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Juan Velasco

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En medio de un desierto, tres gotas de agua son un oasis. El símil se puede aplicar a la cultura en Córdoba, un sector que, en buena medida, vive con una mezcla de escepticisimo y desesperación la larga agonía de la pandemia del coronavirus, pero que sigue vivo y repensándose. Buena muestra de ello da el nacimiento, en los últimos meses, de tres espacios culturales en Córdoba basados en el concepto de autogestión y que buscan un nuevo modo de hacer comunidad dentro de la ciudad.

Son Plata, Espacioplástico y El Camarote. Tres proyectos distintos, cada uno con sus peculiaridades, pero que comparten, en buena medida, la idea de las sinergias y las colaboraciones como modus vivendi. Cordópolis se ha dado un paseo para conocer de primera mano lo que ofrece cada uno de estos nuevos proyectos, que apenas tienen unos meses de vida.

El recorrido lo iniciamos en la calle Eduardo Dato. En el número 17 está ubicada Plata, la nueva aventura de Javier Orcaray y Gabrielle Mangeri, concebida como la continuación de sus anteriores proyectos, La Fragua (una residencia de artistas en Belalcázar) y Combo (una sala de exposiciones en el centro cerrada en 2016), pero buscando actualizar ambas ideas hasta convertirlas en otra cosa.

Plata: Residencias, biblioteca, producción y educación expandida

En Plata, además, Javier y Gaby no están solos. Desde el principio se han sumado a este espacio de autogestión cultural el comisario artístico Jesús Alcaide y el poeta Xavier Guillem. Además, desde hace unos días, Plata también es la sede de la Editorial Cántico, que dirige el poeta y editor Raúl Alonso, una buena muestra de que la idea de espacio colaborativo que sobrevolaba el proyecto no ha tardado en fraguar.

De La Fragua, por cierto, mantiene Plata la idea de un programas de residencias para artistas, aunque con una filosofía distinta. Orcaray explica que, en esta nueva aventura, las convocatorias abiertas obligan a los artistas a trabajar con el equipo de Plata y con una temática y unas cuestiones definidas: sociales, medioambientales y relativas el propio ecosistema del arte. “Los proyectos van vinculados a Plata y buscan un futuro más interesante para la ciudad”, señala Orcaray, que informa de que este domingo ha llegado la primera residente a Plata: la artista chilena Marisa Cornejo.

Por otra parte, el gestor cultural indica que Plata huye de Combo en el sentido de que prescinde de la actividad expositiva, aunque sin cerrarse a ella. En cambio, ha cobrado fuerza en la actividad diaria la oficina de producción: “Plata es un semillero de proyectos de cultura y arte. Es un espacio para investigar, pensar y plantear, así como para presentar proyectos a convocatorias públicas y privadas concretas”, indica Orcaray, consciente de que uno de los principales problemas a los que se enfrentan los artistas es todo el entramado administrativo.

Pero hay más. Plata también ha puesto en marcha un programa de educación expandida. “Cada vez nos interesa más plantear un formación que no está incluida en la institución pero es interesante para la vida y que abarca, más que el arte, otras materias”, indica uno de los responsables de Plata sobre una actividad que se ha iniciado con talleres de poesía a cargo de Juan Antonio Bernier, y que se abrirá a otras materias como la naturaleza. Y también plantea comenzar a editar libros en un futuro próximo.

Y todo a partir de un modelo asociativo, con planteamientos a más largo plazo o simplemente pensados para hacer uso de este espacio y sus recursos. El más concurrido, por el momento, la biblioteca de Plata, de la que se está encargado Xavi Guillem, y donde comenzará en breve un club de lectura dirigido por Jesús Alcaide, que también será online.

Espacioplástico: una fábrica de creación (no lo llames coworking)

Desde Eduardo Dato nos desplazamos hasta la avenida de los Almogávares, donde ha abierto sus puertas Espacioplástico, un proyecto que impulsa estudio de arquitectura y diseño Amasce, concebido como un espacio de creación, que busca generar comunidad entre profesionales capaces de trabajar juntos dentro de un mismo espacio, e inspirado en “fábricas de creación” como Harinera (Zaragoza) o Matadero (Madrid).

Aunque lo primero que nos pide Patricia Pires, gestora y coordinadora de Espacioplástico es que desterremos la idea del coworking. “Espacioplástico no es eso. No busca alquilar espacios, sino ofrecer un lugar y unos recursos a quienes formen parte del proyecto, bien sea de forma temporal o permanente, con el objetivo de crear sinergias desde un enfoque transdisciplinar, apostando por una visión expandida de la creación, más allá de las prácticas artísticas habituales y reconocidas, y por supuesto, dando visibilidad al panorama artístico cordobés”, especifica sobre un inmueble abierto a arquitectos, diseñadores, músicos o arqueólogos.

Además, se permite hacer uso del espacio de diferentes formas. Según detalla Pires, Espacioplástico cuenta con impulsores, creadores y profesionales que abonan una cantidad mensual y pueden participar de la programación y hacer uso de los recursos- También contempla diferentes opciones para quienes necesiten hacer un uso más intensivo del espacio

Por el momento, en Espacioplástico están instalados Amasce, la propia Pires, y Alicia Rosuna, diseñadora y artista, aunque el círculo de impulsores plásticos se ha ido ensanchando de manera que, en estos momentos, ya son más de una docena. Mientras tanto, se trabaja en una programación estable de encuentros, charlas y talleres.

El Camarote: un estudio fotográfico al alcance de todos

Desde Espacioplastico nos movemos hacia el Polígono de Chinales, a unos metros de donde se erigía la Discoteca Silos. Ahí es donde se ha ubicado El Camarote, un colectivo fotográfico y un estudio de producción de imagen concebido también como una comunidad autogestionada. Detrás del proyecto están los fotógrafos Manu Blanco, especialista en fotografía de conciertos, y Paco Polo, más centrado en la fotografía de naturaleza.

Lo que iba a ser un estudio de ellos ha ido creciendo a partir de la idea de colectivizar el espacio con otros fotógrafos, dado que en la ciudad no abundan estudios con la envergadura y el material del que disponían Blanco y Polo. Así es como nace El Camarote, un estudio fotográfico con una zona de usos múltiples que está siempre disponible para los socios de la la comunidad y que se abre a quienes deseen usarlo de forma puntual.

En este ámbito, en las últimas semanas en sus instalaciones se ha grabado un videoclip de música urbana y se ha realizado un reportaje fotográfico para el disco de una banda. La premisa, según Blanco, es: “Tú como fotógrafo no te tienes que preocupar de nada, solo de ir con tu cámara, que el resto lo ponemos nosotros”.

También, claro está, como espacio de “cooperación y enriquecimiento profesional y personal”, pues Blanco es un ferviente convencido de que se aprende y se mejora mucho más trabajando en comunidad. Y así es como, de hecho, está creciendo El Camarote, que en unos meses ha ido incorporando socios al proyecto. Un proyecto que, además, ha nacido con estrella, puesto que El Camarote se llevó un galardón en los Premios Anuaria al mejor Naming, obra de John O’hare (Brandwithme).

Y, hablando de marcas y nombres, ya se está trabajando en el que será el primer curso de fotografía que se lleve a cabo en El Camarote, un taller de fotografía de Producto dirigido a fotógrafos profesionales.

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