Las maravillas del circo que une el lejano oriente con occidente

El desembarco de la gira española del Gran Circo Acrobático de China en el Gran Teatro consiguió la primera triple voltereta de la noche: la representación de la comunidad china de la ciudad dejándose ver en la platea y el patio de butacas Durante dos noches la magia se tejió entre una audiencia boquiabierta y diversa, que iba de niños a abuelos, y que recibió entusiasmada la adrenalina y las destrezas sobrehumanas que les lanzaban desde el escenario.

Y es que desde el momento en que se alza el telón, el espectáculo transporta al público de occidente a un universo paralelo donde la gravedad parece un simple capricho. Con una apertura deslumbrante, los artistas chinos, una treintena durante todo el espectáculo, comienzan a aparecer con una serie de acrobacias aéreas que desafían todas las leyes conocidas.

Volteretas, giros y piruetas realizadas a alturas vertiginosas, contorsiones y cuerpos entrelazados en coreografías sincronizadas mantuvieron al público al borde de sus asientos o con el oh en los labios. Asimismo, los malabaristas demostraron una gran destreza al manipular objetos con una precisión milimétrica, mientras los equilibristas desafiaban el vértigo caminando sobre alambres tensos y con la audiencia en vilo.

Magia, danza, humor y un cuento como hilo conductor. Gracias a su espíritu aventurero, el protagonista abre las puertas de la fantasía y conoce a la hermosa hada Fénix, que vuela sobre el mar. Así se desencadena la historia que traslada a un universo donde la magia está en todas partes, contada a través de la danza, la expresividad de los y las artistas participantes, entre la espectacularidad y el minimalismo, con música de aires orientales, colorido en los trajes y diseño de luces.

Gran parte del éxito de este circo se debe a la categoría de los artistas que salen al escenario, muchos de ellos medallistas olímpicos y otros ex procedentes del famosísimo Circo del Sol. Lo que ocurre es que aquí no hay rastro de la poesía y la altura estética del famoso circo canadiense, por mucho que los 18 asombrosos ejercicios de diferentes disciplinas artísticas que conforman este espectáculo combinen acrobacias de primera y una gran concentración mental. Algo que les ha hecho merecedores de la declaración de Patrimonio Cultural por el Gobierno de su país.