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Un loco de dos metros anda suelto por la Axerquía

Concierto de Loquillo en el Teatro de la Axerquía | MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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El certamen dedicado a las seis cuerdas acoge la noche del viernes 11 de julio la actuación del cantante Jose María Sanz, alias Loquillo

La 34 edición del Festival de la Guitarra toca a su fin este fin de semana. El viernes por la noche, doble ración: Ariel Rot y Loquillo. Una terna que se antoja perfecta según el criterio de los organizadores del Festival en el apartado rock. Grupos de renombre nacional, para un público de mediana edad, y con cierto poder adquisitivo. Recordar que la entrada en taquilla podía llegar a costar 33 euros el día del concierto.

Jose María Sanz venía con nuevo disco bajo el brazo, El creyente, donde repasa en directo sus grandes éxitos. Pero antes, unos cuantos chupitos del ex-Tequila Rot. Unas cuantas canciones con las que justificar el sanbenito de gran guitarrista, de pieza clave de eso que en su día se etiquetó, de forma perezosa, como rock latino. Como miembro de Los Rodriguez o en solitario, con Tequila o acompañando a Loquillo.

Y el ala-pivot del swing se hizo con el escenario. Loquillo nos tomó de la mano con fuerza para mostrarnos toda su trayectoria musical. Una trayectoria que nos lleva desde la inmensa Cadillac Solitario a la políticamente incorrecta La Mataré, pasando por el autorretrato en Feo, fuerte y formal, hasta mancharse las manos de bluegrass con El Ritmo del Garaje. Cerca de cuatro décadas en esto del rock dan para mucho.

Anoche se vio suelto a Loquillo sobre el escenario, amo y señor en todo momento de lo que acontecía. “Loquillo es un crooner, no, lo siguiente”, diría alguien dado a las expresiones de moda, esas que crecen como tumores entre la población. Sobre el escenario, el loco suelta todos esos tics que, aparte del colacao, lo han hecho grande. A saber: su media sonrisa, hinchando el pómulo y enseñando la dentada, el truco me-alegro-de-verte, consistente en guardarse el micrófono en el bolsillo durante la actuación, y (mi favorito) el Cristo Rocabili: con los brazos extendidos en forma de cruz, todo hierático el loco, se dedica a seguir el compás de la música sólamente con el movimiento de una de sus piernas. Un 10 en ejecución.

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