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Coordinador provincial de IU en Córdoba
Sebastián Pérez junto a Aníbal Vázquez.

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Un dolor profundo me atravesó cuando me informaron del delicado estado de salud de Aníbal Vázquez, alcalde de Mieres (Asturias). Recibiendo la noticia con la creencia de que no iba a ocurrir lo que semanas más tarde sucedería, su fallecimiento. 

Desde el primer instante que hablé con él y que tuve el honor de conocerlo me cautivó, hasta límites insospechables, a partir de ahí iniciamos una relación en la cual mi posición hacia él era de profunda admiración, cuanto más lo escuchaba, más sabía de sus luchas, de sus hobbies, de su pasión por el Sporting de Gijón, de sus reflexiones, de sus análisis, de sus acciones, de su práctica diaria, de sus actuaciones y comportamientos en el día a día… un hombre excepcional al que idolatrar.

Tuve la suerte de conocer a Aníbal en la mejor de sus facetas, en la que llevaba en la sangre y en la mayor de su convicciones, la solidaridad y la lucha. Era octubre del año 2018, el Gobierno de España del PSOE pretendía dejar de nuevo a la cuenca minera del Guadiato fuera del IV Plan de la Minería. Un nuevo castigo a nuestra cuenca minera y a su futuro. Para intentar torcer esta injusta decisión decidimos llegar hasta la Asociación de Comarcas Mineras (ACOM) y trasladar nuestra petición. La dirección asturiana, una ejemplar fortaleza minera y de Izquierda Unida, nos remitió a un hombre, desconocido para mí y para la gran mayoría de los compañeros y compañeras de Córdoba, este era el alcalde de Mieres y vicepresidente de ACOM. Él era Aníbal Vázquez. Nos desplazamos hasta Asturias y le planteamos la situación, se puso a disposición de forma inmediata, sin matices y sin dudas, trasladando la justa reivindicación al resto de alcaldes y alcaldesas de IU, que se sumaron. Llegado el día de la Comisión Ejecutiva de ACOM, la propuesta que trasladaba nuestro alcalde y camarada Aníbal Vázquez era aprobada por unanimidad de todos los miembros, también alcaldes y alcaldesas del PP y del PSOE. El primer punto del acuerdo era la incorporación de la Comarca minera del Guadiato a tales planes. Posteriormente y desgraciadamente, el Ministerio de Transición Ecológica decidía la exclusión del Guadiato.

A partir de ahí pude tener el honor de establecer una relación de “hermanu”, como él se dirigía a mí. Recuerdo la vehemencia y la seguridad de sus afirmaciones, como anécdota recordaré cuando paramos a comer en un bar junto con el resto de alcaldes y alcadesas de ACOM , antes de partir de vuelta hacia nuestra provincia, que ante unas palabras tibias de un alcalde del PSOE con el proceso de cierre y desmantelamiento de las cuencas mineras de nuestro país que habían ejecutado los gobiernos de Felipe González, Aníbal le mostró su categórica indignación. La fuerza y la convicción de sus palabras nos hicieron silenciar a todos los presentes, incluido al alcalde del PSOE, que solo pudo mirar hacia abajo y callar ante la retahíla de argumentos incontestables de Aníbal.

Aníbal era mi alcalde, sentía el dolor de un proceso que está desangrando a las cuencas mineras que les arrebató el presente, pero, a su vez, sentía la necesidad de luchar como genuino minero y sindicalista, porque él era protagonista de la historia de las luchas para conseguir victorias para la clase trabajadora, porque sabía que solo así se ganaba y porque en los textos de historia no lo recoge, pero la clase trabajadora organizada y movilizada siempre ha sido imparable.

Para mí, descendiente de la capital minera minera del Guadiato, concienciado de la relevancia del movimiento obrero (Mi Trabajo Fin de Máster se titulaba: “La Cultura política de la sociedad minera de Peñarroya-Pueblonuevo) y rodeado de compañeras y compañeros mineros y sindicalistas de Peñarroya-Pueblonuevo... Aníbal se convirtió en un referente ético, político y humano.

Ya no dejamos nunca de mantener contacto, telefónico a través de llamadas y mensajes, escucharlo era una suerte, y en persona. Pude ir otra vez a Asturias para presentar el libró póstumo de Julio Anguita y, lógicamente, a Mieres, donde pude compartir paseos y conversaciones con él y con otros camaradas asturianos por las calles de la ciudad y por la plaza, azotada por un aire limpio y un frío diferente. Mi asombro al pasear por su ciudad y ver las caras de sus vecinos y vecinas… besos, saludos y abrazos se repartían por todas las calles. Jóvenes, ancianos, niñas y niños, familias enteras que querían saludarle al grito de “Aníbal” y él respondía, “¿Cómo vas, vida?… Impresionante, era admirado y querido por sus vecinas y vecinos a niveles indescriptibles. Cómo manifesté a varios camaradas tras mi visita a Mieres, ”Es Dios en la tierra“, mis inexistentes creencias religiosas sirven para mostrar mi fascinación. 

En la presentación del libro en Mieres donde intervenía el propio Aníbal, no quise dejar de aprovechar la ocasión para agradecerle públicamente ante su ciudad todo el esfuerzo y la solidaridad que había realizado cuando así se lo pedimos, es de bien nacidos ser agradecidos.

También recuerdo que él me regaló mil detalles de Mieres y sidra asturiana, por mi parte le regalé una paleta ibérica de Los Pedroches, de mi pueblo (Hinojosa del Duque). 

El siguiente encuentro fue en Córdoba, donde vino para participar en un congreso estatal de Memoria Democrática que organizamos desde la Diputación Provincial, donde pudo exponer el compromiso y el trabajo que desde el ayuntamiento de Mieres se estaba realizando. De nuevo él me regaló sidra asturiana y yo una paleta ibérica de mi pueblo. La izquierda es defender tu terruño, estar enraizado, ser parte de él, ser un militante y luchar desde ahí para mejorar las condiciones de vida de tus vecinas y vecinos, de tu gente. Eso era una concepción intrínseca de Aníbal, que no es sino la concepción primigenia y auténtica de una izquierda organizada de clase y real, de la cual él era un profeta.

Las inolvidables imágenes públicas de su despedida solo son el reflejo de lo que era Aníbal Vázquez, un ser humano extraordinario, excepcional y referencial, que fue querido, respetado y admirado. Hoy escribo estas palabras con el fin de recordarlo, homenajearlo y, desde mi pequeña aportación, agradecer el inmenso camino por nuestro mundo de un gran hombre.

Hasta siempre, camarada.

Hasta siempre, “hermanu”.

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