Un itinerario que ha dejado de ser accesible para las bicis en el casco histórico
El Domingo de Resurrección del 2022, Fran Torralbo salió con su bicicleta a rodar unos kilómetros. Pero apenas llevaba unos metros cuando sufrió una caída en el cruce entre su calle, Arroyo de San Lorenzo, y Santa María de Gracia. Denunció al Ayuntamiento por el estado de la calle, pero el Consistorio ha archivado su queja. Ahora, asegura, la calle está aún peor que entonces y su reforma ha dejado de ser lo que en su día se pretendió, un itinerario accesible en el corazón del casco histórico.
Torralbo describe que cuando salió de casa buscó evitar la cera de las procesiones que había sobre el adoquinado. También “una alcantarilla en mal estado” para no meter la rueda, que no llega a los tres centímetros de ancho, y caer al suelo. Pero al esquivar la alcantarilla y al mirar en el cruce “topé con un bordillo de escasos centímetros de altura prácticamente invisible”, denunció. Su testimonio fue corroborado por varios testigos. Se fue al suelo, sufrió lesiones y daños materiales en su bicicleta.
Torralbo interpuso la denuncia, pero no ha sido hasta este mes de julio cuando se le ha notificado por parte del Ayuntamiento que era desestimada. Ahora, ha analizado al detalle el estado de la calle para denunciar que ha dejado de ser un itinerario seguro, que su deterioro ha provocado que ya salten muchos adoquines y que se haya convertido en “un auténtico peligro para ciclistas, ciudadanos en patinete o cualquier otro vehículo de ruedas estrechas”.
En un año y ocho meses desde que concluyó la obra de su reforma, la calle “está llena de peligros”, denuncia. Gran parte del adoquín ha saltado a causa del paso de autobuses de gran tamaño. Sus cinco toneladas han provocado lo que ya ha ocurrido en la reforma de otras vías similares, como San Pablo o Alfaros, que el Ayuntamiento haya tenido que ir reparando y reforzando después.
En el cruce entre Arroyo de San Lorenzo y Santa María de Gracia la alcantarilla está rodeada de adoquines ya totalmente sueltos. Incluso las grandes losas de granito que salvan una leve pendiente suenan cada vez que por encima les circula un vehículo pesado.
Estas obras tuvieron un presupuesto de casi 400.000 euros, financiados en parte gracias a una subvención europea al considerar que se iba a mejorar la accesibilidad peatonal y ciclista en el casco histórico. Sin embargo, la zona sigue teniendo el mismo tráfico previo a la reforma, con el paso especialmente complicado de grandes autobuses.
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