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El obispo dice que “la sexualidad mal empleada lleva a los abusos y la violencia doméstica”

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández | ÁLEX GALLEGOS

Europa Press

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El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha aclarado que “la sexualidad no es para el placer, sino para expresar el amor verdadero”, ya que “la sexualidad es un don de Dios, pero desintegrada es una bomba que explota en manos del que abusa de ella”, de tal forma que “por este camino de la sexualidad mal empleada vienen los abusos, las extorsiones, las explotaciones, y las adicciones más escondidas y más destructivas”.

Así lo ha destacado en su carta semanal, recogida por Europa Press y en la que ha aludido a que en este final “del curso académico y pastoral”, llegan fiestas de “santos importantes en nuestro calendario”, como San Juan Bautista, San Pedro, San Pablo y San Pelagio, recordando Demetrio Fernández en su carta que éste último es “el santo niño venido de Galicia y martirizado en la corte del Califa en Córdoba” en el siglo X, y “es el mártir de la castidad, virtud que no ha estado nunca de moda, y menos en nuestros días”.

En cualquier caso, según ha señalado el obispo, “San Pelagio tiene un mensaje hoy para los niños, los jóvenes y los adultos”, el ya mencionado de que “la sexualidad no es para el placer, sino para expresar el amor verdadero”, y es “un don de Dios”, de ahí que, “mal empleada” lleve a “los abusos” y a la “violencia doméstica”, además de a “matrimonios rotos”.

En este sentido, Demetrio Fernández ha afirmado que “San Pelagio es una profecía para nuestro tiempo: la sexualidad es buena, la castidad la hace preciosa, vale la pena trabajar por el autodominio, por el respeto al otro, por eliminar tantas desigualdades que proceden de la prevalencia injusta en este campo”.

Ello es clave en “una época como la nuestra, que se precia de haber superado tabúes y represiones en el campo de la sexualidad”, cuando, en realidad, “es una época en la que más que nunca se emplea la sexualidad, no para el amor, sino para la destrucción propia y ajena. Venga San Pelagio en nuestra ayuda, en ayuda de los niños y los jóvenes, para que abran sus ojos a lo bello y hermoso del don de Dios, no manipulado, sino vivido según su santa ley”.

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