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La 'Gran Redada' en Córdoba: 270 años de la prisión general para los gitanos

'Cadena de presos', un grabado del siglo XVIII.

Juan Velasco

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El pueblo gitano ha celebrado por toda España este martes uno de los episodios más trágicos de su historia y también uno de los más silenciados o más desconocidos. Este martes 30 de julio se han cumplido 270 años del intento de exterminio de los gitanos españoles por parte del Rey Fernando VI en un episodio que ha recibido varios nombres, a cada cual más oscuro.

Desde La solución definitiva a La Gran Redada, pasando por la Prisión General de los gitanos, distintos nombres para un ensayo de pogromo dirigido hacia un pueblo y una raza que, en aquel entonces, a mediados del siglo XVIII, estaba perfectamente asentada en todo el territorio nacional. Comenzó una noche que duró 20 años, en los que se detuvo entre 10.000 y 16.000 gitanos. Se los separó de sus mujeres y de sus familias. Se los encarceló y se los envió a trabajar forzosamente a las minas que tenía la corona. Se deshizo a un pueblo entero en una noche en la que, cuando despertó, ya no había sitio para él.

Aquello fue el inicio de una persecución y una expulsión social que pervive hasta nuestros días y en la que Córdoba jugó un papel menor, pero relevante. Precisamente, una de las personas que más y mejor ha descrito este episodio, el periodista ya fallecido Antonio Gómez Alfaro, nació en Córdoba. Él y otros historiadores como Antonio Zoido han dedicado su obra a documentar cómo fue este hecho y sus vinculaciones con la actualidad.

Zoido, autor de La Prisión General de los Gitanos y los orígenes de lo flamenco, explica a CORDÓPOLIS que la “opinión contraria a los gitanos estaba mucho más extendida fuera de Andalucía que en Andalucía, donde estaban mucho más asentados”. Según Zoido, los gitanos de aquella época se dedicaban en su mayoría a la ganadería, mientras los borbones, por un lado, querían un país agrícola y, por otro, necesitaban mano de obra para sus proyectos de expansión, en un momento en que los prisioneros de guerra ya escaseaban.

En Córdoba había 45 familias de gitanos

En su libro, el escritor daba algunas pinceladas de cómo fue La gran redada en Córdoba, donde la persecución fue importante pero menor en comparación con otras ciudades como Sevilla o Málaga. Así, según esta obra, en la ciudad de Córdoba había entonces 45 familias gitanas censadas. La prisión general, decretada a nivel nacional, se llevó a cabo en la ciudad “sin ningún miramiento”.

Según escribe Zoido, se llevó por delante a familias que llevaban registradas desde cinco generaciones antes en los libros parroquiales y a personas que, por tradición, estaban encargados de cuestiones sociales tan asentadas como puede ser los preparativos de la fiesta del Corpus. Esto da una idea de la vinculación que tenía entonces el pueblo gitano en la sociedad cordobesa de la época.

Por los documentos de entonces se sabe que, durante la Gran Redada, dos niñas de 18 meses y 5 años, respectivamente, murieron mientras sus madres estaban presas en la Torre de La Calahorra, donde según algunas fuentes se llevó a todas las mujeres. La Calahorra fue, durante gran parte del siglo XVIII una prisión y aquella noche varias decenas de gitanas ocuparon sus celdas.

La Gran Redada también tuvo lugar en la provincia. En Puente Genil, por ejemplo, se dio un intento de fuga cuando un vecino acusó a un clérigo de haber escondido a un sirviente gitano, según los documentos de la época. Según detalla Zoido en su obra, “en Córdoba pocos fueron los gitanos que recobraron la libertad”.

Los hombres apresados, al igual que el resto, fueron enviados en su mayoría al arsenal de La Carraca, en San Fernando, así como a las minas de Almadén, Cartagena y El Ferrol. Junto a ellos iban también los niños mayores de 7 años, que, durante tres años, se sometían a un periodo de aprendizaje para después realizar los mismos trabajos que el resto. A las mujeres también se las diseminó por fábricas de toda España.

Un exterminio silenciado

Las órdenes instaban a detener a todos los gitanos y gitanas y duraron hasta 1765. Durante esos años muchos gitanos y gitanas fallecieron por las condiciones insalubres de las prisiones y la dureza de los trabajos forzosos. Lo peor, según lleva años denunciando el Secretariado Gitano -que no ha podido colaborar con este reportaje-, es que es un proyecto de genocidio sin apenas eco en los libros de historia y prácticamente desconocido.

Donde sí se ha filtrado, según explica Zoido es en otras manifestaciones como en el flamenco. Ocurre cuando los gitanos empiezan a salir de prisión y, despojados de todas sus posesiones y sin posibilidad de volver a su vida 20 años antes, comienzan a ganarse la vida de otras maneras. Nace entonces el flamenco en parte cuando algunos de estos expresidiarios empiezan a cantar en las tabernas.

“No es casualidad que, en el mundo del flamenco, a quien se gasta dinero se le dice rumboso. Es porque en las catas de rumbo, después de hacer los tratos, se hacían fiestas, y esta gente sustituyen en la fiesta a los negros de Cádiz”, señala Zoido sobre una huella dolorosa y desconocida por el gran público.

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