El grito de Beckett
Este jueves trece de Mayo fue el elegido para presentar Godot, en CineSur el Tablero, la ópera prima del director cordobés Chico Sánchez, y que aprovechó para rendir homenaje al actor Juan Antonio Díaz, en esta, precisamente su obra póstuma. A la cita también acudió uno de los protagonistas y uno de los actores con más proyección de Córdoba, el lucentino Rafa Blanes, que expresaba sentirse emocionado de “poder verse en la misma pantalla en la cual ha visto desfilar a tantos referentes”.
La vida del artista como metáfora del encierro del sí mismo para encontrar una explicación a su arte. Vivir en esa cadena desde Sófocles a los posdramáticos pasando, con calado y cariño, por Beckett. De Chaplin a Phoenix, el intérprete siempre anda en esa cuerda floja de sacrificar lo más valioso que tenemos, que son estos minutos de existencia que nos han regalado, al arte.
Para desarrollar este discurso, que deviene con la existencia vital, Chico Sánchez se sirve de la estética metalingüística de found footage o cine de metraje encontrado, en su arriesgada obra fílmica en la que conjunta varios ingredientes que engarza de forma muy resuelta: un texto de la adolescencia, un elenco que sabe que meñique está moviendo su “amado-compañero” de escena, aunque no lo esté mirando, un paisaje lleno de vida en el valle de los Pedroches, una pértiga y una cámara que hace de testigo espectral de su inquietudes estéticas. Esto es, filosóficas.
Ari Aster y Beckett paseando por Cardeña
A nivel narrativo, la obra nos tiene prácticamente las dos horas expectantes, ya que en todo momento queremos saber cuales son las intenciones de este siniestro ser que secuestra a este grupo de intérpretes para montar la pieza beckettiana de El Grito.
Aun con lo experimental de la cinta, la obra no decae, llegando a una resolución del conflicto que merece algo más, ya que nos descoloca al romper el ambiente creado de claustrofobia, por paradójico que parezca en la amplitud de los campos de la dehesa de los Pedroches, llevándote a cintas tan inquietantes de los últimos años como pudiera ser Midsommar.
La película es el debut en el mundo del largometraje de Chico Sánchez tras un amplio y curtido recorrido haciendo cortometrajes como Tras la puerta, Intrusos, Podemos Empezar, Sí o No o La prueba. Consiguió el primer premio categoría ficción certamen Suroscopia 2012 con Zombie y Premio del público en el festival de cine instantáneo Eutopía con No Signal. Además es fundador de la escuela de Cine y Teatro Actúa Córdoba, que está funcionando como gran cantera, en el cine sobre todo, para nuestra ciudad.
Un elenco en estado de gracia
Con un tristemente recién desaparecido Juan Antonio Diaz en su último papel, pareciera que anticipase su adiós diciendo a estos actores que hasta el último aliento que expanden deben dedicarlo a su arte. Normalmente destaco a alguien del elenco pero en esta ocasión solo puedo decir que todos están dónde tienen que estar sin diferenciaciones. Porque es ese grito conjunto, en diferentes roles, el que se apodera de la magia de este grupo de actrices y actores, formados en la ESAD de Córdoba, lo que le da la verdad e impregna la pantalla de naturalidad en todo momento.
Godot es un canto a la libertad. A la libertad de nuestros encierros personales e impuestos. A la rebeldía del Yo frente a la barbarie de la masa. Una oda para, y contra, lo que nos constriñe. Y de fondo verde, rico en vida que acompaña al elenco con ávidas ganas de decir, de expresar, de amar al proyecto, de erigirse y, como no, de gritar en el susurro que también puede romper gargantas desde el silencio.
Esperemos un largo recorrido de esta película por salas y festivales, y que viene a reforzar la lenta, pero progresiva, posición de Córdoba en el mundo del séptimo arte.
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