Una década de Flamenco Patrimonio Mundial y una Córdoba lejana y sola

Una vez visto en un canal de televisión el programa que realizan al efecto, para conmemorar el X aniversario de la declaración por parte de la Unesco del Flamenco como Patrimonio de la Humanidad, me surgen varias reflexiones, pero sobre todo las siguientes:

No es una sorpresa que, en la mayoría de los casos, cuando en determinados medios de difusión se habla de Flamenco en términos generales, no circunscritos a la propia ciudad, una vez más no aparezca ni una sola imagen, ni una sola alusión a Córdoba y su provincia. Ello a pesar de que Córdoba cuenta con quien es, probablemente, la última leyenda viva del Flamenco, poseedor de la quinta Llave de Oro del Cante, así como también, posiblemente al guitarrista en activo que hoy por hoy es el mayor referente en la guitarra flamenca de nuestros días, por decir algo.

Tampoco es una sorpresa a estas alturas que no se haga referencia a una ciudad con una actividad flamenca tan extraordinariamente frenética, activa e intensa a lo largo de todo el año. Eso por no hablar de su Universidad, la primera que dio el paso para crear una Cátedra de Flamencología, apostando desde sus inicios hasta la actualidad por este arte de manera abnegada y decidida durante más de 20 años... nada de todo esto es nuevo.

Sí me ha sorprendido enormemente que, a día de hoy, aún se siga reclamando la creación de un centro educativo para la enseñanza del flamenco “de forma reglada”, cuando la propia Consejería de Educación decidió en su momento que fuese en Córdoba, a través de su conservatorio, donde se implementaran las enseñanzas académicas oficiales de flamenco en sus diversos itinerarios: Guitarra Flamenca, Cante Flamenco y Flamencología -Baile Flamenco en Málaga-. Por supuesto, sobre este punto tampoco se dice nada.

En fin, a veces parece como si Córdoba aún continuase lejana y sola.

David Pino, cantaor y director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba