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Ecos de Tokio: Felipe Reyes, el coleccionista de medallas en la cancha

Felipe Reyes, en el centro de la imagen, tras el bronce de Río de Janeiro 2016 | COE

Rafael Ávalos

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Es la quinta ocasión consecutiva en que la felicidad brota entre los amantes al deporte de la provincia. Desde Barcelona 92’ hasta este verano ninguna cita, que sin duda es la más importante del mundo, acaba sin presencia cordobesa en el podio. Sin importar la disciplina. Una vez que Rafa Berges abriera camino con su oro como integrante de la conocida como Quinta del Cobi, otros saben lo que es colgarse una medalla. Ocurre también esta vez e incluso por partida doble -la primera oportunidad de repetir festejo-. La capital de China, Pekín, acoge ya en 2008 unos Juegos Olímpicos marcados en cierto modo por la polución. Por mucho que se intentara, muy lejos queda este evento del celebrado casi dos décadas antes en España. Sea como fuere, Córdoba disfruta con la consecución de dos platas. Una de ellas es la obtenida por Víctor Sojo con la selección nacional de hockey sobre hierba. La otra pertenece al que es, hoy por hoy, el más exitoso de todos los representantes de Córdoba en este plano: Felipe Reyes.

Con una hoja de servicios ya admirable, el pívot acudió a Pekín 2008 como parte del combinado de baloncesto más brillante de todos los tiempos. No es una afirmación gratuita, los registros están ahí. El cordobés sabía lo que era proclamarse campeón de Europa sub 18 y sub 19 dentro de una generación que nombrada para la posteridad como los Júniors de Oro. También logró un bronce en la categoría sub 20 para sumar después, con la selección absoluta, una tercera y una segunda plaza en el Eurobasket de 2001 y 2003, respectivamente. Después llegó otra plata en torneo continental pero entre medias vivió e hizo disfrutar del mayor logro de la historia en la disciplina para España. Fue en 2006, también en Asia. El Mundial de Japón acabó con un oro tras un magnífico campeonato y un recital en la final ante Grecia (70-47). Inolvidable.

Más allá de lo descrito, Felipe Reyes quería también encumbrarse en el más relevante evento deportivo a nivel planetario. Éste no es otro que una edición cualquiera de los Juegos Olímpicos. En suerte le tocó acudir a Pekín 2008, en un verano en el que ya tenía experiencia sobrada. A sus 28 años, intervino como uno de los líderes del equipo español, que en la fase de grupos sólo perdió uno de sus cinco partidos. Fue ante la siempre temida escuadra de Estados Unidos. Como segunda de grupo, la selección superó a Croacia y Lituania en las rondas eliminatorias para entrar en una final en la que esperaba, precisamente, el conjunto norteamericano. Las estrellas de la NBA no lo tuvieron fácil para llevarse el oro, lo que quedó reflejado en el marcador (107-118). La plata sabía a platino, más que el primer trofeo, después de la exhibición de juego de los (Pau) Gasol y compañía.

Aquella medalla significó que por vez primera Córdoba gozara de dos preseas en una cita olímpica. Hasta entonces nunca se había dado lo que alcanzaron con sus equipos Víctor Sojo, plata de hockey sobre hierba, y el propio Felipe Reyes. Pero el pívot tenía mucho más que decir todavía en unos Juegos. Lo demostró en 2012, cuando el evento lo albergó Londres. La capital inglesa fue sede después de una polémica designación ante la candidatura de Madrid. Alberto de Mónaco preguntó sobre la seguridad en una relación directa con los atentados de la ciudad del oso y el madroño en 2004 y aquello terminó por desequilibrar la balanza. Por desgracia, Reino Unido sufrió un ataque poco después, en 2005. El caso es que el jugador del Real Madrid volvió a estar presente, ya con 32 años, con la selección de baloncesto.

El papel del combinado nacional fue más discreto durante la fase de grupos. Cayó en dos de sus cinco partidos y se clasificó como tercero de grupo, tras Rusia y Brasil. Los resultados en ese momento hicieron pensar que habría menos opción de tocar metal aunque la confianza de los aficionados nunca se perdió. Hicieron bien en mantenerla muy viva pues en cuartos y semifinales, no sin dificultad, España desbancó a Francia y la propia Rusia. De nuevo tocaba medir fuerzas con Estados Unidos, cuyo equipo lo pasó peor si cabe que cuatro años antes. El resultado final fue de 107-100 para los norteamericanos, que otra vez rompían el sueño del oro. Felipe Reyes tenía ya dos platas olímpicas y sin embargo todavía debía acumular una presea más para ser el auténtico coleccionista de medallas en la cancha. Fue en Río de Janeiro, en 2016, cuando se colgó un bronce y repitió lo vivido en 2008.

Tal y como ocurrió por vez primera en Pekín, en Brasil el deporte cordobés gozó con la consecución de dos podios. Uno fue el ya sabido de Felipe Reyes y el otro, el histórico segundo lugar de Lourdes Mohedano con la selección de gimnasia rítmica. Pero lo de la peñarriblense es otro tema aparte… El pívot afrontó en Río de Janeiro su tercera cita olímpica, con un colectivo en pleno proceso de transición generacional. Se notó en la fase de grupos, en la que España cedió en dos de sus cinco encuentros. A pesar de todo, se selló la clasificación con una segunda plaza. Esto llevó a cruzarse con Francia en cuartos -donde los galos padecieron la mejor versión hispana- y en semifinales con Estados Unidos. Su ya enemigo íntimo se hizo con el pase para la final por lo que sólo cabía luchar por un bronce que se obtuvo de forma ajustada ante Australia (88-89).

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