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La mitad de los terremotos más importantes en Córdoba en los últimos 1.000 años se produjeron en el cabo de San Vicente

Mapa de riesgo de terremotos en España

Alfonso Alba

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A día de hoy no hay ningún cordobés vivo que haya sufrido en la ciudad o en la provincia un gran terremoto. El último gran seísmo de la provincia ocurrió en abril de 1930 en Montilla, cuando alcanzó una magnitud que oscilaba entre los VII y los VIII. Desde entonces no ha habido ninguno mayor. Pero incluso el de 1930 no está considerado gran terremoto, sino medio.

La base de datos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) señala que en el último milenio ha habido 14 grandes seísmos sentidos ampliamente en la provincia de Córdoba. La mitad han tenido su epicentro, como el de la madrugada de este lunes, en el Océano Atlántico, en las inmediaciones del Cabo de San Vicente.

De hecho, el gran terremoto sentido y sufrido en la Córdoba del último milenio, según los datos del IGN, fue el de Lisboa de 1755. Aquel 1 de noviembre, cuando muchos ciudadanos de la Península estaban en misa, la tierra sacudió el oeste de la Península, arrasó Lisboa y el maremoto posterior las costas de Cádiz y Huelva. En Córdoba cayeron edificios. Algunas huellas aún son visibles, como la grieta de la sala capitular de Orive.

El de 1755, según el IGN, es el terremoto más sentido en la ciudad de Córdoba, donde tuvo una intensidad calculada de siete. En la tabla de intensidades del IGN se señala que la máxima sería de 12, pero que en el nivel siete se considera un terremoto como “gravemente dañino” en el que “la mayoría de las personas se asusta e intenta correr fuera de los edificios. Para muchos es difícil mantenerse de pie, especialmente en plantas superiores”, y que “se desplazan los muebles y pueden volcarse los que sean inestables” con “caída de gran número de objetos de las estanterías. Salpica el agua de los recipientes, depósitos y estanques”.

Con esa intensidad se pueden caer edificios, pero los peor preparados. A la distancia a la que estaba Córdoba del epicentro la intensidad fue mucho menor que en Lisboa, por ejemplo, considerado “destructor”, como así fue. El seísmo de Lisboa derrumbó edificios y provocó incendios, que acabaron arrasando la ciudad. Aunque lo peor fue el maremoto asociado, que arrasó las costas atlánticas.

El segundo gran seísmo sentido en Córdoba también tuvo su origen en el Cabo de San Vicente y ocurrió en el año 1356. Entonces, otro seísmo dejó una intensidad calculada en la ciudad de entre seis y siete.

El tercero en intensidad fue de seis y su epicentro en Málaga, en el año 1680. A pesar del susto, un terremoto así está considerado como “levemente dañino”. El IGN señala que un terremoto así es sentido “por la mayoría dentro de los edificios y por muchos en el exterior. Algunas personas pierden el equilibrio. Muchos se asustan y corren al exterior”, y que “pueden caerse pequeños objetos de estabilidad ordinaria y los muebles se pueden desplazar. En algunos casos se pueden romper platos y vasos. Se pueden asustar los animales domésticos (incluso en el exterior)”, concluye.

El resto de terremotos más importantes sentidos en Córdoba a lo largo del milenio han tenido intensidad cinco. El último se produjo en 1884 en Arenas del Rey, en Granada, una localidad que sufrió graves daños. Notable fue también el de Villanueva de Córdoba, en el año 1847. Y similar en intensidad otro portugués más, en Setúbal, en 1851.

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