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El deporte cordobés femenino se escribe con pasión, esfuerzo y una buena dosis de talento. Jugadoras que, con su dedicación y entrega, han llevado el nombre de Córdoba a lo más alto en diferentes disciplinas. Pero algunas historias van más allá del terreno de juego, demostrando que la superación no tiene límites. El Cajasur Deportivo Córdoba fue, es y será, siempre, uno de los equipos más icónicos del panorama ya no solo provincial o autonómico, sino nacional. Uno de los hitos de Primera División que acabó cayendo por problemas financieros, pero que también provocó una nueva oleada de grandes talentos femeninos que lograron aupar al club de nuevo hasta la Segunda División.

Ese fue el caso de Marixu Romero (Córdoba, 1996), que pronto se convirtió en uno de los puntales más importantes del equipo. Tras once temporadas defendiendo los colores del Deportivo Córdoba de fútbol sala, la cordobesa decidió colgar las botas para centrarse en su carrera como investigadora. Doctora en Ingeniería Industrial con mención Cum Laude, esta joven de 27 años no se olvida de su pasión por el deporte. Este ATENEAS se adentra en la vida de esta deportista e investigadora, hablando de sus inicios, de los momentos clave de su carrera en el club cordobés, de su innovador proyecto de investigación y de los retos que le depara el futuro.

PREGUNTA. Once años siendo uno de los pilares fundamentales del Deportivo Córdoba. Ahora, Doctora en Ingeniería Industrial y cum laude. Pocos mejores méritos se me ocurren.

RESPUESTA. Sí, la mención de cum laude es muy satisfactoria. Es el resultado o la evaluación de un trabajo que ha conllevado tres años. Aparte de analizar el comportamiento del RACU, se ha llevado en paralelo el desarrollo de la planta piloto en el campus de Rabanales. Eso ha llevado un esfuerzo extra, y el reconocimiento se agradece mucho, es algo que va a estar ahí para siempre. Estoy muy contenta por eso y es un orgullo que me reconozcan en mi propia universidad.

P. Estamos en Vista Alegre. ¿Cómo te sientes al estar aquí de nuevo?

R. Entro a Vista Alegre y se me acelera el corazón. He estado 11 años aquí, entrenando y jugando todas las semanas. Siento que este pabellón es como mi casa, mi club, mi familia. Cada vez que entro, se mueven ahí unas cosillas por dentro.

P. Yéndonos a los inicios, ¿cómo recuerdas tus primeros toques con el fútbol sala?

R. Empecé a jugar aquí en 2011. Todo empezó con 12 años en Club Colecórdoba, en Sector Sur. Tras tres años allí vine aquí, al Deportivo Córdoba. Fue el año en el que desapareció de Primera División por problemas económicos. Comenzamos de nuevo en Andaluza, y justo ahí fue cuando llegué. Lo recuerdo como unos años muy bonitos, con gente con la que estaba muy a gusto en el vestuario, y que tras unos años de mucha lucha, mucho compromiso y mucho sacrificio, conseguimos ascender a Segunda División. Tristemente se descendió hace un par de años, pero confío en que el club volverá a Segunda, incluso si puede ser a Primera, porque creo que es el sitio, el lugar, la división en la que tiene que estar este club.

P. ¿Siempre fue el fútbol sala o tuviste otros deportes?

R. Desde pequeña, el deporte siempre me ha llamado la atención. Con dos añitos ya estaba con un balón en los pies. He tenido un par de experiencias en el fútbol, pero siempre me ha llamado más el fútbol sala. He pasado por baloncesto, por tenis, pero definitivamente me decanté por el deporte que más me gusta, que es este, aunque actualmente, el pádel también es un deporte que me gusta mucho. Es intenso y me mantiene activa constantemente. El deporte en general me gusta, pero si tengo que elegir, me decanto por el fútbol sala y el pádel.

P. Pasaste de venir al pabellón como aficionada, a jugar en la pista con ese descenso por motivos financieros.

R. Como te decía, siempre me ha gustado el deporte, pero el fútbol sala es mi gran pasión. De pequeña, mientras jugaba en Cole Córdoba, con 9, 10, 11, 12 años, venía a Vista Alegre a ver al Cajasur de Primera División, a Claudia Pons, a Sarita Moreno, a Ampi Jiménez, que me parecía una barbaridad; a Noe Reyes, Bestue, Isa... Te puedo nombrar a multitud de jugadoras que jugaron en Primera División en el club, que me fascinaban. Nunca imaginé que, años más tarde, estaría jugando en esa misma pista. En una categoría muy diferente, pero, como comentas, fue algo muy bonito. El club desapareció tristemente de Primera División, pero comenzó de nuevo, y en ese comienzo, en ese renacimiento en busca de volver a donde debería de estar el club, ahí estaba yo.

P. ¿Cómo recuerdas ese paso que has comentado de jugar por jugar, a jugar a nivel profesional? ¿Notaste mucho el cambio?

R. El compromiso no solo te lo pone la división, sino la propia persona. El compromiso va con la persona, y me considero una persona trabajadora, constante y con compromiso. Si veo que en algún momento, como me pasó el año pasado, no puedo dar el cien por cien, no puedo asistir a todos los entrenamientos o no puedo estar con la cabeza completamente centrada en lo que estoy haciendo, prefiero no estar. El paso de jugar en los primeros años en División Andaluza a jugar en Segunda División cambia, no tanto el compromiso, sino más bien la presión, no solo de ganar, sino también de mantener la categoría o terminar en los puestos más altos. Eso repercute tanto a nivel personal como laboral. La principal diferencia radica en la presión de mantener la categoría y en la responsabilidad de jugar en Segunda División.

P. Once años. Casi media vida en el club. ¿Con qué te quedas?

R. Son 11 años, que se dice pronto, pero creo que es muchísimo tiempo. Me quedo, sin duda, con los vestuarios, con las personas con las que compartí vestuario, tanto compañeras como entrenadores, como el presidente, Pablo, y toda la directiva. Al final, los partidos son resultados. Hay años que va la temporada mejor, hay años que va la temporada peor, pero con lo que te quedas al final es con las amigas y amigos que deja el fútbol sala. Son personas que vas a tener ahí para siempre.

P. Si tuvieras que elegir algún momento en específico de estos once años, ¿cuál sería?

R. A nivel personal, mi mejor temporada fue el año 2018, con Salvador Chía, si no recuerdo mal. No lo digo solo por los goles que marqué, sino por la sensación de sentirme a gusto, importante en el equipo. Fue la temporada en la que más tantos marqué, 22, pero es más por la sensación de sentirme importante, a gusto, jugar bien en la pista, entenderme con las compañeras... A nivel personal, diría eso, pero no quiero ser egocéntrica, y me quedaría, a nivel colectivo, con el ascenso a Segunda División, sin duda.

P. Pasamos a otro año peor, 2023. ¿Cómo fue todo aquello? ¿Qué pasó en ese descenso de categoría?

R. Ese 2023 fue mi año más triste. Pasaron multitud de situaciones, y una tras otra hacen que el equipo no fuese en la tabla como debería ir: jugadoras que se iban a otro club, un cambio de entrenador, lesiones... Fue muy complicado mantener entrenamientos de alto nivel debido a la falta de plantilla y a otras circunstancias excepcionales. Tristemente, coincidieron todas esas circunstancias, y se descendió. No conseguimos mantener la categoría, pero estoy segura de que volveremos, y de que Cajasur estará, como mínimo, en Segunda División.

P. Lo dices en primera persona del plural: “Volveremos”. Al final, te quedas con esa espinita clavada, porque tuviste que dejarlo por los estudios.

R. Sí, fue principalmente por los estudios y el trabajo. Llegó un momento en que no tenía tiempo para nada. Pasaba las noches trabajando en la tesis y me vi obligada a dejar el equipo.

P. ¿Cómo ha cambiado tu vida este último año?

R. Colgar las botas fue una decisión necesaria para mí, tanto a nivel personal como laboral. Estaba, en paralelo, desarrollando la tesis doctoral y trabajando en un proyecto europeo bastante exigente. Por falta de tiempo entre semana y tiempo de ocio libre, tuve que tomar esa decisión. Me dolió mucho, pero tenía que mirar por mí, por mi tiempo, por mi mente. También tenía que desarrollar mi futuro y terminar la tesis doctoral, que llevaba un esfuerzo bastante exigente, y todo ello sumado al tema laboral, con mucha carga de trabajo. Me vi casi obligada. Tengo ahí esa espinita clavada porque no me gusta irme de ese modo, con el descenso del club.

P. ¿Qué consideras que es lo más difícil de ser jugadora de fútbol sala profesional?

R. Volvería al tema del compromiso, porque cuando juegas en un club, en un equipo, te comprometes y tienes que ir a todos los entrenamientos, dos o tres veces a la semana. El fin de semana que juegas fuera, suelen ser viajes de dos días. Al final, es mucho tiempo el que dedicas a ese deporte. Tiempo que te quita de otras cosas a las que tú quizá querrías dedicar más, como el ocio. Así que creo que lo más exigente es el compromiso en todos los ámbitos, tanto a nivel personal como deportivo: cuidarse, controlar las salidas y la alimentación, asistir a los entrenamientos, realizar sesiones extra... En definitiva, compromiso y sacrificio.

P. ¿Cómo compaginabas todo eso a la vez?

R. Con mucho sacrificio. Era muy complicado. Me faltaban horas al día. Ojalá el día hubiera tenido 30 horas, porque había momentos en los que me preguntaba: “¿Cuándo hago esto? ¿Cómo lo hago?”. Al final, la clave está en organizarse, intentar ser lo más eficiente posible, ya que muchas veces puedes sentarte a trabajar, pero no estás concentrada al cien por cien.

P. Y ahora, con este nuevo punto de vista, puedes ver el equipo desde fuera. ¿Cómo lo ves esta temporada que has estado fuera?

R. Veo al club con posibilidades de lograr el ascenso, que es lo que buscan todos, tanto la directiva como las jugadoras. Tengo constancia de que ese es su objetivo principal, y creo que hay potencial para conseguirlo. Es cierto que la plantilla es un poco corta, pero ojalá puedan solucionar ese problema y lograr el ascenso a Segunda División, que es donde merecen estar.

P. En el plano profesional, esos estudios han dado lugar al RACU. ¿Cómo ha sido todo ese proceso?

R. Dentro del proyecto europeo WeDistrict, en el que se ha desarrollado la planta piloto en el campus de Rabanales, trabajo en el grupo de investigación TEP-974 RATE, liderado por Manuel Ruiz de Adana, y hemos conseguido diseñar una unidad que denominamos RACU (Renewable Air Cooling Unit). Ha sido un trabajo que ha llevado bastante esfuerzo y en el que se enmarca mi tesis doctoral. Es la integración de dos tecnologías innovadoras que permiten controlar la temperatura, humedad y nivel de CO2 en el interior de un aula o de un local. Integrar todo ese control, el diseño para que su rendimiento sea el máximo y optimizar esa tecnología ha llevado mucho trabajo. Estamos muy contentos con el resultado.

P. Y en el plano deportivo, ¿te ves volviendo al fútbol sala en un futuro?

R. No cierro ninguna puerta, no descarto nada. Ahora mismo, pensando en mí, prefiero mantener el tiempo libre que tengo y aprovecharlo, dado que he estado 14 años jugando al fútbol sala. Al final, entre semana supone bastante tiempo con los entrenamientos, pero lo peor es el fin de semana. Cuando comienzas a trabajar y tienes esos dos días libres, tener que dedicarlos al fútbol sala en vez de emplearlos en estar con los amigos y con la familia, es lo que me echa ahora mismo para atrás. Pero bueno, la verdad es que no puedo decir ni sí ni no. No descarto nada porque tengo esa espinita clavada y, al final, por Cajasur -Deportivo Córdoba- siento lo que siento. Ahora mismo diría que no, pero no sé en qué tiempo ni cuándo, pero podría ser que sí.

P. Entonces, ¿qué reto te planteas para estos próximos meses, años? ¿Qué objetivos tienes en mente?

R. Casi todo a nivel laboral. Continuar con el desarrollo y la tecnología RACU, y también con la planta piloto que se ha instalado en el campus de Rabanales, que lleva una carga de trabajo bastante importante. Eso a nivel de investigación. También, dado que he obtenido la tesis doctoral, otro tema sería intentar pertenecer al profesorado de la Universidad de Córdoba, que con la tesis te da acceso, pero tienes que conseguir otros méritos, que haya plazas de profesor, etcétera. Estoy a la expectativa en ese sentido. Los retos son seguir trabajando e intentar dar lo mejor de mí.

P. Ya para terminar, has dicho que ahora mismo el fútbol sala no. Pero en un futuro, mucho más lejano todavía, ¿te verías siendo entrenadora, o con otro rol dentro del deporte?

R. Como siempre me ha gustado tanto el deporte, tampoco descarto nada. Como entrenadora quizás no me vea tanto ya que no sé si tendré los conocimientos para hacerlo o si formándome lo lograré, pero nunca digo que no a nada. Como entrenadora ahora mismo no me veo, aunque igual si me formo, no lo descartaría.

P. Y a apoyar para que el Deportivo Córdoba consiga el ascenso.

R. Eso siempre. De eso no tengo ninguna duda. Siempre apoyaré al club de mi vida, y lo que espero es verle en Segunda División.

P. O en Primera.

R. O en Primera. Sea donde sea.

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