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Graduado en la UCO pese a su parálisis cerebral, Ángel busca ahora mejorar su comunicación para no perderse nada del mundo

Ángel Luis López participa en el concurso de la Fundación Romper Barreras

Alejandra Luque

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Ángel y Matilde no conocen la voz de su hijo. No saben “a qué” suena. Si es más ronca o más aguda. De su boca no han escuchado nunca “papá” y “mamá” y, créanme, esas son las palabras más bellas y ansiadas que pueden escuchar unos padres. Pero cuando la vida golpea como lo hizo con ellos, cuando en juego está la supervivencia, aquello queda como una pequeña espinita y el único anhelo es ese: verlo crecer, compartir con él sus logros y derrotas, y que su vida se tiña de la normalidad a la que sus padres aspiraron durante nueve meses.

El protagonista de esta historia es Ángel Luis López, un joven de 29 años que sufre parálisis cerebral, enfermedad que también le impide hablar y caminar. Su constancia y tesón, unidas a la insistencia de sus padres, hicieron que este cordobés se graduara hace dos años en Historia del Arte por la Universidad de Córdoba. Fue el primer alumno en hacerlo con este grado extremo de discapacidad ya que anteriormente ha habido otros dos graduados que padecían esta enfermedad pero sí podían hablar. Su forma de comunicación se reduce a un ordenador y a un teclado adaptados, ambos, anclados a su silla. Hasta este viernes, el joven participa en un concurso con el que busca mejorar y conseguir 2.000 mil euros y una tablet que servirán para paliar el alto coste que supone adquirir medios que le permiten este lenguaje alternativo.

Para llegar a aquí, Ángel ha sufrido y padecido lo indecible debido a su enfermedad. Ha sido sometido a varias operaciones, entre las que destaca una artrodesis de columna, una operación que duró más de 14 horas. Su postoperatorio fue muy delicado y acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a un encharcamiento de un pulmón. Ha tenido, también, una luxación de cadera. “Esta fue la única vez que he visto a mi hijo llorar porque coincidió con el inicio de su carrera. Se quedó postrado en una cama y fue operado en Madrid. Cuando se recuperó retomó sus estudios universitarios tal y como él quería”. Nunca ha faltado a clase y, cuando lo ha hecho debido a motivos médicos, siempre le decía a sus padres que se perdería “tal clase práctica o alguna teórica”.

La lucha de este tridente comenzó tras el nacimiento de Ángel, que tuvo sufrimiento perinatal durante el parto. Nos remontamos a 1994. En aquel momento, sus padres no sabían qué le había pasado a su hijo ni cuáles serían las consecuencias. “No fue hasta mucho más tarde cuando ya nos dieron el diagnóstico en Sevilla”, cuenta su padre a Cordópolis. Los primeros tratamientos, recuerda, los iniciaron en el Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, mientras él y su mujer se conseguían recuperar del shock que supuso todo el proceso. “Para nosotros fue un golpe muy duro porque ya habíamos tenido otro hijo que nació bien y sano, pero nos repusimos y empezamos a luchar. Nos volcamos no solo en darle cariño, sino también en hacer que nuestra familia estuviera más unida”. En la década de los 90, reconoce este padre, había muy pocos recursos para personas con parálisis cerebral “y era un mundo desconocido”, pero una doctora de Granada les fue clara: “Su hijo, con los apoyos tecnológicos necesarios, podrá ser lo que quiera porque tiene un intelecto muy bien conservado”.

Y así ha sido. Desde que el joven empezó en la escuela infantil, tanto Ángel como Matilde tuvieron “muy claro” que su hijo debía estar en el aula ordinaria, aunque con los recursos necesarios. “Esa ha sido la clave del éxito, lo que le ha permitido que no se quede atrás. En el IES Alhaken II tenía una persona a su lado que le adaptaba todo lo que los profesores pedían a los demás alumnos”, afirma orgullo su padre. Así, consiguió sacar la ESO, Bachillerato... y Selectividad, logrando entrar en la Universidad de Córdoba. Se graduó durante la pandemia pero el covid le privó de su fiesta. “Ángel tiene un intelecto y una cognición en muy buen estado, pero necesita ayudas técnicas y en eso estamos ahora”, insiste su progenitor.

Precisamente por esta tecnología de apoyo para su vida, el joven ha decidido participar en el concurso de la Fundación Romper Barreras, una fundación de Barcelona que trabaja para difundir el conocimiento y el uso de la tecnología de apoyo a las personas con discapacidad, a sus familias, profesionales y entidades. Ángel es uno de los candidatos a conseguir un premio en la categoría individual y, para ello, ha realizado un vídeo en el que cuenta cómo ha aprovechado los medios informáticos y programas de comunicación aumentativa y alternativa para romper barreras que dificultaban la consecución de su título universitario. Ahora, necesita el apoyo de todas las personas para llegar a ser uno de los premiados votando el vídeo de este enlace y confirmando después el voto en un sms que llegará al correo electrónico.

Si consigue el premio, será un gran avance para mejorar su forma de comunicarse con el mundo. Este sistema lo maneja con la mano derecha -la única que tiene movilidad- y el lenguaje predictivo. La tecnología le permite, así, relacionarse con sus compañeros y amigos, además de participar en grupos como el de Hakuna, cuenta su padre, rezar el rosario y hacer su oración personal.

Y, ¿por dónde pasa el futuro de Ángel? Pues, quién sabe. Sus padres no se aventuran a predecir el mañana de su hijo porque su futuro más inmediato es el hoy.

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