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'Aptitudes': doce años de agitación cultural y erradicación de prejuicios desde el mundo rural

Actividad de Ciudad Creativa en el marco de 'Aptitudes' en 2018.

Pilar Montero

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Cómo encajar los términos performance, figurativo, hibridación o abstracción en un pueblo de 7.000 habitantes. He ahí la cuestión. Aunque más bien no se trate de conectar nada, sino de sacar a flote, de ilustrar lo que siempre estuvo ahí para darle un nuevo sentido. Ese es el empeño con el que el artista Juan López López ha trabajado desde que asumió el reto de dirigir el Encuentro de Cultura Contemporánea Aptitudes, inspirado en el artista Rambleño Alfonso Ariza.

Igualmente originario de La Rambla, Juan López ha tenido siempre presente a su pueblo natal, incluso cuando se marchó a estudiar Bellas Artes a Valencia. De convencida formación multidisciplinar, ha trabajado la pintura, la fotografía, la música y el vídeo. Actualmente una de sus obras se expone en la Casa Góngora y le gusta considerarse un agitador cultural, por el “intrusismo laboral” que probablemente ejerza como gestor.

En tiempos donde florecen los curators y gestores de exposiciones con un arte espectacular como reclamo mediático, alguien que no esconde su acento del sur está convencido de que las miradas vanguardistas pueden estar en cualquier parte, ya sea en una ermita abandonada, en una fábrica antigua o incluso en un taller de cerámica. Con esa filosofía surgió su proyecto Aptitudes, una de las ramas del programa Periféricos que la Diputación de Córdoba, en consonancia con la Fundación Rafael Botí, fomenta en varios territorios de la provincia como Lucena o Montalbán, entre otros.

En este caso, el proyecto tiene su semilla en la figura de Alfonso Ariza. De cierta relevancia en Andalucía, el artista dejó a su muerte un poso lo suficientemente significativo en La Rambla como para que se reivindicara la creación de una Casa Museo dedicada a su obra. Con ese germen de cultura contemporánea sembrado, floreció la beca de escultura Alfonso Ariza, comisariada por Carmen Osuna, y que aprovecharon artistas de todo el mundo para transformar con su visión la cerámica de La Rambla. Diez años y un cambio de gobierno decisivo después, el proyecto llegó a su fin. En su relevo, Juan López quiso mantener viva la influencia de Alfonso Ariza, respetando el barro y la identidad del pueblo. Precisamente por eso dio al proyecto un giro total.

“Sobre todo, yo busco incomodar. El arte debería abrir mentes y despojar prejuicios”, explica Juan López. “El ser multidisciplinar ahora parece lo más normal del mundo, pero hace treinta años no lo era tanto. Alfonso Ariza era un artista que tocaba todos los palos”, añade el gestor, justificando la apertura del proyecto a otras disciplinas.

La cerámica es el tejido cultural por excelencia de La Rambla y Juan López lo sabe, pero, desde la primera edición de Aptitudes, se han combinado varias disciplinas. Como aquella vez en la que dieron una vuelta de tuerca al concepto de una ermita, o cuando transformaron una antigua fábrica de harina en un exitoso experimento sonoro y auditivo. “Esto es algo que hago a mi imagen y semejanza, cambiante, como yo soy. Cambiante como los tiempos. Es un espejo de mi forma de pensar y trabajar”, expone López.

El abordar un proyecto de este tipo desde la propia experiencia artística le lleva a querer darle un sentido, un hilo conductor con el territorio y con el propio contenido porque lo contrario “implicaría únicamente programar, y eso lo puede hacer cualquiera”, explica. Cada otoño, el programa gira en torno a tres pilares fundamentales que este año recaen más que nunca sobre la figura de Alfonso Ariza.

Este viernes, Noelia Centeno y Alfonso Blázquez han partido de un proceso de creación específica, grabando a puerta cerrada los testimonios de personas que conocieron en vida al artista homenajeado. Este sábado, un taller didáctico se abrirá a los niños, que llevarán a cabo obras en cartulina a partir de las escuchas grabadas por los mayores el día anterior. Los resultados de esa experiencia se presentarán el día 8, justo antes de la performance que el dúo de artistas Alegría y Piñero realizarán a partir de rostros de barro, luces y sonido, en el que habrán colaborado con asociaciones de personas con discapacidad de La Rambla. Finalmente, tras haber aprovechado todos los espacios de la casa museo Alfonso Ariza, el encuentro terminará en el patio con la actuación del guitarrista Raúl Cantizano, habitual de Niño de Elche, que presentará su último trabajo sonoro experimental en solitario.

“No he rezado porque yo no rezo, pero estoy suplicando para que ese día no llueva”, comenta Juan López, “para poder disfrutar de la actuación al sol”. Explica que la propuesta de Cantizano, muy vanguardista, no contiene letra y se aleja de la típica actuación que se podría esperar de un guitarrista. A priori, puede sorprender la idea de esta iniciativa en un entorno que no acompaña al imaginario. Después de un rato de charla con Juan López López, de meditación, la sorpresa viene al preguntarse el por qué no. O por qué no con más frecuencia. Aunque para ello haga falta una entrevista a posteriori.

“Hay montones de encuentros lúdicos, con sus códigos. El fútbol, los bares… ¿Por qué no va a haberlos de arte? ¿Por qué aceptamos financiar todo lo que nos rodea y no esto?”, se pregunta el artista. “Se suele percibir el arte como un ámbito de gente rara, de locos, de excéntricos, pero es algo más natural de lo que la gente se imagina y cada vez está más integrado en todas las facetas de la vida”, añade.

La realidad es que el encuentro Aptitudes da visibilidad a artistas regionales, da nuevos significados, y sentidos, a territorios encorsetados, reinventándolos en los imaginarios, abriendo vías de exploración en los participantes. Juan López ha querido hacerlo así, desde la honestidad y la conciencia crítica. “Para mí el arte es una ciencia social pura y los artistas deberíamos estar incluidos en más aspectos de la vida cotidiana”, declara.

“La gente suele tener muchos prejuicios a la hora de acercarse al arte contemporáneo, porque no lo entienden, pero es que la vida en sí misma es más ininteligible que el propio arte”, concluye Juan López López.

Escuchar a este artista genera ilusión y muchas más dudas que certidumbres. Alguien que es capaz de plantear nuevas cuestiones, en ámbitos supuestamente asumidos y en tiempos cada vez menos sólidos, seguro que algo está haciendo bien.

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