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Foráneos de nacimiento, cofrades cordobeses de corazón

Alicio Calabuig, a la derecha en la imagen, nazareno alicantino del Perdón.

José Prieto

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Hacen estación de penitencia en Córdoba, su Semana Santa pasa por estar uno o varios días en la ciudad, pero ellos no son cordobeses. Llegaron hasta la ribera del Guadalquivir haciendo turismo, por amistad con alguien de aquí o por estudios, y su corazón quedó prendido de alguna de las imágenes titulares que salen en procesión en la capital. Y así, varias cofradías de Córdoba cuentan entre sus miembros con foráneos que vienen desde alguna parte de España y de otros países para salir de nazareno o costalero.

Es el caso de Miguel Guerreiro, de 27 años y que es de Moura, una localidad al sur de Portugal cercana a la frontera con España. Él vino a Córdoba a terminar la carrera de ingeniero agrónomo y a estudiar un máster en olivares y aceite. Corría el año 2013 y no conocía la Semana Santa de Córdoba cuando llegó, pero este año, y ya son siete, volverá a salir de nazareno con la hermandad de la Sentencia. Su historia comenzó una noche tomando una copa con amigos, que comenzaron a preguntarle cómo es la Semana Santa en Portugal. Miguel les contó que allí “casi no hay procesiones, que la gente va a los Oficios y ya está”. Además, les contestó que él tenía muchas ganas de conocer la Semana Santa de Andalucía, en concreto la de Córdoba, y sus amigos lo animaron a hacerse hermano de la Sentencia, cosa a la que “sin saber ni cómo era dije que sí”, cuenta a EL CIRINEO.

Su primer año no pudo salir, pero lo intentó al siguiente y recuerda que “fue muy bonita la experiencia”. “Yo, que soy católico y estoy en otros movimientos de la Iglesia, siento que cuando haces la estación con verdadero espíritu de penitencia y ofrecimiento es muy bonita”, considera. Todo ello, explica, “sumado al entorno de Córdoba y al silencio de la Catedral cuando entras es algo maravilloso”. No obstante, en un primer momento le sorprendió la forma en que se vive la Semana Santa en la ciudad, pues la realidad es muy distinta a la de su país. Aunque le gustaba lo que veía en las hermandades, le parecía “rara” la forma de comportarse del público. “No lo entendía, porque aquí en Portugal con las cosas de la fe la gente es más respetuosa y seria y yo veía en Córdoba algo más festivo”, señala. Con el tiempo se acostumbró y ahora lo entiende a la perfección. Es más, aunque asegura que “no soy un fatiguitas, me gusta mucho y sé en qué iglesia está cada hermandad”.

Eso sí, cuando intenta explicar lo que aquí se vive a su entorno, le resulta complicado pero “les digo que es una estación de penitencia que nos prepara para la Pascua de la Resurrección con un traje de nazareno que mantiene el anonimato y los sagrados titulares son las imágenes de Nuestro Señor y la Virgen”. Tanto se acostumbró y aprendió de Córdoba los tres años que estuvo viviendo aquí que le tiene mucha devoción a la Virgen de los Dolores, a la que como un cordobés más llama “la Señora”.

500 kilómetros para ensayar

La estación de penitencia como nazareno no obliga a pasar en la ciudad varios días del año más allá de los propios de Semana Santa, pero la experiencia de Jesús de Miguel por el puesto que ocupa, sí lo requiere. Este empleado de banca nació hace 54 años en Armuña y ahora vive en Mozoncillo, ambas localidades de Segovia, y aunque había estado en Córdoba de paso dos veces en su vida, este año ha venido ya en seis ocasiones porque por primera vez saldrá de costalero en el Huerto y el Císter. Lo cierto es que cerca de su provincia, en su comunidad de Castilla y León, hay Semanas Santas de gran interés como las de Zamora o Valladolid, pero la amistad por su afición a los toros con dos personas de aquí lo han llevado a ser costalero en Córdoba. “Siempre me ha llamado la atención cuando lo he visto en televisión”, relata, y aunque tuvo cierta curiosidad cuando estuvo en la Semana Santa de Sevilla y la de Málaga, ha sido este 2019 cuando se ha decidido a probar a meterse bajo un paso. Los 500 kilómetros que separan la también romana Segovia de la antigua Corduba los ha hecho en coche o en tren cuando ha venido seis veces a los ensayos del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de la Sangre y a los de Jesús de la Oración en el Huerto.

Jesús se siente bien acogido en Córdoba, donde ya camina como por su casa, según señala. Aún no sabe hacerse la ropa (el costal y fajarse) pero “los compañeros me ayudan porque no lo había hecho nunca. Además, me van corrigiendo porque nunca me había metido debajo de un paso”, explica. No obstante, asegura que “no es complicado, es tener ganas de hacerlo”. Su decisión de salir como costalero aquí sorprende entre sus amistades segovianas. Cuando lo cuenta, “se quedan extrañados, dicen que Córdoba está muy lejos y no todo el mundo está dispuesto a hacer el esfuerzo, pero está mereciendo mucho la pena”, comenta quien, cuando habló con EL CIRINEO, estaba deseando que llegara el Domingo de Ramos y el Martes Santo porque “por las fotos y vídeos que he visto tiene que ser impresionante, aunque lo que estoy viviendo ya no me lo quita nadie”. Además, casualmente, saldrá llevando un misterio, el del Císter, en el que está presente la Loba Capitolina que también está representada en Segovia como regalo de la ciudad de Roma por el bimilenario de su archiconocido Acueducto.

Desde otro punto de España viene cada Miércoles Santo desde 2011 Alicio Calabuig. Concretamente desde Villena, en la provincia de Alicante, donde reside este profesor de la Universidad Politécnica de Valencia que tiene 44 años. La Romería del Rocío fue el origen de su relación con la hermandad del Perdón, cuya Dolorosa tiene como primera advocación el nombre de la Patrona de Almonte. Allí conoció a Fernando Castro (actual hermano mayor de la cofradía con sede en San Roque) y lo invitó a conocer la Semana Santa cordobesa. Ya en su primera visita se vio saliendo como acólito, puesto que ocupó durante los primeros años, aunque ya sale como cirio en el tramo de Virgen. Él dice que es “muy de misterios”, pero se encuentra cómodo saliendo delante del paso de palio.

En Alicante no pertenece a ninguna cofradía, la tradición más arraigada de su pueblo desde el siglo XVI son las fiestas de Moros y Cristianos, en las que participa con los primeros. A él le “merece la pena venir desde tan lejos” para salir de nazareno y ya se siente un poco cordobés, pues ha comprendido que la hermandad no es solo un día al año, de manera que “en cuanto puedo me escapo, me obligo a bajar con todo el gusto del mundo, aunque estoy muy lejos e ir en AVE me cuesta tiempo y tampoco es barato”, dice. De esta forma, participa en actos de su hermandad como la Cruz de Mayo o casi siempre la Zambombá en diciembre. Además, su Señor del Perdón y su Virgen del Rocío y Lágrimas están muy presentes en su día a día. “Tengo en mi casa fotos del Cristo y de la Virgen, cera rizada del paso de palio y una vela del misterio de hace unos años”, indica. Y, por supuesto, va extendiendo la devoción por estas imágenes cordobesas pues vuelve cada año a Alicante con estampas que reparte entre familiares y conocidos y también vende bastante lotería de Navidad de la hermandad. Por eso “ya hay por aquí mucha gente que conoce el Perdón”, señala.

Erasmus cofrade

En la hermandad de la Misericordia también tendrán este año, como en la Sentencia, a una extranjera en su cortejo. Se llama Isabelle Rosard, tiene solo 20 años y estudia este curso en Córdoba desde septiembre Traducción e Interpretación en el marco del programa Erasmus. Lo suyo con la hermandad de San Pedro ha sido un cúmulo de casualidades para los incrédulos y cosas del Señor para los que creen en la mano de Dios en sus vidas, como dice ella que ha sucedido. Esta chica, que procede de Aix-en-Provence, forma parte allí de una comunidad de misioneros que tienen como centro la Misericordia de Dios. Cuando llegó a Córdoba se instaló en el barrio de San Pedro y comenzó a frecuentar la basílica menor. Un buen día encontró una revista de la hermandad y le llamó la atención que tuviera por titular al Cristo de la Misericordia, nombre de su comunidad en su país, así que decidió escribirle un correo electrónico al hermano mayor para interesarse por su actividad.

Desde la cofradía le informaron de que existe un grupo de gente joven como ella en el seno de la corporación e Isabelle comenzó a asistir a reuniones. Desde el principio le atrajo la idea de salir en la procesión con hábito nazareno. “En Francia no se hace y sobre todo que allí no se celebra Semana Santa, así que tengo muchísimas ganas de ver cómo es aquí y de vivirlo por dentro, no es solo ver sino también participar”, opina. Cuando vivía en Francia creía que la Semana Santa con pasos, bandas y nazarenos solo se celebraba en Sevilla, pero ya sabe que no. La cultura que da el viajar, podría decirse. Este año saldrá con una vara en la Misericordia, pero ella lo tiene claro, “cuando vuelva a Francia, espero seguir viniendo todos los años, me gustaría”, asegura. Y es que la Semana Santa de Córdoba gusta hasta a quienes no la han vivido desde la cuna y tienen esa cuna en otras latitudes.

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