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Un balance de contrastes para el Córdoba CF tras el primer mes de competición
El primer mes de competición ha dejado para el Córdoba CF un balance cargado de contrastes. Sobre el papel, los números invitan a un optimismo moderado: con cuatro puntos de doce posibles, el equipo ha firmado su mejor arranque en la “era Ania”. Sin embargo, bajo esa capa de estadística mejorada, las sensaciones dibujan un conjunto de dos caras, un bloque capaz de generar una ilusión enorme en ataque al mismo tiempo que afronta viejos y nuevos desafíos en su estructura defensiva. Tanto es así que el reflejo claro se vivió, precisamente, en este último partido contra el CD Castellón, donde los blanquiverdes firmaron una pésima primera mitad para, en la segunda parte, a base de mordiente y presión, acabar remontando el partido.
La cara más positiva de este balance reside, sin duda, en la figura del '10' del equipo, donde brilla con luz propia un nombre: Jacobo González. El madrileño ha dado un paso al frente para erigirse en el líder total del equipo, asumiendo los galones con una naturalidad pasmosa. Es el máximo goleador con dos tantos, pero su aportación va mucho más allá, habiéndose adaptado a todas las posiciones posibles: extremo izquierdo, derecho y mediapunta. Ante el CD Castellón fue el termómetro del equipo: marcó el penalti del empate, se movió de nuevo por todo el frente ofensivo y gestó la jugada del gol de la victoria con una delicatessen en forma de pase a Albarrán. Su omnipresencia es tal que lo ha jugado todo, un pilar indiscutible para su técnico.
Junto a él, la irrupción de Kevin Medina ha terminado de convertir ese flanco izquierdo en un motor de alta cilindrada. El malagueño ha demostrado ser un revulsivo de lujo, aportando desborde, trabajo y, como se vio en la última jornada, gol. La sociedad que ambos han construido es, a día de hoy, el principal argumento ofensivo de un Córdoba CF que vuelca su juego en esa banda para generar peligro, toda vez que Iván Ania sigue con sus experimentos en el centro del campo. Tras arrancar la temporada con un claro 1-4-1-4-1, el asturiano ha ido mutando, de nuevo, a su tradicional 1-4-2-3-1, donde la dupla Jacobo y Kevin Medina está comenzando a dar sus frutos.
Sin embargo, en el otro lado de la balanza, la cruz de la moneda aparece en la defensa. El primer contratiempo serio de la temporada ha llegado con la grave lesión de Juan María Alcedo, que estará alejado de los terrenos de juego durante varios meses, y no se le espera para antes del próximo año 2026. Su ausencia reabre el eterno debate del lateral izquierdo y deja a Ignasi Vilarrasa como único efectivo natural para una posición que parece maldita. Este imprevisto obligará, muy posiblemente, a Iván Ania a buscar soluciones de urgencia, revisitando planes de contingencia como el de situar de nuevo a Albarrán a pierna cambiada.
Además de ello, el desequilibrio también se manifiesta en el flanco derecho del ataque. El bajo rendimiento de Cristian Carracedo en este inicio es uno de los contrastes más notorios. El catalán, un jugador fundamental en los esquemas de las últimas temporadas por su chispa y capacidad de asistencia, se ha mostrado excesivamente nervioso, errático e impreciso. Su sustitución al descanso contra el Castellón es el reflejo de un bache que deja al equipo huérfano de peligro por una de sus bandas teóricamente más fuertes.
En medio de esta dualidad emerge la figura de Sergi Guardiola, cuyo trabajo ejemplifica el camino a seguir. El delantero, aún sin estrenarse de cara a puerta, aporta un esfuerzo innegociable en la presión y el juego de espaldas, asociándose con una naturalidad impropia con la linea de tres cuartos y siendo fundamental en la creación ofensiva del equipo. Su labor, como el penalti que forzó y que inició la remontada, resulta fundamental. Es el pegamento que intenta unir las dos versiones de un Córdoba CF que cierra su primer balance con la certeza de tener líderes claros y la tarea urgente de resolver sus propios contrastes.
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