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Al Córdoba se le viene el mundo encima

Borja García lamentándose | ALVARO CARMONA

Paco Merino

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Un gol en propia puerta de Fede Vico y otro encajado en el descuento hunden a los blanquiverdes | Drama en El Arcángel y situación crítica para el equipo de Djukic

Vaya final. El himno sonaba a toda potencia para acallar los gritos de un graderío ya semivacío, donde los desencantados seguidores aclamaban a Florin Andone,  un chaval que llegó este verano de Atlético Baleares y que representó -y lo seguirá haciendo- el orgullo de un equipo que se va a pique sin remisión. El Córdoba perdió el partido que tenía que ganar y se afianza como colista de la Primera División. Sólo le queda esperar un milagro. A lo largo de sus sesenta años de historia ya ha visto algunos, así que no es raro que la facción más soñadora del cordobesismo siga pensando que otra vez, sin explicación lógica, su club dará un capotazo al destino. No miren a cuánto se paga el euro jugado a la permanencia del Córdoba en las casas de apuestas porque se van a agobiar. ¿Quién cree hoy en este Córdoba? El aspecto del estadio resultó dantesco en un final de crueldad extrema. El equipo de Djukic hizo lo de siempre. Compitió y jugó con decencia durante buena parte del partido, pero lo de hacer goles le cuesta un mundo. Cuando por fin lo consiguió y desató la fiesta en el estadio, fue incapaz de mantener a su favor en el marcador en un último cuarto de hora inconcebible. Primero se marcó un gol Fede Vico en propia puerta. El único futbolista cordobés en el campo tuvo la desgracia de firmar una jugada que puede ser clave en el futuro del club. Para rematar la faena, Rodríguez aniquiló con un gol en el tiempo añadido las esperanzas del equipo local. La bronca fue monumental. Aferrado a las matemáticas, el Córdoba navega sin patrón y con un destino fijado: la Segunda División.

Djukic removió el once porque no tuvo más remedio. Ya ha dejado caer que le encantaría mantener un armazón fijo en el tramo final de Liga. Señal de que las cosas ruedan. No ha sido el caso, así que el guiso no paraba de removerse y siempre sabía igual o peor. El técnico serbio no se complicó la vida. La sanción de Pantic le abrió la puerta a Íñigo López, que no aparecía desde aquella tarde aciaga en el Camp Nou en diciembre. El riojano cumplió sin alardes. Ekeng retornó para cubrir la baja de Rene Krhin, lesionado, y ofreció una ración de briega y faltas simuladas bastante llamativa. Ghilas recibió el indulto y fue enviado a filas para formar una dupla con Bebé. Compañeros esta vez en el verde. Hermanos de sangre en una guerra despiadada por la permanencia. Tocaba batir, ya sin ningún tipo de excusas, a un Getafe que es un equipito apañado, que lleva sobreviviendo con algo más que dignidad desde hace una década en la que dicen que es la mejor Liga del mundo. ¿Cómo lo hacéis? Quizá se lo haya preguntado el presidente del Córdoba, Carlos González, a su homólogo del Getafe, Ángel Torres, bajo el tibio solecito de la incipiente primavera.

 

El pleito comenzó efervescente, con el Córdoba mezclando fogosidad y nerviosismo ante un Getafe que cuenta con una batería de jugadores creativos que no se escondieron a la hora de lanzar los primeros picotazos. Juan Rodríguez y Diego Castro ensayaron el disparo lejano y pusieron a prueba a Mikel Saizar, un proscrito hasta hace unas semanas y ahora titular y capitán. Lo pasó mal el vasco, que dejó un par de bolas muertas en el área y levantó ese inquietante murmullo en la grada. Luego, por fortuna para él, todo pasó. Ghilas, hipermotivado con razón, lideró el ataque de un Córdoba que trataba de abrir brechas en la retaguardia azulona con movimiento constante. El argelino tuvo la primera ocasión a los siete minutos con un tiro desviado y a los 23 cazó en carrera un balón en largo de Ekeng para acabar golpeando de modo deficiente, hostigado por Naldo. 

Los de Djukic controlaban la situación, aunque el Getafe asustaba de vez en cuando. Los cambios en la defensa local provocaban algún desajuste y el descaro de jugadores como Pedro León o Sarabia suponía una amenaza latente. En el tramo final del primer periodo vivió el Córdoba sus mejores minutos, presionando bien la salida del Getafe y robando balones que le permitían salidas rápidas. A menudo se desperdiciaron por la tendencia a la virguería de Ghilas -una rabona en una contra- o Bebé -un regate bueno no presupone que el siguiente también lo sea-, pero el público lo perdonó casi todo. Después de un lanzamiento alto de Borja García llegó la mejor oportunidad del Córdoba, en las botas de Edu Campabadal. El lateral catalán agarró un zapatazo para finalizar una buena combinación y forzó a Guaita a estirarse para desviar a córner. 

También pudo marcar Bebé en un lanzamiento de falta lejano que ejecutó con un disparo duro y raso. Al intermedio se llegó con una sensación tristemente conocida en El Arcángel. Hubo colección de ocasiones, pero ningún gol en el marcador. Fede Cartabia, por cierto, se salvó de una expulsión tras realizar una durísima entrada a falta de dos minutos cuando tenía una amarilla apuntada. Álvarez Izquierdo dejó pasar y se hizo el loco, aunque los de Pablo Franco no protestaron. El Getafe iba a lo suyo. Con su lastimosa racha como visitante, una igualada y la portería a cero eran una renta potente.

La segunda parte arrancó sin cambios. Ni en la composición de los equipos ni en las sensaciones sobre el campo. El Córdoba tenía más la pelota, pero sin definición. A los diez minutos, el estadio empezó a corear el nombre de Florin Andone. Djukic ordenó el cambio y retiró a Fede Cartabia, con una amonestación encima. El público recibió al rumano como si fuera Van Basten, aunque todo el mundo sepa -el técnico lo recordó en su día, de modo innecesario- que no lo es. Con la llamada de la selección absoluta de su país aún retumbándole en las sienes -fue hoy y es la primera vez-, Florin ingresó en el partido con ganas de revolucionarlo. La grada se activó y sonaron tambores de guerra. Ghilas estuvo a punto en el 60. El Córdoba veía correr el crono y le entraban sudores Florin se quedó solo ante Guaita en el 69, pero el meta del Getafe se le echó encima y le impidió armar el disparo.

Pero el destino le tenía reservado un momento especial a Florin Andone, un jugador que aporta a este Córdoba algo distinto al resto. Para empezar, gol. Se revolvió dentro del área para escaparse de su marcador y rompió el balón con un derechazo brutal. El grito de liberación retumbó por toda la ribera del Guadalquivir. Florin Andone entró al campo por aclamación popular y se convirtió en el héroe de la noche. Y lo fue a pesar de lo que sucedió después de su fenomenal tanto. Un monumento al despropósito. Un autogol de Fede Vico dejó el estadio mudo. El Getafe se encontró con el regalo y se estimuló ante una escuadra que no sabía cómo reaccionar. Si irse arriba o quedarse atrás. En medio del caos, la puntilla. Juan Rodríguez, en el tiempo de descuento, fulminó a Saizar y selló el 1-2. El personal enfiló la salida del estadio. La mayoría, en silencio. Los que se quedaron arremetieron contra los jugadores. Todos, excepto uno: Florin.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Mikel Saizar, Edu Campabadal, Crespo, Íñigo López, Fede Vico, Patrick Ekeng, Bruno Zuculini, Fede Cartabia (Florin Andone, 56'), Borja García (Fausto Rossi, 81'), Bebé (Fidel, 76') y Ghilas.

GETAFE, 2: Guaita, Alexis, Velázquez (Babá, 85'), Naldo, Lacen (Yoda, 80), Álvaro Vázquez, Sarabia, Pedro León (Freddy, 70'), Diego Castro, Escudero y Juan Rodríguez.

ÁRBITRO: Alfonso Álvarez Izquierdo (Colegio Catalán). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Fede Cartabia, Íñigo López y Florin y a los visitantes Alexis y Diego Castro.

GOLES: 1-0 (77') Florin Andone. 1-1 (87') Fede Vico en propia puerta.

1-2 (90') Juan Rodríguez.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésimosexta jornada del campeonato nacional de Liga BBVA, disputado en el estadio Municipal El Arcángel ante unos 15.000 espectadores.

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