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Día Mundial de la desnudez

Espectáculo de danza 'La desnudez' en el Teatro Góngora

Carlos Alarcón

30 de abril de 2021 09:52 h

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La belleza de la desnudez. No siempre una desnudez tersa, pulida y evidente. Sí una desnudez que sugiere, que muestra y que esconde, que se agota y renace en cada cuadro. Que transmuta en cada movimiento. La desnudez como concepto inefable, que solo puede percibirse en la danza. 

Esto es lo que nos presentó ayer tarde en el Teatro Góngora el coreógrafo Daniel Abreu (Premio Nacional de Danza 2014).

Una figura cotidiana entra en el espacio desnudo. Observa, busca, investiga hasta que se hace la oscuridad y comienza el viaje al desabrigo del alma a través del movimiento.

Un cuerpo (de mujer) que ya estaba en escena, pero que el velo de la percepción ocultaba, aparece para abrigar el alma de Abreu y descubrirse a ella misma.

La desnudez es indigencia, es miseria, es injuria, es escasez. Pero también es necesidad de elucubrar poesía a través de la luz, el sonido y el movimiento.

Un ciclo vital del nacimiento, pasando por la fiesta, la muerte y los elementos naturales que, con una maestría exquisita, nos transitan Daniel y Dácil González, ésta última Premio Nacional de Danza 2019.

Los dos estuvieron acompañados de un tubista-voyeur, Hugo Portas, que irrumpe para (re)(des)componer con su presencia, notas, partituras y miradas, las idas y venidas del dueto en el mencionado ciclo que reclama lo dantesco.

Una experiencia sublime para los sentidos, que no decae, en un viaje íntimo y abrupto hacia la misericordia de dos cuerpos entre palos de madera (a veces casa, a veces armas) una tuba, estrobos, humo que ocupa bolsas y escena, dance-music, simetrías, música sacra, electrónica, lucha, sudor, músculos, torsión y que contornea Irene Cantero entre difusores, correctores y contrastes de cálidos y fríos para llevarnos por los caminos que componen el universo de la desnudez.

Sin duda un éxtasis para todos los asistentes que pasaron por el Teatro Góngora en el Día Mundial de la Danza, y que gozaron de este ritual de vida, de lo-que-no-se-muestra pero que convive en nuestras existencias, a veces perceptible, a veces imperceptible. Y que el público agradeció durante varios minutos aplaudiendo en pie.

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