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Primer lunes de cuarentena en Córdoba: calles semivacías y frenazo a la actividad diaria

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Alejandra Luque

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Lunes, 16 de marzo. Segndo día del estado de alarma en el país después de que el Consejo de Ministros lo aprobara el pasado sábado. Sólo existe un precedente así en la historia de España: en 2010, cuando se produjo la huelga de los controladores aéreos. Además de límites a la circulación, el Gobierno ha decretado el cierre de buena parte de establecimientos, una situación que ha llevado a que Córdoba muestre este lunes la imagen de una ciudad fantasma en la que, sin embargo, se han visto más viandantes de los esperados. Y ningún niño.

Supermercados, farmacias o estancos son algunos de los pocos establecimientos que tienen permitida su apertura. Se respira cierta tranquilidad, sobre todo, en tiendas de alimentación. Las largas colas se han disipado en comercios como los del centro o en el barrio de Valdeolleros, donde han reforzado las medidas de seguridad. Empresas de telefonía también han abierto sus puertas ante la incredulidad de sus propios empleados. “Consideran que somos de primera necesidad pero muchos trámites se pueden realizar por Internet o por teléfono. He recibido ya tres llamadas de personas que preguntaban si estábamos abiertos. Obviamente les he dicho que sí y vendrán a lo largo de la mañana”, cuenta una trabajadora de una marca comercial.

Las oficinas bancarias continúan durante este lunes ofreciendo sus servicios, como son BBVA, Cajasur o Bankia. Esta última, por ejemplo, ha reducido su servicio y ha cerrado la oficina que tiene en Ronda de los Tejares, emplazando a sus clientes a acudir a la sucursal que tiene en la calle Gondomar. Unicaja, por otro lado, lleva ofreciendo servicio al público desde las 8:30 y la empresa no ha variado, por el momento, sus horarios.

Según explica el director de la sucursal que la entidad malagueña tiene en Ronda de los Tejares, Francisco Mesa, “de los ocho trabajadores de la oficina, desde este lunes vendrán seis ya que hay dos mujeres que por cuestiones familiares han tenido que cogerse estos 15 días” de cuarentena. Muy poca gente acude hasta la oficina aunque el trabajo continúa, como es la revisión de informes sobre cómo va a afectar esta crisis a sectores como el hotelero. En ese sentido, Mesa explica que “por el momento no se ha cuantificado cómo va a afectar a la banca, pero está claro que sí” dado que “la actividad comercial va a bajar mucho, al igual que las visitas a las empresas”, aunque el correo electrónico y el teléfono son las vías más utilizadas en este caso.

Rafael Luque es uno de los trabajadores de la entidad. Vive en Sagunto y, como cada mañana, este lunes ha hecho uso del servicio de Aucorsa, que también ha establecido medidas de seguridad, como entrar por las puertas central y lateral y el pago con tarjeta. “El autobús venía vacío y tan sólo tres personas nos hemos montado”, asegura este empleado de banca para quien la apertura de la sucursal está plenamente justificada. “Al cliente particular le da cierta tranquilidad que hayamos abierto ya que, por ejemplo, hay gente con cierto miedo por el dinero que tiene depositado en el banco”, explica Luque. Asimismo, el director de la entidad recuerda que un banco “no es sólo para sacar o ingresar dinero”, sino que hay muchos clientes “que tienen que firmar préstamos o renovar pólizas y la actividad económica no se puede paralizar más de lo que ya lo está”.

Como los supermercados, las entidades bancarias también han adoptado medidas de seguridad como las de guardar como mínimo un metro de distancia entre los clientes y no entrar en la sucursal si ya se ha alcanzado la ocupación máxima permitida. Los trabajadores de Unicaja, además, han señalado un espacio mínimo de distancia tanto para la caja como para el resto de atenciones al cliente.

En la calle Cruz Conde, la actividad comercial se ha reducido a la mínima expresión: Correos, dos farmacias, un estanco, una clínica dental y otra de belleza son los únicos establecimientos  abiertos aunque el escaso tránsito de gente hace intuir el público que pueden recibir. Una mujer pregunta sobre el Mercadona más cercano. “Por aquí no hay pero tiene otros supermercados”. La respuesta no le convence porque “hay un producto” que le gusta “mucho” y que sólo tiene esta empresa, afirma. Se despide con la intención de ir al Sector Sur o a Medina Azahara.

Pero entre tanta callejuela vacía, Margarita es la única ciudadana que no va de un lugar a otro. Duerme a la intemperie en la zapatería Salvador, al final de la calle. El dueño de la empresa, asegura, le ha dado permiso para dormir ahí porque aún se encuentra en lista de espera para optar a una de las camas repartidas por las casas de acogida que tiene Córdoba. Cuenta que hace justo una semana que llegó a la ciudad procedente desde Granada, donde vivía en un piso de alquiler que le pagaba otra mujer, que ha tenido que cesar en esta actividad solidaria. Asmática y sin un inhalador disponible, esta misma tarde acudirá a un centro de salud para que le recete este medicamento. Desde el pasado domingo tiene tan sólo un bocadillo y el cierre de las cafeterías le impide tomar un vaso caliente de leche y agradece el servicio que le presta Cáritas. Mientras tanto, espera recoger el dinero necesario para poder adquirir el inhalador. “Me estoy muriendo, de verdad, y no sé qué será de mí”, confiesa esta mujer, relato de las tantas personas sin hogar a quienes el coronavirus golpea más fuerte que nunca.

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