Reflexión en la Feria
Córdoba entra oficialmente en Feria y en jornada de reflexión en una jornada del alumbrado sin la presencia del alcalde en el acto oficial de encendido y en la que también hubo protestas
En Córdoba, cada cuatro años, toca inaugurar la Feria a la vez que la ciudad entra en una jornada de reflexión electoral. A las 00.00 en punto, el alumbrado de la portada y los fuegos artificiales parecen celebrar el final de la campaña electoral, a la vez que la multitud entra en una especie de éxtasis en el que lo único que quiere es olvidarse de todo y pasárselo bien en el recinto del Arenal. Todos los años, además, es como si Córdoba o gran parte del municipio se trasladase durante casi una semana y media al Arenal. Pero este año, es como si la ciudad se hubiese llevado allí toda su actualidad, sus problemas e inquietudes.
Por primera vez en la historia democrática de la ciudad, no fue el alcalde el que apretó el botón del alumbrado de la Feria. Por primera vez, tampoco se hizo desde la misma portada del Arenal. José Antonio Nieto, como ya había anunciado el Ayuntamiento por la mañana, decidió que el botón tenía que ser pulsado por un miembro de un coro musical. Hasta última hora, no se supo que el lugar en el que se había instalado el simbólico botón no estaba, como siempre, delante de la portada de la Feria, sino en la Caseta Municipal. Eso generó desconcierto, entre el público y, sobre todo, entre los colectivos que habían convocado protestas (como prácticamente todos los años y contra todos los alcaldes) durante el acto oficial.
Poco antes del encendido de la portada, por las calles del Arenal se pudo ver a activistas del Rey Heredia y trabajadores del alumbrado público a la carrera hacia la Caseta Municipal, donde al final se supo que sería el alumbrado. Algunos concejales despistados, como el líder de UCOR Rafael Gómez, se quedaron junto a la portada. Allí también estaba la prensa, con televisiones emitiendo en directo rodeadas de una multitud que, la verdad, permanecía ajena a todo lo que se cocía entre bambalinas.
A las 23.30 pasadas se dio por inaugurada la Feria. Un espectáculo de luz y sonido, como futurista y antiguo a la vez que explicaba alguna vecina, se proyectó entre la portada y la fuente central. Rayos láser como de los años ochenta junto a música flamenca y hasta fuegos artificiales se convirtieron en la gran novedad del inicio de la Feria de 2015. Cuando acabó, pasaron unos minutos hasta que comenzó lo que muchos esperaban: el alumbrado.
Un miembro del coro de la Paz y Esperanza, desde la caseta municipal, fue el encargado a las 00.00 en punto de darle al botón del alumbrado oficial, en una imagen extraña. Junto al coro había más concejales de la oposición (tres de Izquierda Unida y dos del PSOE) que del equipo de gobierno (tan solo dos). El alcalde y la mayoría de sus concejales decidió aguardar en el interior de la caseta municipal.
En la puerta, arreciaba la protesta. Activistas de la Acampada Dignidad que ocupa el colegio Rey Heredia reclamaban que se culminase la cesión del edificio y que se volviesen a conectar los servicios de agua potable y luz eléctrica. Junto a ellos, trabajadores del servicio de alumbrado públicos protestaban por su privatización y acusaban directamente al alcalde de ello. Pero la protesta duró apenas unos minutos. Entrada ya la jornada de reflexión electoral, en la que supuestamente los partidos no le pueden pedir directamente el voto, los manifestantes se dispersaron por la feria y se convirtieron en unos feriantes más. Como esa multitud silenciosa que ajena a todo esto disfrutaba del espectáculo de luz y sonido, el alumbrado y los fuegos artificiales. Una multitud que parecía reflexionar, o no, en un lugar en el que en la mayoría de las ocasiones uno se olvida de los problemas. Un lugar para la diversión, y ya está.
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