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Un ex en el banquillo y un infierno en Alicante

Fede pugna con Callejón, ahora en Grecia, en la primera vuelta. FOTO: MADERO CUBERO

Paco Merino

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Quique Hernández, que dirigió al Córdoba en Segunda B, busca la salvación del Hércules ante el espoleado equipo de Esnáider

¿Será capaz el Córdoba de hablar alto y claro sobre el césped del José Rico Pérez de Alicante? Si lo consigue -y lo traduce en tres puntos- habrá ofrecido el mejor argumento para remover las complejas cuentas para el play off o, como mínimo, para tender un nuevo puente sentimental con una afición expectante, que oscila entre la indignación, la resignación y el amor incondicional. Esnáider prepara cambios en el once y, presumiblemente, en la disposición táctica del grupo para acometer el desafío ante un rival desesperado. El Hércules está agotando todos los cartuchos clásicos en las peleas por salvar el pescuezo en la categoría, una experiencia inesperada en una entidad que hace apenas dos años se pavoneaba por la Primera División.

La extrema necesidad de los herculanos -marchan en el puesto 19, con 35 puntos-, unida a su racha positiva en las últimas semanas -llevan seis sin conocer la derrota-, dibuja un panorama complicado para los blanquiverdes, que se encontrarán con un ambiente infernal. El club alicantino ha promovido una política de entradas con ventajas para los socios y precios muy populares, por lo que no se esperan menos de quince mil almas en el graderío para poner alas a los anfitriones en su conmovedora lucha por huir de un descenso que provocaría, seguramente, un cataclismo de proporciones incalculables. Y en ésas aparece el Córdoba, con aires novedosos y un viejo reto: recuperar la imagen y el estilo que le han hecho célebre en las dos últimas temporadas. Un ideario futbolístico que, como no podía ser menos, ha recibido las lisonjas preventivas de Quique Hernández, un líder sereno que ha hecho reaccionar al Hércules -incluso le han propuesto renovar- y de quien muchos aficionados recordarán su paso por el Córdoba. Fueron nueve partidos. Poco tiempo, pero el justo para que se produjera uno de los cambios de ciclo más brutales en la turbulenta historia del club.

Quique Hernández fue el escogido por Juan Carlos Rodríguez (director deportivo, manager general y unos cuantos cargos más) para sacar al Córdoba de la Segunda B en la temporada 2005-06, la inmediatamente posterior al cincuentenariazo: ya saben, el descenso con una plantilla construida -y pagada- para subir a Primera. Hernández, que llegaba avalado por dos excelentes campañas en el Numancia y el Recreativo de Huelva, asumió el desafío al frente de una plantilla repleta de figuras como Javi Moreno, Pierini, Soderstrom, Pablo Villa, Txiki, Verza, Óscar Pérez... El técnico valenciano, cotizado en Segunda, descendió a Segunda B para tomar las riendas de un proyecto ganador. La cruda realidad le explotó entre las manos. Todo arrancó con un 0-0 en El Arcángel ante el Villanueva de Córdoba, un derbi provincial publicitado como si fuese un Madrid-Barca. Sólo se registró una victoria (1-2 en Algeciras) y con él en el banquillo no se conoció el triunfo en casa: empate ante el Baza (1-1) y derrotas frente al Talavera (2-3), Mérida (0-1) y Marbella (1-3), amén de un 0-3 en Copa ante el Nástic de Tarragona. El Córdoba rozaba los puestos de descenso a Tercera. El caos se instaló en El Arcángel. El director deportivo pidió una baja por enfermedad y nunca más volvió a Córdoba. Hernández fue despedido. Llamaron a Pepe Escalante. El resto es historia.

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