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Los rabadíes: La historia de unos cordobeses expulsados que acabaron fundando un reino

Manuel Harazem, en la presentación del libro en el Juan XXIII | PACO MUÑOZ

Alfonso Alba

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La historia ha sepultado a la “fosa común” del recuerdo a los rabadíes, unos cordobeses que un día se levantaron contra el poder del emirato omeya de Córdoba y que, expulsados, acabaron fundando un reino en el corazón del Mediterráneo que duró más de un siglo. Manuel Harazem ha rescatado la “odisea” de estos cordobeses que un día del año 818 dijeron basta al poder omeya, que arrasó hasta los cimientos su barrio, Saqunda. Sus restos todavía son visibles, con suerte, en lo más profundo del solar en el que se iba a construir el Palacio del Sur de Rem Koolhas en Miraflores. El año que viene se cumplen 1.200 años del inicio de una odisea desconocida a la par que fascinante: de cómo unos cordobeses expulsados acabaron conquistando Creta, nombrando un emir que llevó el nombre de Córdoba e incluso dando nombre a una ciudad.

Este viernes, Manuel Harazem presentó un libro que se puede adquirir en las librerías cordobesas y también en Amazon, y al que ha puesto de título La odisea de los rabadíes, subtitulándolo como el primer exilio hispano. La historia arranca en Córdoba y acaba en Constantinopla, la actual Estambul, donde el imperio bizantino encarceló al emir del reino de los rabadíes, los andalusíes cordobeses que se habían atrevido a desafiar su dominio con reino independiente en mitad del Mediterráneo. Pero el libro es mucho más.

“Para 818 la situación para Córdoba era la de ser capital del reino, disfrutar de una considerable prosperidad que le había permitido la creación de un enorme arrabal extramuros y la existencia de un gobierno autocrático que manejaba con mano de hierro la exacción de impuestos. Machacados por los impuestos los 30.000 habitantes del arrabal se levantaron en armas contra el emir. Digo 30.000 por decir, porque probablemente fueran muchos más”, detallaba Harazem durante la presentación del libro.

“Faltó el canto de un dirham para que la revuelta tuviera éxito. Pero no fue así. Una vez rodeados se desencadenó una brutal represión que tuvo varias consecuencias: la muerte por espada o crucifixión de buena parte de los habitantes y el envío al exilio del resto. El arrabal fue arrasado hasta los cimientos y el emir le lanzó una maldición de que nunca más se construyera nada allí. Maldición que como vimos con el Palacio del Sur sigue perfectamente vigente”, explicó, también con notas de humor, el escritor. Los restos de aquel barrio han sido visibles hasta hace poco, cuando han vuelto a ser sepultados por toneladas de tierra.

Tras la masacre del año 818, algunos cordobeses partieron a Fez, acogido por el emir Idriss II. Otros marcharon a Toledo, de donde fueron nuevamente expulsados. De allí partieron en un largo exilio a Grecia, se instalan en Alejandría y le plantan cara a Bizancio, fundando una república independiente. “Según la historia canónica”, advierte Harazem, que ha querido investigar y profundizar, y sobre todo acabar con la historia maldita de estos cordobeses exiliados, para los que la historia oficial no son más que unos piratas que se dedicaron a saquear costas. Diez años después, vuelven a ser expulsados de Alejandría por fuerzas de Bagdad. De allí llegan definitivamente a la isla de Creta, “fundando una capital a la que ponen el nombre de Arrabal en honor del Arrabal de Saqunda, fundando una dinastía de emires el primero de los cuales, nacido en Pedroche, llevaba por ello el sobrenombre de al-Ballutí (de Fahs al-Ballut, el Llano de las Bellotas, nombre árabe del actual valle de Los Pedroches), y el último el sobre nombre de al-Qurtubí, sea El Cordobés”, recuerda el escritor.

“He intentado ceñirme estrictamente a las fuentes y a los textos de autores contemporáneos que tenían relación con aquellos hechos. Y si algún mérito tengo es probablemente el de haber secuenciado completamente esa historia en un solo libro”, expone Harazem, autor de otros libros autoeditados. “Por otra parte he aportado pequeños estudios y especialmente he lanzado una teoría acerca del nombre de la ciudad que fundaron allá, Rabdh el-Khandaq, haciéndolo recaer en el sentimiento de añoranza, de ghurba, puesto que sospecho sólidamente que esa primera parte del mismo Rabdh hace referencia al Rabdh Shaqunda, el arrabal de que procedían y del que fueron violentamente expulsados. Ninguna otra ciudad del mundo árabe fue fundada con el nombre de una de sus partes. Ninguna ciudad se bautizó como Arrabal”, detalla.

Pero Harazem va a más. El subtítulo del primer exilio hispano avanza la comparación que hace con el que 1.100 años después sufrieron otros españoles, los republicanos, a los que no se les dio la oportunidad de exiliarse, sino que tuvieron que escapar para hacerlo. También, como los cordobeses rabadíes, dejaron huella allá donde se instalaron. Y también su memoria acabó sepultada en una fosa común.

Pero la rebelión de Saqunda es, para Harazem, la primera revuelta de la lucha de clases documentada en la Península Ibérica. No dice que antes hubiese otras, pero sí que esta está perfectamente documentada por unos restos que ya no se ven sobre los que se va a construir un aparcamiento para conocer, precisamente, el pasado histórico de Córdoba.

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