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Luz de Gloria en Capuchinos

Salida procesional de Nuestra Señora Reina de los Ángeles | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Definitivamente, es mayo la más pura esencia de Córdoba. La ciudad se abre en flor a propios y extraños al tiempo que respira incienso de manera diferente pero igualmente intensa a los días de Semana Santa. Porque este mes lo es también el de la Virgen. Consagrado está a Ella, que ilumina los corazones de quienes se aproximan en todas sus advocaciones. Uno de los faroles del Cristo de los Desagravios y Misericordia, al que popularmente se le conoce por las luminarias, es precisamente María. En esta ocasión de la mano de la hermandad de la Sangre, que celebrara la tarde noche del sábado la salida procesional de la Reina de los Ángeles. De nuevo, ante su presencia, deslumbra la luz de Gloria en Capuchinos.

Entre los encalados muros de la empedrada plaza se dieron cita no pocos cofrades, amén de fieles y devotos. Lo hicieron para observar de cerca un año más a la Reina de los Ángeles, talla de resplandeciente belleza que comenzó a caminar por las calles de la ciudad minutos después de las ocho y media. A pesar del tardío horario, el sol permanecía casi inalterable sobre Córdoba. Se dibujaba en un cielo abierto que invitó a acompañar a María en su tránsito por el centro. Dio sus primeros pasos la Virgen con Gloria Cisterciense, de José de la Vega, que sonó tras el Himno Nacional. Su interpretación correspondió a la Banda de Música María Santísima de la Esperanza, que mantuvo su ligazón con la hermandad de la Sangre y con su titular de Gloria.

Tras dejar atrás la sempiterna figura del Cristo de los Faroles, y por ende su plaza, la Reina de los Ángeles buscó con paso suave y alegre la parroquia de San Miguel. A la misma llegó después de transitar por San Zoilo. Marchó la Virgen con un exorno floral de tonalidad blanca en el que predominaron los claveles en friso y jarras. El cortejo continuó después por Ramírez de Arellano para poco a poco iniciar el camino de regreso a su templo. La noche caía al ritmo que marcaban las marchas de la Banda de Música María Santísima de la Esperanza y a golpe de vivas chicotás de los costaleros que portaron a la imagen que es luz de Gloria en Capuchinos.

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