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El surrealismo y la conquista de los sueños, según Picasso, Miró y Dalí

Visita guiada a la Exposición 'Picasso, Miró, Dali. Conquistar los sueños' en la Fundación Cajasol

Sofia Cortecchia

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¿Qué son los sueños? ¿De dónde vienen? ¿A dónde van? Freud diría: la realización velada de los deseos inhibidos. El padre del psicoanálisis puede ser considerado un precursor del surrealismo, mientras que Picasso, Dalí y Miró son algo más, quienes lo representan, quienes lo dibujan, quienes lo viven.

Tres figuras que cuentan sueños a través de la pintura, el dibujo y, en ocasiones, a través de la escritura automática. Expresión psíquica sin control, sin censura, estética o moral, libertad de pensamiento irracional, sin razón, tal como sale. La Fundación Cajasol de Córdoba acoge hasta el 16 de julio la exposición Picasso, Miró, Dali. Conquistar los sueños, que a través de las obras de los tres grandes artistas del siglo XX narran el mundo onírico surrealista.

Hay un hilo conductor que une a los tres: lo territorial, lo generacional y, por fin, el vínculo con la literatura. Pablo Picasso, que a sus 87 años pasaba por un momento creativo denominado del “viejo salvaje” realizó una serie de obras gráficas titulada El Entierro del Conde de Orgaz. Rafael Alberti, amigo de Picasso y gran admirador suyo, recibió el encargo de escribir el prólogo/poema de esta colección bajo el título No digo más que lo que no digo.

Aquí, su línea se vuelve menos limpia, recupera personajes mitológicos, escenas de circo, escenas de teatro con un trasfondo erótico. En algunos grabados hace uso de la escritura automática surrealista, sin puntuación, subconsciente, libre. En otros se puede ver cómo una escena central es observada por los espectadores: aquí Picasso retoma el cuadro del pintor El Greco, del nombre de la serie, explica la guía Beatriz Alcántara.

“Trato de aplicar colores como palabras que forman poemas, como notas que forman música” asume Joan Miró, que en 1975 realiza 20 litografías para exhibirlas en el libro Maravillas con variaciones acrósticas en el jardín de Miró, el proyecto de Rafael Alberti. Esta vez, Miró decide ser más simple en su forma de arte: los tratos negros, los colores primarios, y algunos más, gestos implusivos.

Decide los colores básicos por la similitud a la naturaleza, que siempre ha sido su fuente de inspiración. Los rasgos negros, en cambio, tan marcados, parecen ser el esqueleto de sus figuras. Miró lleva al espectador a investigar qué son las figuras, algunas parecen pájaros, otras insectos, gatos y marineros.

Siguiendo, Salvador Dalí, el máximo representante del surrealismo, el que a través de sus obras retrata los sueños y por tanto los miedos, las obsesiones, lo más profundo. El artista vuelve a proponer la obra barroca La vida es sueño del dramaturgo Pedro Calderón de la Barca en obras gráficas utilizando la técnica del aguafuerte. 26 grabados que cuentan las escenas, los personajes en juegos visuales.

Dalí retrata la historia de Segismundo, a través de la dimensión del absurdo y lo surrealista, un relato que le recuerda la relación con su padre. De alguna manera, Dalí escribe la escenografía de la obra teatral.

La exposición, en imágenes, AQUÍ.

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