Vuelven de Etiopía los cordobeses que recogieron más de 600 botas de fútbol para un orfanato
Objetivo conseguido y con creces. Los profesores Antonio Ortega y José Miguel Repiso que desde mayo comenzaron a recoger botas solidarias para repartirlas entre los menores y los jóvenes de un orfanato de Holeta (Etiopía) han regresado a Córdoba después de repartir los más de 600 pares conseguidos. Durante un mes han podido conocer la realidad del país y de unos niños a los que, de forma solidaria, cientos de personas les han devuelto la felicidad y la ilusión.
Uno a uno, los profesores fueron probando las botas a los 140 menores que viven en el orfanato, denominado Casa Ankelba. Lejos de lo que ocurre en países como España, los niños no mostraron ninguna predisposición hacia una bota u otra. El color también les daba igual. Lo único que querían era disfrutar de un regalo que aquellas dos personas, desconocidas para ellos, le estaban haciendo sin motivo alguno.
Ortega cuenta que fue esta primera toma de contacto lo que primero les llamó la atención. “Todo les daba igual y ni tuvieron en cuenta que eran botas de fútbol usadas. Incluso hubo niños a los que les dimos la opción de elegir entre varias y no fueron capaces de elegir. Nos miraban y nos decían que ellos iban a estar contentos de una u otra forma”, explica el profesor. Además de entregar las botas, los dos jóvenes impartieron clases de español, inglés y matemáticas.
La enorme respuesta que ha tenido este proyecto -tanto con la donación de botas como con el dinero recogido para poder enviarlas- ha permitido no sólo que todos los niños del orfanato tengan sus botas sino, también, hasta seis equipos de fútbol cercanos al centro. Sin embargo, poder entregar este material no ha sido fácil. Una vez llegados a Etiopía, los profesores se percataron de que las botas estaban retenidas en la aduana.
Durante ocho días tuvieron que desplazarse de Holeta hasta Adís Adeba para demostrar que el contenido de las maletas no iba a ser utilizado con fines lucrativos. Los cordobeses tuvieron que presentar diversos documentos para certificar que todas las botas iban a ser destinadas a los menores del orfanato.
Más tarde descubrieron que las maletas se encontraban en un almacén a las afueras “donde todo lo que allí se recibe pasa de forma automática a manos del gobierno de la capital”. “Para que cualquier mercancía llegue a este destino tiene que pasar como mínimo un mes y nuestras botas habían llegado en menos de 48 horas”, recuerdan los profesores. Para recuperar todo el equipamiento tuvieron que concertar una entrevista con responsable de aduanas del aeropuerto, que no dudó un instante en dar su aprobación para que las botas solidarias llegaran a su lugar de destino.
Ya en Córdoba, Ortega y Repiso rememoran los lazos que para siempre estarán unidos con este pequeño orfanato y, en especial, con los menores adolescentes, que les transmitieron sus ideas de futuro, alejado de la pobreza que les rodea. “Nos han marcado mucho y esperamos que nosotros a ellos también”, concluyen los jóvenes.
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