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NIÑO SEVE

Luna de la Judería, sol de la guitarra: “He intentado decir la verdad en cada nota”

Niño Seve presenta su primer disco, 'Luna de la Judería'

Juan Velasco

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Cuando Severiano Jiménez flores era sólo un chaval, vio como un tubo de luz iluminaba a Vicente Amigo en el centro del escenario del Gran Teatro de Córdoba. Aquello fue una epifanía que le marcó para siempre y el comienzo de un sueño que ha culminado este sábado.

Porque este sábado, Severiano Jiménez, Niño Seve, ha sido el guitarrista al que han iluminado los focos del Gran Teatro y de su instrumento han salido sus credenciales como solista y un repertorio, el de Luna de la judería (La Droguería Music), su primer disco en solitario.

Horas antes del concierto, el artista reconocía un cierto nerviosismo sano. “Descalzo no voy al escenario”, explicaba a este periódico antes de enumerar su nómina de acompañantes en el escenario, los cantaores Rafa y José del Calli, el bajista Pablo Torres, el pianista Juan Antonio Sánchez y dos de los acompañantes habituales de Vicente Amigo: el percusionista Pachi Cámara y el violinista Igmar Alderete.

Un buen equipo con el que arropar la presentación de un disco “de vivencias”, que recoge “algunos de los momentos más emocionantes” de su carrera y los traslada a una partitura en la que caben la vanguardia y la tradición. Todo lo que pellizque. He intentado en cada nota decir la verdad, no me he guardado nada a la hora de componer”, señalaba Niño Seve, que sólo tenía 17 años en 1999, cuando ganó el el Bordón Minero del Concurso de La Unión, el premio más importante del mundo del flamenco. 

Un tremolo de 1999

Aquel niño está en Luna de la Judería. En la taranta que incluye el mismo tremolo con el que ganó aquel concurso, el primer espaldarazo de una carrera en la que ha brillado acompañando a “bicharracos” como El Pele o Duquende, dos de los invitados de excepción del disco que ha presentado este sábado, en el que también están su mano derecha, el percusionista Lolo Plantón, el bajista Josué Ronkío, y más voces de altura: Reyes Carrasco y Rafael de Utrera.

“Tengo la suerte de tenerlos en mi disco, igual que yo para ellos he estado para lo que han querido. Es todo producto de una admiración mutua”, señala el guitarrista, que ha tardado muchos años en lanzar este trabajo, en parte porque ha estado años poniéndose al servicio de otros artistas. Tocaba rendir cuentas. “Esto suele pasar, uno se ocupa de todo el mundo y lo tuyo lo vas dejando atrás”, dice sonriendo, aunque aclarando que “las cosas salen cuando tienen que salir”.

El momento era ahora, con su personalidad como guitarrista totalmente asentada. Se le recuerda esas veces en las que El Pele se queda prendado viéndolo tocar y le resta importancia. Todo va para el maestro. “Además de ser un genio cantando, es un auténtico genio como músico. El Pele no toca la guitarra pero tiene las armonías en la cabeza y te las canta”, defiende Niño Seve, que explica que, por eso mismo, no ha puesto ningún límite a los cantaores que colaboran en su disco, optando por encontrarse él a partir de los quejíos que le han prestado.

Voces que han acabado por dar empaque a un trabajo que sirve como carta de presentación y como confesión. “Ponerle mi nombre a un disco es una responsabilidad y también un premio a todos estos años de trabajo y constancia. Han sido muchas horas encerrado en un cuarto buscando la mejor manera de mostrar lo que uno lleva dentro, tus inquietudes, tus emociones… Un guitarrista a lo máximo que aspira es a llevar su música a la gente y a tocar sólo”, señala el tocar, que asegura que hoy tiene las mismas ganas de tocar que cuando ganó el premio de Las Minas.

El niño en casa de la abuela

“Yo creo que los hombres no dejan nunca de ser niños”, dice Seve, que se crió rodeado de flamenco con sus tíos Manolo y Eduardo Flores, y que, si bucea en sus recuerdos, llega hasta casa de su abuela, donde había un cuarto lleno de guitarras, que usaba como juguetes.

Tendría pocos años menos de cuando vio a Vicente Amigo en el Gran Teatro. Tengo esa imagen grabada. Aquel día dije: yo quiero estar ahí, donde está ese hombre. Presentar mi disco en el Gran Teatro y en mi tierra era un sueño“.

El sueño se ha cumplido este sábado, cuando Niño Seve ha presentado sus credenciales como sol de la guitarra cordobesa, en el marco del Concurso Nacional de Flamenco, otro de los certámenes en los que también se coronó este guitarrista autodidacta, que dejó el instituto antes de la mayoría de edad, y que se formó en los tablaos.

“Mi conservatorio han sido las vivencias en las peñas y creo que mejor escuela que esa no hay. Que te cante un viejo una soleá y te diga donde te tienes que parar”, concluye Seve, el niño que promete vivir de la guitarra hasta que se le ponga la última luna, porque como él mismo reconoce: “Llevo toda mi vida comiendo de esto y es que no sé hacer otra cosa”.

Niño Seve seguirá, por tanto, traduciendo sus vivencias a través de la guitarra, convertida desde hace mucho tiempo en un apéndice de su cuerpo. “Cuando quiere, la guitarra me habla, cuando no se enfada conmigo. Nos peleamos a veces porque la guitarra es un instrumento que es muy bonito, pero nada agradecido. La guitarra es siempre la que manda. Como ella no quiera, tú no tocas. Te pide estar bien de tensión, de sonido, que tú estés bien de manos, que tengas las uñas bien cortadas… Influyen muchas cosas. Son muchos factores, pero cuando eso se alinea, sale la magia”.

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