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El restaurante vinculado al avión cultural confía en seguir en Miraflores cuando se retire la aeronave

El restaurante Mirador del Río

Juan Velasco

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El avión cultural de Miraflores que va a ser desmantelado y retirado lleva aparejada otra cuestión administrativa que puede ser un quebradero de cabeza para el Ayuntamiento de Córdoba. Se trata de la concesión de suelo que tiene la empresa Balcón de Córdoba para gestionar el restaurante Mirador del Río, que lleva funcionando desde 2013.

La cuestión es que su actividad estaba vinculada a un proceso de puesta en marcha del avión cultural del que solo se ejecutó la pata hostelera. Por el camino se quedó la idea de construir un auditorio y destinar la sala interior del avión a usos culturales: desde exposiciones, a actuaciones, miniconciertos o teatro. Ha sido más de una década con no menos de cuatro propuestas descartadas, una prórroga no condedida y recurrida, y que puede vivir un nuevo capítulo a partir de ahora.

Como casi todo lo relacionado con la aeronave que nunca fue contenedor cultural, el proyecto de Balcón de Córdoba se fraguó durante el mandato de Andrés Ocaña (IU), hace ya más de 13 años. Ocaña y su equipo tenían previsto activar la zona de Miraflores con la instalación del avión y hacerlo con fondos municipales. Sin embargo, el vuelco electoral que supuso la victoria de José Antonio Nieto (PP) trastocó los planes, especialmente porque su entrada coincidió con los peores momentos de recesión económica que ha vivido España.

La primera prórroga

Nieto y su equipo estudiaron entonces el proyecto, lo licitaron y finalmente fue aprobado por la Junta de Gobierno Local el 1 de diciembre de 2012, cuando el avión llevaba ya más de año y medio aterrizado en Miraflores. Lo que había sobre la mesa comprendía la construcción de un recinto de ocio completo, con un auditorio con capacidad para unas 450 personas, aprovechando la ladera del avión. Y los promotores debían pagar un canon anual de 12.000 euros por el uso de los terrenos públicos.

Según lo que se publicó en su día, el objetivo fundamental de esta terminal-auditorio era el de convertirse en una terraza-mirador hacia el casco histórico de la ciudad, y hacer de la gastronomía local uno de los puntos fuertes del bar, fomentando encuentros sobre gastronomía romana, musulmana, medieval y moderna. El plan de Balcón de Córdoba era que, una vez que el bar echara a andar, este diera la posibilidad de construir el auditorio el tercer año (o sea, para finales de 2015), e iniciar entonces ciclos de conciertos, representaciones teatrales, monólogos y también actuaciones de magia.

Sin embargo, en diciembre del 2015 se agotó el plazo de tres años del que disponía la empresa para dar vida cultural a la aeronave, por lo que, para tratar de llegar a una solución, se concedió una primera prórroga. Tres años después, en 2018, y con Isabel Ambrosio (PSOE) como alcaldesa, se volvió a activar un nuevo proyecto que buscaba adecuar el avión para convertirlo en una sala polivalente y una cafetería, vinculados al Mirador del Río, que ya estaba asentado con éxito. Sin embargo, tampoco llegó a cuajar esta idea. Y sólo siguió funcionando el restaurante, mientras el avión languidecía como photocall y objeto de vandalismo.

Con el nuevo cambio de Gobierno y la llegada de José María Bellido (PP), tampoco llegó a haber movimientos reales. Eso sí, se amagó con finalizar la cesión y sacar un nuevo pliego. Fue el 28 de noviembre de 2022. Aquel lunes, la Junta de Gobierno Local (JGL) anunció que decidía no prorrogar la cesión demanial a la empresa Balcón de Córdoba.

Salió entonces a explicarlo el concejal Antonio Álvarez, que indicó que, a su juicio, la empresa no había cumplido con la totalidad del objeto del contrato, priorizando lo que era accesorio: el bar-restaurante.

“Por razones de interés público se ha denegado prorrogar la cesión, que fue adjudicada por una década en 2012, con posibilidad de prórroga que, en efecto, ha sido solicitada”, explicó Álvarez, que apuntó a que la empresa había solicitado poder regentar ese local por 10 años más.

En aquel momento se informó de que la idea era sacar una nueva licitación y, mientras tanto, la empresa continuaría allí, aunque sacando por separado la integración del avión y la adjudicación del inmueble como bar.

Una decisión recurrida

Aquella decisión fue recurrida por los empresarios que gestionan el Mirador del Río. Uno de ellos es Alfredo Romeo, quien señalaba a este periódico que ellos han pagado siempre el canon anual de 12.000 euros al que le obligaba el pliego, además de haber invertido de su bolsillo todo el coste de urbanización del restaurante. Lo cuenta mientras reconoce que las tanque de tormentas, que apenas van por el 10%, les ha pasado buena factura a sus ingresos.

A pesar de ello, Romeo asegura que su intención es seguir. “Nosotros queríamos realzar la zona con una inversión de más de un millón de euros, pero sin el respaldo necesario, el proyecto se estancó”, ha asegurado Romero, que ha remarcado que, a lo largo de los años, los distintos gobiernos municipales sí que han mostrado interés en resolver la situación sin éxito.

En este ámbito, a su juicio, el problema se ha enquistado debido a la falta de un compromiso técnico que permitiera avanzar la parte cultural. “Ha habido voluntad política, pero ningún técnico se ha atrevido a asumir la responsabilidad de sacar adelante el proyecto”, ha lamentado el empresario, que sigue con atención los últimos movimientos anunciados desde Capitulares.

De hecho, asegura Romero que su empresa ha invertido más de 80.000 euros en impulsar cuatro proyectos culturales que han sido rechazados en estos años desde el Ayuntamiento. “Por nosotros no ha sido. Nosotros hemos trabajado para activar culturalmente el avión”, ha añadido.

¿Qué puede ocurrir ahora? Es difícil de saber. Desde el Ayuntamiento, a consultas de este periódico, se han limitado a señalar que el pliego de la concesión está caducado y a anunciar que, en el nuevo que se sacará a licitación, no se incluirá el avión. “Por lo tanto, los costes del canon se reducirán a la concesión del espacio”, afirman desde el consistorio, que vuelve al marco que estableció hace casi dos años, aunque sin el avión cultural como parte del trato para seguir gestionando un bar-restaurante en una de las mejores zonas de Córdoba.

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