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El aceite de oliva pulveriza su precio histórico ante la amenaza de desabastecimiento

Terreno cuarteado por la sequía en un campo arcilloso de la provincia de Córdoba

Alfonso Alba

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Los olivareros coinciden en que en esta campaña del aceite de oliva están asistiendo a acontecimientos que no habían visto nunca y que se entreveran en una especie de tormenta perfecta. Por un lado está la sequía, que ya ha mermado la producción de aceite de oliva a la mitad. Por otro está un calor inédito para abril, que puede provocar otra reducción extraordinaria para la próxima campaña. Los precios, en máximos históricos. Y lo que nunca ha ocurrido: que los almacenes se están quedando vacíos y que de continuar este ritmo de salidas de aceite de oliva al mercado no habrá producto a final de año, algo que confirman dos olivareros cordobeses, uno de más de 60 años, como es Francisco Garrido, que fue presidente de la cooperativa de Baena. Y otro de poco más de 30, el influencer Tommy Rhode.

Esta semana se están cerrando operaciones de venta de aceite de oliva en Córdoba por encima de los seis euros el kilo, una cifra histórica y astronómica. Hasta octubre de 2022, el aceite de oliva en origen no había cotizado nunca por encima de los 4,25 euros el kilo. Francisco Garrido recuerda cuando a finales del siglo XX se llegó a pagar “a 700 pesetas”, una cifra que los olivareros tienen grabada a fuego. Tras una sequía y una gran caída de producción, estos precios provocaron una pérdida del 30% del mercado del aceite de oliva. “Lo que perdimos en un año nos costó 20 años en recuperarlo”, asegura Garrido, que también fue coordinador provincial de COAG en Córdoba.

La situación es tan excepcional que el aceite de peor calidad, el lampante, se está pagando por encima de los cinco euros el kilo, según certifica el sistema PoolRed, de referencia para el mercado olivarero. El aceite lampante (que procede de las aceitunas) se llama así por que era el que se usaba para las lámparas. Es el zumo de aceituna de inferior categoría, el que tiene una acidez superior a los 2º por diversas cuestiones: o el fruto es de peor calidad, o se ha fabricado con varios refinados o simplemente la aceituna usada es la que se ha caído al suelo. Es apto para el consumo y es usado por muchas marcas, que incluso lo llegan a etiquetar como de oliva (que lo es, pero no es ni virgen ni virgen extra).

De media, este jueves el aceite de oliva en España se está pagando a 5,42 euros el kilo (se incluyen todas las modalidades). Hace una semana estaba a 5,20 euros. El mes de abril arrancó con precios inferiores a los cinco euros. Esto es en origen, donde el Ministerio de Agricultura, en su informe de coyuntura, ha asegurado que los precios suben a un ritmo de un 4,5% a la semana. En destino los precios han comenzado a incrementarse de manera progresiva y prácticamente paralela a los que se pagan en origen.

La sequía que no cesa

La sequía de 2022 ya mermó la producción de aceite de oliva. La situación en 2023 es incluso peor. El olivar de regadío apenas tendrá aportaciones hasta después de verano. Ahora mismo, el árbol está en plena floración y en un momento clave para saber cómo será la próxima campaña. “Si tenemos máximas de 36 ºC todavía podemos aguantar. Si nos vamos a 39 ºC podemos decir adiós”, resume Tommy Rhode, que ante las altas temperaturas trabaja de madrugada. “El olivo está descansado tras la campaña del año pasado y ha florecido bien. Pero si hace calor y no llueve en mayo se perderá mucha aceituna”, concluye Francisco Garrido.

A diferencia del cereal, el olivar aún puede tener una última oportunidad si llueve en el mes de mayo. El trigo se da casi por perdido en amplias zonas de la Península Ibérica. Muchos agricultores lo están segando ya y lo están vendiendo en forma de paja como alimento para el ganado. El olivo tiene un gran estrés hídrico, pero es un árbol de secano muy resistente, que en caso de aportaciones de lluvia incluso a finales de mayo podrá producir.

Pero a la sequía se une el mercado. Ante las previsiones de una cosecha escasa, muchos envasadores se han lanzado a comprar el aceite de oliva que hay en los almacenes. La patronal agraria Asaja Córdoba calcula que cada mes se venden entre 70.000 y 80.000 toneladas de aceite a los envasadores. A ese ritmo pronostican que antes de que acabe el año “no habrá nada en los almacenes”. “Eso es algo que yo no he visto nunca”, describe Francisco Garrido. Y por la ley de la oferta y la demanda, si no hay producto suficiente para satisfacer a los consumidores el precio acabará subiendo. “¿Veremos el litro en los diez euros?”, se pregunta Tommy Rhode.

Según la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), a finales de marzo quedaban 670.300 toneladas de aceite de oliva en los almacenes de toda España: 399.751 en almazaras, 261.800 en envasadoras y 8.749 en el Patrimonio Comunal Olivarero. A un ritmo de 70.000 toneladas de salidas cada mes, quedaría aceite de oliva para algo menos de medio año. A un ritmo de 80.000 toneladas serían cinco meses. Es decir, entre agosto y septiembre España, el principal productor del mundo, se quedaría sin aceite de oliva en sus almacenes, algo inaudito.

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