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Sobrio prefacio de un magno relato

Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Las previsiones no son buenas. Más bien al contrario, apenas permiten pensamientos en positivo. Pero el comportamiento del cielo es imprevisible, a veces es inmisericorde y otras, benévolo. La segunda de las actitudes es la que finalmente decide tomar en la tarde noche del viernes, destinada al inicio de una narración incomparable. Tras días de incertidumbre, la exposición ‘Por tu Cruz redimiste al mundo’ cuenta con su prólogo perfecto. La denominada como Magna Nazarena, procesión que este sábado reúne 31 imágenes de la capital y la provincia en las calles de Córdoba -si el tiempo lo permite-, tiene su prefacio. Es sobrio porque así lo quieren las cinco hermandades que desde tiempo atrás optaran por trasladar a sus titulares hasta la Mezquita Catedral, escenario que es de una muestra que van a conformar 42 tallas a partir del domingo.

Era la jornada de este viernes la fijada para el comienzo de un magno relato. Para este día estaban fijadas las salidas en Vía Crucis de cinco hermandades participantes en la exposición ‘Por tu Cruz redimiste al mundo’. El inicio de la jornada estaba previsto para las siete de la tarde, hora a la que el Santísimo Cristo de la Oración y la Caridad debía cruzar la puerta de su templo. A esa hora la incertidumbre era máxima con motivo de la inestabilidad meteorológica. Sin embargo, la hermandad de la Conversión, de la que es titular el Crucificado, no tuvo dudas en iniciar su recorrido hasta el primer templo de la diócesis tal y como había proyectado. No era para menos, ésta iba a ser la primera vez en que la imagen hiciera acto de presencia en la Mezquita Catedral.

Sólo diez minutos las miradas se dirigían a otra barriada, ésta levemente más cercana al centro de la ciudad. De Electromecánicas a El Naranjo, donde se esperaba la salida del Santísimo Cristo de la Agonía a las siete y diez. Las dudas no existieron tampoco en este caso y la imagen de Antonio Castillo Ariza dejó atrás la parroquia de Santa Victoria para buscar, como cada Sábado de Pasión, la Mezquita Catedral. Fue justo a su paso por el parque de La Asomadilla, y con el Santísimo Cristo de la Oración y la Caridad próximo a Ciudad Jardín, cuando el cielo amagó con acabar con la calma. En torno a las siete y media de la tarde tronó con fuerza y parecía que la lluvia se daría finalmente. Pero no fue así.

Cierto es que la situación provocó un ligero susto en las hermandades. Las dos que ya estaban en la calle elevaron su ritmo de paso y la siguiente que debía comenzar su tránsito hasta la Mezquita Catedral guardó un compás de espera que en realidad fue muy breve. Si a las ocho tenía que salir, sobre las ocho y cuarto lo hizo Nuestro Padre Jesús Caído de la iglesia conventual de San José. En la Cuesta de San Cayetano no eran pocos los que se congregaban para asistir al marchar sobre andas, como el resto de tallas, del popularmente conocido como Señor de los Toreros. La histórica imagen puso rumbo a la Mezquita Catedral por Santa Marina y Alfaros.

No muy lejos de esa última calle se produjo la penúltima salida del viernes, ya con la noche recién caída. Fue la de Nuestro Padre Jesús de la Sangre, que desde la iglesia conventual del Santo Ángel caminó de especial manera. Principalmente porque en sus parihuelas lucía un crespón negro tras el fallecimiento, horas antes, de Luis Álvarez Duarte. El imaginero sevillano, quizá el más relevante del arte sacro contemporáneo, dejó entre su legado la bella imagen de Nuestra Señora Reina de los Ángeles en sus Misterios Dolorosos, titular de la corporación radicada en Capuchinos. El autor, como fray Ricardo de Córdoba, estaba en la memoria de hermanos y cofrades en la plaza que preside el Cristo de los Desagravios y Misericordia -o de los Faroles-.

Ya a la nueve y diez se abrieron las puertas de San Francisco y San Eulogio para que Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto y el Señor Amarrado a la Columna iniciaran su trayecto hasta la Mezquita Catedral. Los titulares del Huerto avanzaron con solemnidad por las estrecheces de Cabezas o Rey Heredia, lo que concedió por otro lado estampas únicas e inolvidables. Con la corporación del Domingo de Ramos camino también del primer templo de la diócesis la jornada proseguía con normalidad. Sólo rebasadas las nueve y media de la noche unas gotas devolvieron la inquietud a los cofrades por unos instantes. Sólo fue un susto y a partir de las diez los diferentes titulares llegaron a su destino, donde les aguardaban sus pasos procesionales.

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