagó el precio. Si es demasiado caro o no habrá que verlo en los próximos días. De momento, hay motivo para sentir orgullo. El Arcángel cantó con fuerza para celebrar que su equipo se ha colocado otra vez en el primer puesto de la clasificación. Lo hizo haciendo lo que tenía que hacer. Lo que pudo. Tuvo que sacar del campo a tres futbolistas lesionados, dos de ellos en el primer tiempo. Y, además, defensas. Frente a una de las formaciones más activas en ataque de toda la categoría, la situación tomaba tintes de urgencia. El Córdoba se comportó como un líder y se ganó el derecho a que le miren de un modo especial. Tienen agallas y su fútbol está más guiado por el sentido del deber que por cuestiones estéticas.

A Oltra no le tembló el pulso a la hora de dar la titularidad a un chico que no había jugado un solo minuto en Segunda División. El sevillano Abel Moreno entró en el lateral zurdo como sustituto natural de su paisano Domingo Cisma, que hasta el momento lo había jugado absolutamente todo. El técnico valenciano, de cualquier modo, está obligado a ser valiente por las propias circunstancias. Las lesiones y sanciones llevan tiempo golpeando a la retaguardia, la zona del Córdoba en la que menos experimentos se pueden hacer. Abel, un talento de la factoría sevillista que llegó este verano para el filial, llevaba tiempo en la órbita del primer equipo. Estaba ahí para lo que hiciera falta. Y ahí entró de lleno, viviendo su bautismo en el fútbol profesional en un día delicado y bajo presión. El remiendo en el lateral izquierdo fue la novedad más llamativa en un once en el que aguanta Víctor Pérez, al que Oltra ha encomendado una misión que cumplir. Quiere que el albaceteño sea un faro que alumbre en el centro del campo y no está dudando en otorgarle confianza. Aunque sea a costa de dejar en el banco a Sasa Markovic, intocable en el mediocentro al lado de Luso y fuera de combate desde que una tarde aciaga en Albacete le proporcionó una situación farragosa: un partido de sanción por expulsión y un apercibimiento en vigor. Y arriba, Fidel y Florin, dos tipos en plena efervescencia fútbolística y casados con el gol. El onubense, más irregular pero determinante con sus lances de genialidad; el rumano, siempre fiable como rematador de todo lo rematable.

El partido de El Arcángel -en el que hubo colas kilométricas por la seguridad: cacheos y registros- era el que cerraba la jornada y el Córdoba, por lo tanto, sabía qué debía hacer para conseguir el puesto de líder. La cuestión era ganar. Y el equipo se aplicó en la faena. A los cinco minutos ya era primero. Antes del cuarto de hora, se reafirmó. Fidel puso en pie al graderío en la acción que desembocó en el 1-0. El de Minas de Riotinto agarró la pelota en la esquina del área y empezó un zigzagueo que dejó atrás a los defensas. Su disparo seco tocó en el pie de un rival y desconcertó a Esteban, que vio cómo se le colaba por encima. Con el Córdoba enardecido llegó el segundo de la tarde. Xisco metió un pase filtrado a Nando, que en posición de fuera de juego salió disparado hacia el marco oviedista. Dribló al portero y marcó a puerta vacía. El árbitro no sancionó nada. Con 2-0, quien más y quien menos se las prometía felices. Sobre todo porque el Oviedo tenía a su gran referente, Susaeta, con los nervios desquiciados. La mejor ocasión de los carbayones fue un despeje defectuoso de Héctor Rodas que provocó un susto a Razak. El ghanés intervino por primera vez en el minuto 21 para detener un latigazo raso de Susaeta.

Por entonces, al Córdoba empezaron a acumulársele los problemas. A los 23 minutos, Stankevicius se tiró al césped y pidió el cambio. El lituano se echó mano al muslo de la pierna derecha. Oltra sacó a escena a Dalmau para colocarlo en el ala izquierda de la defensa. El conjunto local seguía mandando, pero el Oviedo, con más orgullo que fútbol, empezó a asomarse. Los de Egea dieron un vuelco al escenario del partido a los 36 minutos, en un periodo en el que los de casa andaban remolones y muy nerviosos por la constante caída en situación de fuera de juego de Florin Andone. Con el graderío hirviendo llegó el 2-1. Lo hizo Toché con un remate enrevesado dentro del área pequeña. La metió claramente con el brazo. Los jugadores y un sector del público protestaron pidiendo mano del delantero del Oviedo. Arias López corrió hacia el centro del campo. Y Héctor Rodas, que trató de despejar de manera acrobática, miró al banquillo reclamando asistencia médica. Una baja más. El central levantino -que fue listo al provocar tarjeta, la quinta- fue sustituido por Rafa Gálvez, provocando una reforma de urgencia en una línea defensiva que quedaba con Dalmau, Gálvez, Deivid y Abel. Con bronca al trío arbitral y un inquietante 2-1 se llegó al intermedio. Al Córdoba le aguardaba una tarea titánica.

Tras el descanso, el Oviedo apretó en el arranque para aprovechar un previsible repliegue de los de Oltra. Lanzó algunos balones al área no hiló jugadas con fluidez porque el Córdoba, sacando resuello, taponó todas las vías que pudo. La obsesión por no perder el sitio atrás, consciente de que la retaguardia estaba destrozada, hizo que el cuadro blanquiverde dejara la posesión al rival. Eso llevó el partido por una deriva inquietante. El Arcángel entendió lo que estaba sucediendo y mostró su respaldo sin fisuras a un equipo que lo pasaba mal para mantener el marcador favorable. El Córdoba reculó por múltiples razones, más allá ese esa vocación por taparse en las segundas partes. El Oviedo, enrachado y viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, trató de echarse encima de un Córdoba que seguía sufriendo lesiones. Víctor Pérez se quedó en el césped tras tratar de abortar una arrancada de Susaeta y necesitó asistencia médica. Salió del cambio y no volvió a entrar. Le sustituyó Sasa Markovic, dispuesto a poner la trinchera en el último cuarto de hora.

Sufrió el Córdoba. Toché la tuvo en el minuto 44 y en la grada se contuvo la respiración. La reacción inmediata fue dejarse la garganta animando a un equipo extenuado, roto y remendado de urgencia sobre la marcha. La tablilla con cuatro minutos de alargue sentó como un puñetazo en el estómago. Defendieron todos el 2-1 con lo que pudieron. Florin Andone, renqueante por una mala caída en la que se torció el tobillo, se dejó el pellejo en la presión arriba. También colaboraron, exigidos por la ocasión, hombres como Xisco o Nando. El pitido final sonó como una liberación. El Arcángel se emocionó con el esfuerzo de los suyos y los cánticos de victoria resonaron por toda la ribera del Guadalquivir en la fría noche cordobesa.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA CF; 2: Razak, Abel Moreno, Deivid, Héctor Rodas (Rafa Gálvez, 40'), Stankevicius (Dalmau, 23'), Luso, Víctor Pérez, Nando, Fidel, Xisco y Florin Andone.

REAL OVIEDO, 1: Esteban, Johannesson, David Fernández, Borja, Peña, Jon Erice (Edu Bedia, 82'), Jonathan Vila, Susaeta (Hervías, 74'), Borja Valle, Toché y Koné (Aguirre, 65').

ÁRBITRO: Arias López (Comité Cántabro). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Héctor Rodas, Rafa Gálvez y Abel,  y a los visitantes Susaeta, Toché y Jon Erice

GOLES: 1-0 (5') Fidel. 2-0 (14') Nando. 2-1 (36') Toché.

INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la jornada decimoquinta del campeonato nacional de Liga Adelante, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 14.832 espectadores. Ambos equipos lucieron camisetas con leyendas contra la violencia de género.

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