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El Reina Sofía atiende a más de 100 pacientes para recuperar su olfato, la mayoría tras contagiarse de covid

El médico Julio Ortega, junto a una paciente

Alejandra Luque

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Una de las consecuencias de los resfriados comunes y que no reviste de cierta importancia es la pérdida del gusto y del olfato. Sabemos que será durante pocos días y entendemos que forma parte del proceso gripal. Pero, ¿y si esa ausencia de olfato se extendiera durante meses? ¿Y si lo que hemos perdido es el sentido del gusto pero lo confundimos con el del olfato? Para responder a estas preguntas, el Hospital Reina Sofía de Córdoba abrió en septiembre de 2021 una consulta de rehabilitación del olfato debido al aumento de la demanda de pacientes postcovid que ya atiende a unos 140 pacientes.

El encargado de este servicio es el doctor Julio Ortega Carpio, quien asegura que, antes de la pandemia, ya había pacientes que solicitaban un servicio de estas características. El covid ha puesto en evidencia que la necesidad era imperiosa dado que era “un problema subyacente del aparato otorrinolaringólogo al que no se le estaba prestando atención”.

La mayoría de los pacientes que acude a esta consulta ha pasado el covid, pero no todos. Las causas más importantes de la pérdida del olfato, apunta este médico, son “problemas de obstrucción en la cavidad nasal, pólipos o alergias no diagnosticadas”. También están las consecuencias de enfermedades degenerativas cerebrales como el alzheimer o el parkinson, cuyos pacientes sufre la pérdida del olfato en las primeras etapas, algo que “no se diagnostica”, señala Ortega.

El responsable de la consulta hace mención a una cuestión realmente llamativa: cuando creemos que hemos perdido el gusto, en algunas ocasiones no es así ya que lo que tenemos dañado en realidad es el sentido del olfato. Sin embargo, “el paciente lo percibe al contrario porque nuestro cerebro hace que sintamos que saboreamos una sustancia cuando, en realidad, la estamos oliendo”.

Una vez que el servicio de Otorrinolaringología del Hospital Reina Sofía determina que la ausencia de olfato no es debido a obstrucciones nasales o rinitis crónicas, patologías que tienen tratamiento, deriva al paciente a la consulta de Ortega, quien le realiza un estudio completo. si no se lo han hecho previamente. Dicho estudio incluye una resonancia magnética o una tomografía. Después, el paciente es sometido a una exploración con un olfatómetro en la cual entra en contacto con 24 olores bien estandarizados ya que está basado en el sistema BAST-24. Es un test olfativo a ciegas en que el paciente porta una máscara para así desconocer el nombre de los tarros. El doctor somete al paciente a una serie de preguntas, como si el olor es agradable, desagradable o si le es familiar. “Con esta prueba estudiamos el sistema nervioso central y evocativo del paciente”, apunta Ortega.

Veinte de estos olores son percibidos por el nervio olfativo y cuatro, por el trigémino. Lo que el médico pone ante las narices de sus pacientes es tan variopinto que evoca a la gasolina, a los ahumados, al azahar o a la canela. No solo se puede determinar si el paciente ha perdido su olfato y no el gusto, sino que este sistema permite averiguar qué lado de la nariz está dañado.

Dependiendo del resultado, el tratamiento será distinto. Si se confirma la pérdida del olfato en un paciente postcovid, “se puede poner un tratamiento antiinflamatorio que mejorará los episodios y, después, rehabilitación olfativa en casa”, sugiere el médico. Los kits de olores pueden adquirirse, por lo que el sanitario recomienda hacer esos tests “todos los días, diez minutos por la mañana y otros diez por la tarde”.

Sin embargo, el sistema BAST-24, desarrollado en Badalona, presenta ciertas carencias, a juicio de este profesional médico. Por ejemplo, el olor a azahar no podría ser reconocido por quienes nunca han percibido ese olor. Si su olfato está en buenas condiciones podrían oler, pero no identificarlo. Además, puntualiza Ortega, aplicar este sistema en menores -ha tratado a dos- también es muy complicado “porque hay olores que los niños no han olido nunca, como el de las almendras amargas”.

Aunque la consulta solo cuenta con un solo sanitario, su presencia en el complejo hospitalario será permanente.

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