En el lugar de siempre
Vive en convulsión permanente. Está acostumbrado al padecimiento desde el primero de sus días. Quizá no tanto pero casi. Lo cierto es que nunca había atravesado una situación tan delicada como la que parece dejar atrás ya. Cierta fue la amenaza de la desaparición, que por fortuna esquiva. Así es gracias a otro golpe de timón. Porque en los últimos años está habituado también a regenerarse a marchas forzadas. Esta vez toca mediante un proceso insólito consistente en la venta de la unidad productiva. Dos palabras que se vieron obligados a aprender y conocer los aficionados en días de gran incertidumbre. La extraña hazaña de la supervivencia se culminó, al menos en teoría, el pasado jueves. A partir de ese momento, todos quisieron pensar en lo que siempre se debería: el fútbol.
El Córdoba regresaba a El Arcángel este domingo. Volvía rodeado de una neblina de emociones. ¿Qué nos vamos a encontrar? Probablemente fue lo que se cuestionaron unos y otros entre un día y el otro. Sobre todo por las dudas existentes en cuanto a la entrada de la nueva propiedad, llegada desde Baréin. Faltaba acudir al estadio para saber si de verdad todo iba a ser tan distinto. Con ver y escuchar bastaba. Unos tres cuartos de hora antes del duelo con el Sanluqueño, los componentes del consejo de administración encargado de revitalizar a la entidad pisaron el césped. Fueron ellos quienes presidieron el palco del coliseo ribereño tras semanas en las que el papel le tocó desempeñarlo a los administradores judiciales.
Precisamente en el espacio destinado a autoridades se dejó ver un viejo conocido. Si bien no lo es tanto ni por edad ni por los años que transcurrieron desde su despedida. Como hizo ya alguna temporada atrás, Florin Andone retornó al que fue su hogar en lo deportivo. La casa en la que logró hacerse un nombre y poner los cimientos de una carrera ahora indudablemente notable. Contemplar al rumano suponía rememorar, sin quererlo quizá, esos días en los que el Córdoba anduvo al fin entre los gigantes del fútbol español. Pero la Primera está muy lejos hoy por hoy para el cuadro califal. A esa marcha por la élite, tan dolorosa como efímera, conducía en el pensamiento el técnico rival. En el banquillo del Sanluqueño estaba Abel Gómez.
La conjunción de circunstancias parecía un capricho del destino. El primer partido tras recuperar el aliento tuvo que ser el mismo en que dos hombres con los que se caminó entre Barcelona, Real Madrid y compañía en El Arcángel. Pero entonces, ¿qué nos vamos a encontrar? Mucho se habló durante las últimas semanas de la liquidación de la historia del Córdoba, que incluso se vería obligado a cambiar su nombre, su escudo, sus colores y unas cuantas cosas más. Sin embargo, Koki saltó al campo. Y sonó el himno que ideó Manuel Ruiz Queco después de aquel otro de la época del desierto en Segunda B. El conjunto blanquiverde lo era todavía y el emblema en el pecho tampoco había variado.
Quién sabe lo que sucederá en junio del próximo año. Será entonces cuando el futuro del Córdoba se defina de finalmente tras la compra de la susodicha unidad productiva. Mientras, todo sigue igual. Incluso en lo que al juego se refiere pues el equipo de Raúl Agné ofreció otro partido de los que muy bien se conocen a orillas del Guadalquivir. Un penalti fallado, el adversario con un hombre menos por expulsión, incapacidad para marcar... Gol, alivio y de repente el empate... Pero los tres puntos se salvaron gracias a un tanto de Djetei. Y a otro de Sebas Moyano, hombre de la casa que no se derruyó. Tampoco varió la fidelidad de la afición, que acompañó al cuadro califal en otro primer día, en el inicio de la era de la Infinity pasión. Todo ocurrió en el lugar de siempre.
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