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El Gobierno se gastará seis millones en una cubierta portátil para tapar una celda de El Cabril

Un trabajador, junto a El Cabril

Alfonso Alba

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Seis millones de euros. Esa es la inversión que tiene reservada el Gobierno para solucionar un grave problema de filtraciones de agua de lluvia que se está produciendo en el cementerio nuclear de El Cabril. La empresa pública Enresa acaba de sacar a concurso el contrato para el diseño y la construcción de una gran cubierta portátil que tape toda la celda 29 y que evite que siga entrando agua. En 2020, Enresa suspendió el uso de esta celda, la más grande de las actuales en El Cabril y que está dividida en tres fases.

Actualmente, El Cabril está compuesto por 28 celdas de almacenamiento. Enresa construyó la celda 29, pero apenas se ha usado, tras la detección de las filtraciones. Las 28 celdas anteriores superan ya el 82% de su capacidad de almacenamiento, por lo que es urgente la construcción de esta cubierta portátil. Sin ella, España no tendrá un lugar en el que almacenar para siempre sus residuos radioactivos de muy baja, baja y media actividad, algo que generaría un enorme problema. Además, el desmantelamiento de las centrales nucleares en España, tanto las ya cerradas como las que se cerrarán en los próximos años, avisa de que las necesidades de almacenamiento se incrementarán de manera notable. Por eso, ya está prevista la construcción de otras tres celdas más e incluso un proyecto más ambicioso para duplicar la capacidad actual en El Cabril.

El proyecto llegó a salir a licitación el año pasado, pero Enresa lo tuvo que retirar en enero de este mismo 2022 por problemas en el pliego. Entonces, se preveía una inversión total de unos cinco millones de euros. El coste ahora se va a los seis millones, ya que el Ejecutivo ha recalculado el incremento de los costes de la electricidad y la subida en los precios de los materiales.

La obra prevé la construcción de una especie de sarcófago sobre las cubiertas ya existentes, que son por las que se está filtrando el agua de lluvia, según consta en el documento oficial de Enresa, al que ha tenido acceso este periódico. “Para la explotación de la Sección II de la Celda 29 se han establecido tres líneas (1, 2 y 3) dividiendo la superficie en franjas longitudinales en las que se irán almacenando los residuos. De acuerdo con la previsión de almacenamiento, en cuanto a volúmenes y masas, y con la finalidad de optimizar la explotación es preciso disponer de toda la superficie de la sección para su explotación conjunta, para lo cual es necesario cubrirla”, señala el pliego. “En la actualidad la superficie de la línea de explotación nº 3, situada al norte, cuenta con dos cubiertas de estructura de aluminio de 20 y 25 metros de ancho y 115 y 121 metros de largo, que la protegen de la lluvia y otros agentes atmosféricos. Para terminar de cubrir la sección es necesario diseñar, fabricar e instalar una nueva cubierta sobre las líneas de explotación nº 1 y 2 que, junto a las existentes sobre la línea 3, la protejan de las inclemencias”, señala el documento.

La cubierta será portátil y reutilizable. El objetivo de Enresa es la de adquirir una que posteriormente pueda trasladar al resto de celdas que se vayan construyendo y con la que evitar problemas de filtraciones de agua de lluvia. “La nueva cubierta es singular tanto por su diseño como por su montaje. Con respecto al diseño se trata de una cubierta de geometría específica ajustada a las necesidades de la superficie a cubrir, con un diseño particular de cimentaciones apoyadas sobre el perímetro, adaptadas al terreno tanto por la disposición de apoyos a distinto nivel, como por la configuración de la zona de chaflan, además debe ser diáfana en su interior para permitir las operaciones de almacenamiento, y trasladable para su futura reutilización”, señala el pliego.

Las filtraciones en El Cabril son el gran quebradero de Enresa. Si se producen sobre los propios residuos, existe el riesgo de que la radioactividad acabe contaminando los alrededores e incluso los acuíferos, algo que nunca ha pasado en el único cementerio nuclear que existe en España y que está en la provincia de Córdoba, en el término municipal de Hornachuelos.

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