Mar Rodríguez Vacas vuelve a Roma: “Mirar el pasado con los ojos del presente es un grave error”
Mar Rodríguez Vacas ha sacado tiempo para charlar con este periódico entre reuniones, ruedas de prensa y actos institucionales que forman parte de su día a día como jefa de prensa de la Delegación del Gobierno de Córdoba. Doctora en Periodismo por la Universidad de Sevilla, licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Córdoba y titulada en Ballet Clásico, compagina su trabajo en comunicación institucional con una intensa labor de investigación y escritura histórica.
Especializada en guion documental y apasionada de la Antigüedad clásica, Rodríguez Vacas debutó en la novela histórica con El olivo de los Claudio y exploró la danza y el arte en Eso no estaba en mi libro de historia del ballet clásico. Ahora regresa a la Roma antigua con Helena, la luz de Roma, una obra en la que rescata del olvido la vida de la emperatriz Helena, madre de Constantino y figura clave del cristianismo primitivo, más allá del relato hagiográfico.
La sociedad ha evolucionado más rápido que la Iglesia
PREGUNTA (P.) ¿Por qué vuelve a Roma Mar Rodríguez Vacas?
RESPUESTA (R.) Porque Roma es parte de mí. Me enamoré de la ciudad de pequeña y ese amor no ha hecho más que crecer. No me basta con embelesarme con sus piedras, sus calles o sus templos: necesito más, y esa necesidad se traduce en estudio de la antigüedad. Así que siempre regresaré a Roma. No sé si alguna vez escribiré sobre otra época. Por ahora, solo Roma. ¡Hay tanto que contar!
P. A diferencia de El olivo de los Claudio, aquí viajas a una época en la que el Imperio está en crisis. ¿Buscabas un paralelismo con la actualidad?
R. No. Desde el principio quise contar la vida de Helena Augusta. Lo que ocurre es que vivió en un Imperio en crisis y era necesario explicar ese contexto. Además, ¿cuándo no ha estado Roma en crisis? Solo en periodos muy concretos, como el de Augusto. Incluso entonces hubo conflictos graves, como el desastre de Teutoburgo. En los tiempos que corren, a pesar de navegar en la estabilidad que aporta nuestra democracia, las crisis puntuales de cada gobierno también están a la orden del día. Y algunos se aferran al poder como si se les fuera la vida en ello. Al final, en la vida, nada es estable y todo evoluciona, cambia... Pero no, no ha habido intención deliberada de generar paralelismos.
P. En esta Helena hay dos capas clave: la madre y la santa. ¿Cómo escapaste de ese cliché?
R. Justamente contando su vida desconocida. Sabemos de ella como madre de Constantino y y los motivos que llevaron a la Iglesia a canonizarla, pero había mucho más. Vivió una vida de película. Cierto es que hay muchos años de oscuridad y que he tenido que colocar a Helena en determinados lugares sin saber a ciencia cierta si estuvo o no allí. Pero lo he hecho desde un prisma de posibilidad real. Además, he intentado generar un personaje con personalidad propia.Helena llegó a gobernar de facto. Fue dócil y bondadosa, pero no tonta. Antes de ser santa fue una mujer de carne y hueso, excelente y pecadora, como muchos otros santos.
P. ¿Podemos considerar a Santa Helena una de las primeras líderes feministas?
R. Creo que eso es decir demasiado. Y todos sabemos el papel secundario que tenían las mujeres en Roma. Si tengo que hablar de alguien feminista, en este caso, sería de su hijo Constantino, que la apoyó, confió en ella y le otorgó plenos poderes. Eso no era nada habitual. Y ella supo responder con creces, demostrando el valor de la mujer en una época en la que estaba completamente denostado. Gobernó bien y muchos tuvieron que obedecerla, les gustara o no.
Reivindicar su papel siendo mujer sí era un reto. Demostró ser una líder nata. Cuando tuvo el poder supo ejercerlo. Su papel en este periodo histórico fue determinante. El libro lo comienzo con un extracto de la obra Consolación a Marcia, del filósofo cordobés Lucio Anneo Séneca, en la que ensalza el valor de la mujer y la igualdad de condiciones que él entiende que ellas tienen frente a los hombres. Un pensamiento revolucionario en el siglo I que supongo que no dejaría indiferente a nadie.
P. En un momento de revisión del papel histórico de las mujeres, ¿qué te interesaba mostrar de Helena?
R. Mirar el pasado con los ojos del presente es un error. Nada es igual. Ni la sociedad, ni los pensamientos, ni la forma de actuar, ni los gustos… Helena no pensó que estuviera protagonizando una revolución. Hizo lo que sabía hacer: cuidar de su hijo y de todo lo que le rodeaba, incluido el gobierno del Imperio. Tras su muerte, no hubo continuidad en ese poder femenino. Hubo otras mujeres influyentes, como Livia, pero ninguna dejó herencia política duradera.
P. Su vida está marcada por viajes y desarraigo. ¿Ves paralelismos con procesos migratorios y exilios actuales?
R. Helena era extranjera. Nació en Drepanum, cerca del Bósforo, y eso le impidió casarse legalmente con Constancio Cloro. Abandonó su tierra muy joven y viajó por todo el Imperio. Con el tiempo comprendió que ya no era una posadera de Drepanum, sino una mujer romana. Y sólo al final, casi con 80 años, decidió emprender un viaje como augusta ella sola, a Tierra Santa. Supo adaptarse y entender su lugar en el mundo con enorme inteligencia.
P. Como experta en comunicación, ¿qué opinas del uso simbólico y religioso del poder por parte de Helena y Constantino?
R. Fueron unos magos del márketing. A los romanos se les daba fenomenal eso de la comunicación política, a pesar de los escasos medios que tenían. Constantino supo utilizar el cristianismo como eje político y militar. El crismón, las monedas, los estandartes, el viaje de Helena a Tierra Santa… Todo formaba parte de una estrategia brillante. Compararlo con la comunicación política actual es casi ridículo. Sus resultados fueron infinitamente más eficaces. Y contó con un elemento imbatible: Dios.
P. ¿Casualidad que Rosalía reivindique ahora mismo a algunas santas y tú publiques esta novela?
R. Carambola total. Llevo pensando en escribir sobre Helena desde que nació mi hija, hace siete años. No creo que Rosalía tuviera en mente su disco en 2018. Este libro es un homenaje a mi hija y a una mujer extraordinaria.
P. La Iglesia sigue reservando el poder jerárquico a los hombres. ¿Qué dice eso del papel femenino?
R. El mundo era para el hombre y la Iglesia también. La sociedad ha evolucionado más rápido que la Iglesia. Las mujeres tienen un papel importante, pero muchas veces invisible. En la época de Helena ya existía el papel de vírgenes consagradas. Vivían dedicadas a la oración y tenían unas normas muy estrictas. Hoy hay mujeres consagradas al Señor que ejercen otros papeles que se salen del meramente contemplativo, pero la jerarquía eclesiástica sigue siendo muy restrictiva. Me gustaría verlas integradas en la estructura clerical. Creo que llegará, pero los tiempos de la Iglesia son otros. Mantengamos la esperanza.
P. ¿A qué otra santa le reza Mar Rodríguez Vacas?
R. Me postro ante Santa Helena por veneración a la mujer y a la santa. Pero yo soy firme creyente en la presencia constante de Dios a nuestro lado, por lo que más que santos, rezo a mi ’Gitano’, Jesús de las Penas, titular de la hermandad de La Esperanza de Córdoba. Me acompaña siempre. Los santos no son más que advocaciones a Dios… todos nos llevan al mismo lugar. Aun así, también me protegen en mi día a día San Rafael (mi tía Sole me regalaba estampitas de pequeña), la Virgen de la Esperanza (cómo no), la Virgen del Rocío y la del Pilar.
A los romanos se les daba fenomenal eso de la comunicación política
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