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Filosofía y matemáticas: el nuevo orden en el Córdoba CF

Francisco, Jesús León y los jugadores Aythami y Valentín | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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Dentro de una semana se sortea el calendario de la Liga 18-19 y empezará la cuenta atrás. El Córdoba tiene bien repleto el cuaderno de tareas pendientes. Está en ello con el esforzado liderazgo de Jesús León, quien por unas u otras razones ha ido perdiendo en el camino -poco más de seis meses- a las principales referencias del exitoso -deportivamente- Córdoba reciente. Ya no están ni el entrenador -a Sandoval le descartaron-, ni las estrellas en el campo -el goleador Sergi Guardiola, el diferencial Reyes...- ni el arquitecto del milagro, un Luis Oliver que fue cesado en sus funciones porque se hacía necesario “un cambio de aires”, según explicó el propio León.

El empresario montoreño construye ahora, condicionado por los rigores del límite salarial y las -justificadas- dudas en el entorno, un nuevo equipo de aliados. Con Francisco Rodríguez como entrenador y una plantilla incompleta, la llegada de Rafael Berges debe convertirse en un punto de partida para la acción directa. Con más de catorce mil abonados ya -uno de los punteros de la competición-, el Córdoba sigue ajustando piezas y reavivando ilusiones en Los Ángeles de San Rafael. A Segovia fue el presidente para hablar con los futbolistas sobre lo que está pasando en el club y cuáles son las medidas que se están tomando. Los capitanes andaban francamente preocupados. Y Francisco, el entrenador, bastante más. El almeriense, que renunció a un año de contrato en el Lugo para embarcarse en una aventura profesional de mayor fuste, se ha encontrado a un Córdoba convulso y desbordado por problemas económicos en medio del verano. El club de El Arcángel es el único de Segunda que aún no ha oficializado ningún fichaje.

El lema de la campaña cordobesista, Creemos en las matemáticas, se ha convertido en un guiño casi macabro. El club está obligado a hacer cuentas desde el minuto cero. La prioridad es generar ingresos y la vía más directa está en los traspasos: renegociar el de Guardiola al Getafe -cesión por un año con opción de compra por 10 millones- y colocar a Aguado por la cantidad que más se acerque a los 6 millones de cláusula de rescisión. Sin descartar absolutamente nada. León ya ha dicho que escuchará todas las ofertas que le lleguen, aunque la situación es está para descabezar de referentes a un equipo que no llega ni a lo justo. Matemáticas puras y filosofía de club tienen que ajustarse para garantizar los servicios mínimos: el cincuentapuntismo vuelve a sonar bien. Buscando el equilibrio entre los números que escuecen y la necesidad de un argumentario de venta convincente, el Córdoba aborda la segunda quincena de julio con el foco situado en tres puntos.

Y ahí queda, como telón de fondo, el espinoso asunto de la renegociación de determinados puntos del contrato de compraventa con Carlos González. León no hizo frente al pago de 2'5 millones previsto para julio y solicitó -según desveló en su última comparecencia ante los medios- un cambio en los plazos al empresario tinerfeño afincado en Madrid. “Lo que acordamos queda dentro de la confidencialidad entre Carlos y yo”, dijo. Repitió la misma frase cuando le interrogaron, desde la trinchera mediática, sobre la posibilidad de que González recuperara el control del Córdoba CF. No parece probable que eso suceda, pues la intención del anterior propietario no es volver sino cobrar lo pactado. Sí es pública y notoria la animadversión que González sentía hacia Oliver, al que sacó de la operación de compraventa ante la amenaza de romper el acuerdo. La salida del navarro puede interpretarse como una victoria póstuma de González. Habrá que ver si el adiós del director deportivo se lleva también a un puñado de directivos que llegaron de su mano, en especial el secretario del consejo de administración, Joaquín Zulategui, y otros trabajadores en distintas funciones del club, desde deportivas hasta de comunicación.

En el campo: si no vienen, que no se vayan

En la concentración segoviana miraron a Pawel Kieszek cuando se bajó del coche como si fuera el mismísimo mesías. El guardameta polaco -que llegó más tarde que el resto por problemas burocráticos, según el club- es el único fichaje real de la temporada. El club le renovó antes de que expirara su contrato, el pasado 30 de junio. Después de este límite anunció que Edu Ramos se vinculaba hasta 2021. Se trata de dos piezas referenciales que resultan apetecibles para los competidores. El nombre del mediocentro malagueño ya ha aparecido vinculado el interés del Éibar y, principalmente, del Cádiz. Desde el Carranza miran con ojos golosos a un Córdoba en crisis y apuntan directamente a Edu Ramos y a Javi Galán, otro de los futbolistas que pueden contar con pretendientes. Ya los tuvo el año pasado y el Córdoba se cerró en banda. ¿Y ahora? Quién sabe. Lo ideal -sobre todo para Francisco, al que le tocará lidiar desde el banquillo- es que no sigan marchándose piezas importantes.

El runrún de los fichajes ha tomado una dimensión distinta en el Córdoba. Con Rubén Castro -nombrado por Oliver minutos después de sellar la permanencia- empezó todo. El legendario goleador del Real Betis está ya en Las Palmas, donde le han hecho un contrato de tres años y unas cantidades con las que el Córdoba no puede ni siquiera soñar. Atrás quedaron también nombres como los de Jorge Molina, Nacho Gil, Nacho Vidal... Todos se han ido cayendo -algunos de ellos ya firmaron con otros equipos- y la razón es la que contó Jesús León el pasado viernes. Con un límite salarial en torno a los 3'5 millones de euros, la capacidad de maniobra es mínima, prácticamente nula. El Córdoba es el club de Segunda que menos dinero tiene para gastar, condicionado por las normas de LaLiga. Además, hay multa económica pendiente por irregularidades en el mercado invernal.

Tal y como están las cosas, es más que probable que hombres procedentes del filial -el renovado Sebas Moyano, el talentoso Andresito...- y algunos de la campaña pasada -como Bambock y Montelongo, que no fueron inscritos precisamente por sobrepasar el club el tope salarial- tengan reservado un papel activo en la primera plantilla. Aún así, hay zonas que necesitan de forma perentoria ser cubiertas. Especialmente en la línea de ataque, donde se marcharon todos. Sin Guardiola -al Getafe-, Narváez -al Betis-, Eneko -al Cádiz- ni Jona -cedido al Lugo-, el equipo trabaja con el onubense Alberto Quiles -al que quiere cedido el Recre- y chavales del filial. De los que estaban atados por Oliver -Enric Gallego, Zarfino y Jairo, del Extremadura- no hay -ni se esperan- noticias.

En los despachos: Berges, un cordobesista de corazón

De un experto conocedor de los entresijos de la intermediación y los fichajes a un novato en la materia. Las cosas, como son. Si hay que poner un rostro debajo del cartel de Solo para valientes, sitúen el de Rafa Berges. El cordobés fue anunciado este fin de semana como sustituto de Luis Oliver, cuyo adiós fue desvelado por León aludiendo a la necesidad de “un cambio de aires” y con un buen puñado de piropos por su gestión, “imprescindible”, a la hora de salvar del descenso al equipo el pasado mes de junio. El navarro aún no ha dicho nada a propósito de su precipitado despido. Firmó un contrato de dirección deportiva por un periodo de cinco años y se tendrá que sentar con León para ver cómo se cierra este capítulo, del que públicamente no ha querido comentar sus impresiones.

¿Qué puede hacer Berges? El oro olímpico cordobés llevaba desde diciembre en Indonesia, muy ocupado llevando las riendas del Mitra Kukar, y no ha dudado en decir sí a la propuesta -cargada de riesgos, obviamente- de un Córdoba en el que se crió desde los 12 años y en el que fue jugador, técnico de la cantera y responsable de la primera plantilla en el segundo año de mandato de Carlos González. El tinerfeño le destituyó a falta de nueve partidos para el final porque quería un revulsivo para llevar al equipo a los play offs de ascenso a Primera. Se trajo a Juan Esnáider y si el campeonato dura dos jornadas más, el Córdoba hubiera descendido.

Berges conoce bien la Segunda División y también la Segunda B -de donde pueden provenir algunos fichajes-, pero, sobre todo, conoce al Córdoba CF por dentro y la idiosincrasia del cordobesismo. Su capacidad de trabajo y sus contactos deben suplir su inexperiencia en un cargo por el que han pasado demasiados inquilinos en los últimos tiempos. Con Berges cobra mayor sentido la idea de componer un armazón de jugadores de la cantera propia o reclutados en otras divisiones y con un perfil modesto, de apuesta. Los mayores traspasos de la historia del Córdoba llegaron así, tras la promoción de un canterano (Fede Vico, Hervás, Fernández...) hasta el descubrimiento de un futbolista descartado o descatalogado, como sucedió en los casos de Florin Andone -vino libre desde el Atlético Baleares de Segunda B- o Sergi Guardiola -un trotamundos que llegaba tras pasar por Australia y el Murcia, de Segunda B-. Sustituir la chequera por la habilidad es el asunto. No es sencillo, pero no queda otra.

En la grada: los que nunca fallan

Más de catorce mil socios lleva el Córdoba. Rivalizando con el Málaga y el Cádiz en el top de Segunda División. Sencillamente conmovedor. Inexplicable para quien no conozca la raíz del cordobesismo, que va más allá de resultados y fichajes. El Córdoba ha batido récords pese a no haber realizado ni una sola contratación en verano. Nadie a quien poner en el cartel. La campaña de socios tampoco fue para tirar confettis. De hecho, después de poner en circulación el vídeo promocional -rodado, según la entidad, por Santiago Zannou, con un Goya en su palmarés-, el propio club no lo volvió a repetir y desapareció de las redes. “Mamá, que no me entero de na...”, decía una niña en el spot. Premonitorio.

La hinchada sigue siendo el principal activo del Córdoba, su auténtica imagen de marca. Al Córdoba lo conocen fuera de los límites de la provincia por su portentosa afición, por esa gente que es capaz de llenar durante toda una segunda vuelta el estadio para arropar a un equipo en puestos de descenso, por el himno a capela en los prolegómenos de los partidos, por los desplazamientos masivos allá donde haga falta... El Córdoba es su gente. Ahora más que nunca. El sentir general es de perplejidad e inquietud en la masa social, que permanece con las filas prietas y la certeza de que se avecina otro curso repleto de emociones fuertes. Para bien o para mal, como dice su himno.

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