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Presupuestos o libertad

PP, Cs y PSOE en rueda de prensa tras el acuerdo de los presupuestos municipales

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El chiste estaba hecho. Firmar un acuerdo con el PSOE para poder tener presupuestos en el Ayuntamiento de Córdoba en 2021, ¿qué es, socialismo o libertad? En un momento en el que la política española, europea y planetaria se ha polarizado hasta límites insoportables un acuerdo como el firmado este martes entre el PSOE, el PP y Ciudadanos que aísla a Vox se convierte en una singularidad. Otra más en Córdoba, precisamente en el mismo día en el que en la provincia subía el paro cuando bajaba en el resto de España. En Córdoba siempre nos ha gustado llevar la contraria, tener un alcalde del PCE en una capital cuando no había en ninguna otra o montar la sede de la ONCE en Vistalegre (broma, no se me enfaden).

Pero el acuerdo evidencia también que ahora mismo, con las matemáticas en la mano, el PP y Ciudadanos no dependen de sí mismos para gobernar la ciudad de Córdoba. Vox, que conoce al PP tan bien como que su portavoz, Paula Badanelli, fue militante y hasta coordinadora de proyectos en la Alcaldía de José Antonio Nieto, ha querido hacer valer sus votos más allá de una simple foto (como ocurre, salvo en el pacto de Canal Sur, en Andalucía). La formación de Santiago Abascal ha tensado la cuerda hasta que se ha roto y lo ha hecho ofreciendo una agarradera a Isabel Ambrosio, envuelta en una polémica personal por la construcción de un zuncho en Guadanuño.

Ambrosio lleva dos años con la “mano tendida”, como gusta decir. La exalcaldesa quiere ofrecerse a la ciudadanía como una “oposición útil”, lejos de la política dominante a nivel nacional en la que se busca una especie de Barça-Madrid permanente en la que todo lo que hace tu rival político está mal. El alcalde, José María Bellido, tampoco pasa por ser un radical dentro de su partido y su postulado ideológico está a años luz del dominante en Madrid, por ejemplo. El regidor jamás ha dicho una palabra más alta que la otra, al menos en público, para referirse a un rival político, y gusta decir que es un alcalde “con el que se puede hablar”.

Ni el PP (y Ciudadanos) estaba cómodo con Vox, la formación que mejor los conoce y que más los pone contra las cuerdas, ni el PSOE en un extraño papel. Y ambas formaciones han decidido agarrarse la mano en un momento en el que los pactos entre partidos de diferente corriente ideológica son como los billetes de 500 euros, que todo el mundo habla de ellos pero nadie los ha visto.

A partir de ahora, nadie sabe que ocurrirá. En clave política, los pactos nunca han penalizado a los que lo han firmado si eran por un bien superior (contra el terrorismo, por las pensiones). Pero esto es 2021 y ya no hay certezas. En el PP se asume el ataque de Vox, similar al “que se besen” que se escuchó en el Congreso de los Diputados cuando los de Casado pactaron con los socialistas las renovaciones en el consejo de la RTVE, el Defensor del Pueblo o el Consejo General del Poder Judicial (este último no culminado). En las filas socialistas, una Isabel Ambrosio en horas bajas emerge con una política útil, a la que probablemente se una el resto de la izquierda.

Pero lo que está claro es que el tono en Capitulares es mucho más respirable que el de la Asamblea de Madrid. Y que hasta los políticos protagonistas se sienten más cómodos trabajando así que en una trinchera donde últimamente no se hacen prisioneros.

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