Indignación en el Mercado del Marrubial: “Nos han pintado como si fuésemos unos apestados”
“Esto que nos ha ocurrido a nosotros, no pasa en ningún lado. Nos han pintado como si fuésemos unos apestados”. Eva, frutera en el Mercado del Marrubial desde hace 45 años, mueve los brazos mientras habla, invitando a ampliar el radio de visión a toda la lonja que hay a su alrededor, prácticamente vacía un martes al medio día.
No es lo normal, dirán clientes y comerciantes. En barrio tan populoso y popular como el de Lepanto, este pequeño mercado suele estar lleno de vida a la una de la tarde. Lo estaba incluso el pasado viernes, cuando muchos clientes y comerciantes se acababan de enterar por los medios de comunicación de que el Ayuntamiento había decretado el cierre de la lonja al detectar presuntamente cinco casos de coronavirus entre la veintena de comerciantes.
A aquel día frenético de cierre de negocios para que Sadeco procediera a la desinfección de las instalaciones le han seguido varias jornadas de incertidumbre previas a la reapertura de este martes. Algunos de los tenderos no han podido ni abrir hoy porque tuvieron que desalojar los puestos para la desinfección y no han tenido tiempo de volver a montarlos de nuevo para este día.
“Podría ser peor de lo que ha sido”
Los que lo han hecho, como Eva, se han llevado una sensación agridulce. “La clientela de siempre ha venido. Pero, mire usted cómo está el mercado”, insistía. Lo cierto es que, a las 13:00 apenas había una docena de clientes en la lonja. La imagen era tan mala que algunos comerciantes no tenían muchas ganas de hablar con la prensa.
Sí lo ha hecho un matrimonio residente en la zona, que salía del mercado a esa hora, y que reconocía que habían pasado a comprar por casualidad. No ha sido una decisión meditada a pesar de que se definan como “clientes habituales” y la mujer relate que estuvo comprando allí el mismo viernes. Los dos guardan una distancia considerable con el periodista e insisten en que son muy precavidos y así se lo hacen notar a los comerciantes.
El matrimonio sale de la lonja y, a unos metros de la puerta, un comerciante fuma un cigarro. Reconoce que se esperaba un día de venta peor de lo que ha sido, aunque resume que ha sido “un martes muy malo”, con apenas un “chorreillo” de clientes. En ese momento una señora le pregunta si el mercado está abierto.
“La mayoría de nuestros clientes son personas mayores. Muchos de ellos no se han enterado de nada porque no tienen redes sociales y otros se han enterado por los rumores del barrio”, explica Juan Gómez, presidente en funciones de la lonja. Gómez se muestra moderadamente contento con cómo ha funcionado el primer día tras la reapertura.
Lamenta que no hayan podido reabrir con todos los comerciantes con las pruebas de coronavirus hechas, pero recuerda que eso es competencia de las autoridades sanitarias y locales, que no los han citado hasta este martes por la tarde. A él, como presidente, la Consejería de Salud le había pedido una lista de comerciantes y empleados, aunque, a última hora, le han avisado de que todos podían pasar voluntariamente por el Pabellón de Vista Alegre, donde estaba realizando un cribado poblacional.
Según Gómez, esta laxitud en determinar los contagios confirma su sospecha de que no se puede llamar “brote laboral” a los casos registrados en el mercado, ya que los cinco contagiados no guardan una relación de proximidad en el trabajo, y se contagiaron con mucha diferencia de días. Además, añade, desde el pasado viernes no se ha comunicado ningún nuevo caso.
En este ámbito, Eva, la frutera y la comerciante más longeva del mercado, muestra su enfado por comparativa: “Dicen que aquí hay Covid. ¿Dónde no lo hay? ¿Por qué no se cierran los Mercadonas? ¿Por qué está abierto El Corte Inglés? ¿Que es que nosotros sí y ellos no?”. Sus preguntas se quedan flotando en el aire antes de atender a un joven cliente, al que recibe con una sonrisa de cercanía.
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