Un adiós con honores: el Espeleño se despide de la Copa del Rey
No pudo ser. El Atlético Espeleño se ha despedido del sueño de la Copa del Rey de la forma más dolorosa posible, aunque con el orgullo de haberlo dado todo hasta el final. Y es que el club rojillo afrontó este miércoles el que quizá sea el hito más importante de la historia de la entidad, pues viajó hasta la cancha del Villa de Fortuna en busca de una plaza en la primera ronda del torneo copero. Una ambición por la que respiraba toda una localidad cordobesa que quería soñar en grande, y que por eso mismo ahora se despide con la cabeza bien alta. El conjunto de Juan Carlos Quero afrontó con optimismo un partido a vida o muerte, y en el que se evidenció la igualdad de principio a fin. La emoción por lo mucho que había en juego se palpaba a flor de piel en ambas plantillas, que buscaron la verticalidad aunque siempre primando evitar cometer cualquier error.
Así transcurrió un partido en el que la mayor parte del juego transcurría en la zona media, con ambos planteles tanteándose y repartiéndose la dirección, pero sin apenas oportunidades reales de gol. El choque se encaminaba a sus instantes finales con empate a cero, aunque con un club local cada vez más volcado al ataque. Tenía el factor favorable de la afición y pretendía aprovecharlo hasta el último suspiro. Y así fue. El Villa de Fortuna se hizo dueño y señor del encuentro en los minutos decisivos ante un Espeleño que se defendía atrás con uñas y dientes. Pero hasta el descuento llegó la fortaleza de los cordobeses. En efecto, superado el tiempo reglamentario, un centro medido del conjunto local lo acabó rematando Jony en el segundo palo para desatar la locura de toda la afición murciana.
De esa forma se ponía punto final a las esperanzas de un club que debe estar orgulloso de todo lo que está consiguiendo. Con poco más de 2.000 habitantes, la localidad de Espiel sigue disfrutando de su equipo. Ya lo hizo hace algunas campañas con el hito histórico del ascenso a Tercera División, y ahora han estado a punto de pelear por un cruce con un equipo de Primera. Cabeza alta. Orgullo intacto. La satisfacción de haberlo dado todo.
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