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Magdalena Entrenas: “Fuimos el eco de una eternidad femenina en la tierra del mejor mayo”

Pregón del Mayo Festivo | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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“Porque ellas somos nosotros y los que vendrán detrás nuestra. Mujeres valientes que, a hurtadillas de la historia, han tejido nuestra simiente, la de las mujeres y también la de los hombres de Córdoba, los que las amaron a ellas y nos aman a nosotras”. A ellas, las cordobesas, las silenciadas de una historia y unas calles que recuerdan a Séneca, Averroes o Góngora, y apenas un mes después de que las plazas se llenaran de cordobesas reclamando una voz propia, les ha dedicado su pregón la abogada Magdalena Entrenas.

Porque aunque es ésta tierra de hombres ilustres, pocas cosas definen mejor a Córdoba que sus mujeres, a las que, en el acervo popular, se las ha venido adjetivando con voz propia: la mujer cordobesa. Ella, y su antecesora en el uso de la palabra, la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, han reparado en todas esas mujeres que las han precedido y que, casi sin alzar la voz, han ido haciendo camino hasta el atril desde donde hablaban este martes.

“Soy ante todo cordobesa, de los pies a la cabeza. Del barrio de Ciudad Jardín. Nieta, hija, hermana, madre, compañera de destino e, inmediatamente después, soy y me siento abogada”, se presentaba Entrenas al público de la Sala Orive que ha presenciado el pregón y ante el que no ha tardado en confesarse: “Ha llegado el momento de saldar una deuda con todas esas mujeres que vivieron en esta tierra y sus mayos floridos antes que yo”.

Porque, para la abogada, no cabe duda, “Córdoba es femenina” y es, sobre todo, “mujer cordobesa”. Mujeres como Helvia Paulina, madre del filósofo cordobés por antonomasia, Lucio Anneo Séneca, y que, según relataba la pregonera, hizo de su tercera maternidad un subterfugio hacia el pasado, pues esa fecundidad le permitió retomar sus estudios de filosofía en una Córdoba en la que, apenas a unos kilómetros, en Montilla, ya se empezaban a elaborar los vinos dulces que, este mismo martes, regaban las copas de la Cata de Vino Montilla-Moriles.

Por Helvia Paulina ha brindado Magdalena Entrenas. También por la princesa Wallada, hija del califa Muhammad al-Mustakfi, consejera de Abderramán V, maestra de poetas y literatos. Una mujer culta que, en una de esas plazas “donde hoy se alzan las cruces de mayo”, conoció el amor del poeta Ibn Zaydun. “Las flores de mis poemas quedaron aniquiladas de mis libros por la cruel Inquisición, pero quedará constancia de ellas en las yeserías de Medina Azahara, de donde nadie podrá arrancar las flores del Mayo Cordobés”, ha recordado la abogada antes de brindar por Wallada.

También ha brindado por María Isidra de Guzmán, la primera mujer en España que tuvo un doctorado universitario y que vivió y murió en una casa patio del barrio de Santa Marina de Córdoba, donde, tal y como ha recordado la pregonera, no tiene ni una plaza, a pesar de ser “la primera mujer de la historia doctora en Filosofía y Letras”, y a pesar de ser una de esas “cuidadoras de patios” a las que tan bien representa la bella estatua de una mujer regando plantas. He aquí el reproche de Entrenas, que entiende que a veces la belleza de la mujer cordobesa “injustamente oculta otros méritos de las mujeres de esta tierra”.

Mujeres por las que ha vuelto a brindar. Mujeres como María Teresa López González, la Chiquita Piconera, la mujer cordobesa, el emblema de la Feria de Córdoba, “una feria tejida durante siglos por las mujeres de cada barrio”. “Mujeres de cabello oscuro, de ojos grandes, amazonas y gitanas de talles ceñidos, como esculpidos por Belmonte, de volantes al bies, claveles rojos y moño cordobés, camino de la portada”, recitaba la letrada, que se acordaba también de Josefa, La Marquesa, como Dolores Castro, como Doña Angustias, como todas aquellas madres, abuelas, bisabuelas e hijas que “nos pusieron el caracolillo con saliva en la frente y nos cruzaron por el puente y nos acompañaron hasta la portada”.

A todas esas voces les ha dedicado el brindis Magdalena Entrenas. “Para que cuando lleguen los mayos floridos del resto de sus vidas recuerden que un día, hoy, fuimos el eco de una eternidad femenina en la tierra del mejor mayo del planeta. ¡Por ellas!”, ha cerrado su intervención la pregonera.

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